El fin de semana llega, y tan rápido como llega se va. Lo ha tenido que pasar en su casa, normalmente él prefiere quedarse en el colegio con sus amigos o con cualquier compañero que tener que ir a su odiosa casa, pero con la historia de que es la pedida de su hermana todo está frenético y le mandaron el coche para recogerlo. Tampoco entiende mucho para que necesitaban su presencia cuando lo único que él ha hecho ha sido estar en su habitación o decir que todo es muy bonito cuando le preguntaban.
Claro está que su madre no ha dejado pasar la oportunidad de criticarlo por absolutamente todo, hasta por la forma de su nariz. Cosa que es culpa de ella que es la que le engendró.
El domingo por la noche llega al internado hundido, cansado, emocionalmente agotado y lo único que quiere es fundirse con su cama, pero no ha cenado nada y sus tripas se lo recuerdan cada pocos minutos. Sabe que si no come algo no podrá dormir.
Se cuela en el comedor del colegio. Sabe que los fines de semana el catering no es tan extenso porque son pocos los estudiantes que se quedan, pero cree que podrá encontrar algo que valga la pena.
Deambula por el lugar solitario y oscuro, solo iluminado por la linterna de su móvil. Las encimeras están todas limpias, hace al menos una hora que han debido de acabar con el servicio de la hora de la cena y los empleados ya estarán de camino a sus casas.
Mira los armarios que va encontrando y solo se encuentra con ollas, sartenes, platos, bandejas, pero nada de comida. Entonces se da cuenta que tiene que ir a la puerta del final que debe ser la despensa. Se acerca para darse cuenta que está cerrada con con un candado.
- Mierda... - murmura mientras apoya su frente contra la puerta fría y metálica de la despensa.
Él quería cenar algo, ni que sea un par de piezas de fruta, ahora va a tener que irse a dormir con el estómago vacío y le costará un mundo conciliar el sueño.
Se da unos cuantos golpecitos en su frente contra la puerta y gira el rostro hacía la esquina de la barra, apunta el móvil hacía allí. Sus ojos se abren de par en par cuando creen distinguir una campana. Se acerca rápido y la destapa. Casi suelta un grito de alegría cuando encuentra un plato con un gran trozo de tortilla de patatas, carne rebozada y ensalada.
Con una enorme sonrisa coge cubiertos y se sienta en una de las mesas del comedor. Tararea de felicidad mientras comienza a cortar el primer trozo de pollo rebozado. Ojalá tuviera un poco de ketchup pero no se va a poner quisquilloso.
Cuando va a meterse el primer bocado en la boca la puerta del comedor se abre, lo primero que recibe es una voz cantando, una voz preciosa cantando más bien. A la que le sigue un bonito cuerpo y una hermosa cara. Ni hablar de los bellos rizos alborotados que le acompañan.
Sus ojos se encuentran y el ojiverde calla de golpe. El ojiazul todavía tiene el tenedor suspendido en el aire. Escucha como el rizado murmura algo que cree escuchar como un "hablamos mañana, princesa" y cuelga el teléfono que traía en la oreja.
Ninguno ha apartado la mirada todavía, Louis sabe que le está mirando duramente no amigable, sabe que no debería estar aquí ya que para los alumnos está prohibido cuando está cerrado, pero él tampoco debería de estar aquí ¿no?.
El rizado da unos cuantos pasos y se acerca hasta la mesa, mientras lo hace mira el plato de comida y vuelve a levantar la mirada hacía sus ojos levantando las cejas. Louis no aguanta más.
- ¿Necesitas algo? Una foto te duraría más. - no puede evitar ponerse a la defensiva.
- Mi cena. - simple y conciso.
- ¿Qué? -
Eso le pilla fuera de juego, ¿su cena? así que por eso estaba el plato preparado y tapado, claramente no era para él, pero en su cabeza hambrienta solo había pensado en la suerte que había tenido.
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I just need you
FanfictionLouis Tomlinson, 17 años, rico de nacimiento, hijo de un importante empresario, criado bajo las constantes criticas de sus padres, fuera del entorno familiar es un chico divertido y risueño, pero cuando está con su familia se vuelve tímido e insegur...