Capítulo 23

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FREEN

De nada. ¿Puedo llevarte mañana a la escuela?

Ha pasado una semana desde que me envió ese mensaje y aún no lo he borrado de mi teléfono. No sé por qué lo conservo o incluso por qué al verlo una semana después todavía me hace tan feliz, pero simplemente lo hace. Me ha enviado el mismo mensaje cada noche desde la semana pasada, preguntando si me puede llevar a la escuela; sin embargo, no guardo ninguno de los otros.

Solo este.

El día después de que Sam y sus amigas me lastimaron, no fui a la escuela. Hablé con mi mamá y le conté todo, vendó el lugar donde me pusieron el cigarro en mi brazo y llamó al comité escolar sobre eso. Incluso después de que se hizo cargo de lo que pasó, aun no me sentía lo suficientemente fuerte para regresar.

Al día siguiente, pensé que no querría tener nada que ver conmigo. Dado que mi mamá llamo al comité escolar. Sam, Charlotte y Eve fueron suspendidas y a pesar de que me ayudó, aún eran sus amigas.

No sirvió que le mandara un mensaje la noche anterior; diciéndole que no me podía llevar porque no iba a ir. Lo hice para que no ser una carga, pero ahí estaba, al minuto que el autobús se detuvo, usando la misma sonrisa que tenía ese día en su casa antes de que todo se volviera una locura.

No solo me llevó a la clase de la Srta. Taylor ese día y cada día después, sino que también estaba esperándome cuando terminaba, llevándome afuera donde estaba el árbol y sentándose conmigo. Estoy segura de que odió cada minuto de ello, con las miradas y risas que le daban, pero ni siquiera hizo el intento de irse.

No ha sido fácil regresar para mí. Aún escucho los murmullos en el pasillo a pesar de que Becky hace lo mejor para protegerme de ellos. Veo la forma en que nos miran, preguntándose qué demonios está haciendo con la retardada de la escuela. Al final de la semana, estoy esperando a que se retracte y renuncie a lo que ha estado haciendo, pero jamás lo hace.

La forma en que es, solo me hace querer hablar más con ella. No enviándonos mensajes de la forma que hemos estado haciendo, sino de hecho hablar. Quiero ser capaz de abrir mi boca y que salgan palabras, como lo hice en el baño, pero no importa cuánto lo intente, aun no estoy ahí. Parece entenderlo porque no me presiona. Solo señala al teléfono y sonríe.

A pesar de todo lo que veo y escucho sobre nosotras, probablemente esto es lo más feliz que he estado en mi vida.

El único problema es que mi mamá no sabe nada de esto. Llego de la escuela cada día y platicamos, para que vea que lo estoy haciendo bien, pero nunca saco a colación la razón de por qué. Solo hablo sobre lo que la Srta. Taylor nos tiene haciendo o lo que Tristán me ha estado diciendo cuando salimos y lo dejo ahí hasta que me voy a dormir. No estoy segura de por qué no le digo. No es como si ella la odiara. Solía hablar mucho de ella, sobre todo después de que su madre se fuera y después ocasionalmente al pasar los años. Siente mucha preocupación en lo que a ella se refiere y probablemente entendería más todo, pero simplemente no lo puedo decir.

Quiero guardármelo para mí misma un poco más.

Hoy está algo diferente, parece nerviosa por algo. Cada vez que me encuentro viéndola, me fijo en cómo se mueve y actúa, es obvio que algo no está bien.

Quiero preguntarle sobre ello, pero con lo bien que han estado las cosas, tengo miedo de hacer las cosas peores. La última cosa que quiero después de la semana que he tenido es que huya en otra dirección.

Justo cuando termino de guardar mis cosas y me preparo para encontrarla en el pasillo, manteniendo la misma rutina que hemos estado haciendo toda la semana, mi teléfono suena. Deteniéndome por la puerta e ignorando la mirada que la Srta. Taylor me está dando, sus cejas alzadas y un atisbo de una sonrisa en sus labios, saco mi teléfono y veo su nombre en la parte superior de mi pantalla.

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