Capítulo 4: Miss Simpatía

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La siguiente semana pasa como un rayo, cuando se quiere dar cuenta ya es viernes por la mañana y se dirige al comedor para tomar el desayuno.

Sonríe sin poder evitarlo al ver al rizado detrás de la barra por donde pasan con la bandeja y les sirve el desayuno. Intenta rápido volver a poner su rostro serio, no quiere mostrarse débil. No es que fuese raro verlo por allí, había estado 3 de los 5 días de la semana y luego lo había visto en la cafetería todos los días.

No se puede decir que hayan hablado como es debido. El único momento a solas que tuvieron fue el lunes cuando Harry le comentó qué como hacían para devolverle las mantas. Louis le dijo que se las quedase y guardase en el almacén por si algún día necesitaba de ellas. A parte, había pensado en coger del gimnasio alguna esterilla que utilizaban en gimnasia para que la usase como "colchón" solo tenía que adivinar cómo. Lo haría en fin de semana, lo malo que justo este fin de semana era la maldita fiesta de compromiso.

El resto de días han sido conversaciones superficiales donde sus amigos también estaban presentes y eran ellos los que llevaban el hilo de la conversación. Se moría por hablar con él sí, pero no podía permitirse bajar la guardia y hacerse amigo de ese chico, su cuerpo no quería solo su amistad y esa sensación no era buena. Aunque a veces no podía resistirse y acababa viendo embobado al rizado y se avergonzaba cuando el rizado le miraba y lo pillaba ya mirándolo.

- Buenos días, Louis. - la voz ronca del ojiverde le saca de sus pensamientos. Levanta la mirada para verle pero intenta con todas sus fuerzas no sonreír. A veces piensa que el rizado lo hace a propósito, solo para provocarle.

- Los demás también estamos aquí, eh Harry. - Le dice su amigo rubio. El camarero se pone rojo como un tomate y sonríe con inocencia.

- Lo sé, lo siento. Buenos días Niall, Liam. - el último nombrado ríe flojo, mirando de su amigo al rizado que los dos están rojos. Mientras Niall sonríe satisfecho. -

Les coloca la parte que le toca a él servir que era un pequeño bol con macedonia de frutas, cuando pasa Louis le guiña el ojo y éste se sonroja pero rueda sus ojos simulando molestia.





Viernes tarde, Louis está en la entrada esperando el coche de su padre, bueno, el coche que enviará su padre para recogerlo, su padre no se iba a molestar y perder el tiempo viniendo él personalmente a buscarlo.

Está sentado en los escalones de la entrada mirando hacía la entrada de coches, ojalá cerrasen esa puerta y no dejasen entrar ni salir a nadie durante al menos el fin de semana, así tendría que faltar a esa reunión y no le podrían echar la culpa porque no sería su culpa.

Nota un cuerpo sentarse a su lado y que carraspea. Al girar su cabeza para mirar al susodicho se sorprende al ver el bonito rostro de Harry mirándolo.

- ¿Qué haces aquí fuera sin tus fieles escuderos? - pregunta el rizado con diversión en su tono.

- Ja, ja, ja. Qué gracioso eres. Si lo de camarero no te funciona prueba como cómico. - le contesta lleno de ironía.

- Te mandaré una entrada cuando haga mi primera actuación. - siguiendo con la "broma".

- La ansiedad por la espera no me dejará dormir. - el tono mordaz era cada vez más duro, pero su enfado no era con el muchacho.

- ¿Qué es lo que te tiene de peor humor que ya normalmente? - Louis le mira con los ojos entrecerrados.

- No te incumbe. - En ese momento entra un coche de lujo, negro y aparca justo delante de ellos. De su interior sale un hombre alto, con un traje oscuro impoluto. Es su chofer. - Aquí está mi transporte al inframundo.-

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