Capitulo 29

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Patrick

Difícil explicarle a una chica tan joven como Allison la situación maso menos habitual que teníamos entre nuestra familia.

Podía ver que sus manos dejaban de temblar solo cuando nuestro calor entraba en contacto, cuando ella podía sentirme, podía ir al mismísimo infierno por verla de esa manera tan asustada pero a lo mejor debía acostumbrarse.

-Entiendo - comprensión fue lo único que pudo hacer apretando mis manos sobre las suyas, dio una sonrisa falsa y espero mientras terminaba de hablar con Damián -.

-Cortale una pierna - Damián asintió mientras miraba a Allison qué finalmente sería su cuñada - Lo que quieras pero cortalo y entregamelo.

Le di un empujón en su espalda, este se fue por las escaleras, mientras el humo de su cigarrillo salía en tanto caminaba.

Tome el cuerpo suave de algodón de Allison hasta llevarla a mi oficina donde le pedí a mi asistente que trajera un vaso con agua y una pastilla para calmarla.

Miraba a todos lados hasta que toque su rostro para que su vista estuviera sobre la mía, no pude contener el deseo y la bese.

Tomo unos segundos que siguiera mi ritmo, reaccionaba con cada tocada de mi mano sobre su cuerpo, arrancaba los labios más seductores de mi vida, tomaba cada aliento que salía de su boca, mimaba sus deseos más carnales y tomaba persecución sobre su ropa.

Mis manos la arrescotaron sobre el sillón negro, cambie mi posición para mirarla desde arriba, sus pupilas dilatadas solo pedían a gritos por mi, podía sentirla, mis manos guiaron el camino de sus muslos adentrandose hasta guiarse a bosques profundos.

Su cabeza giro, sus dientes amarrando los labios entumecidos por los besos, toque la zona qué la puso a soltar un jadeo profundo, roce una vez más de forma profunda viendo como su cadera se movió hasta mi.

Quite la parte de abajo, cambiamos de posición donde ella estaba sentada y yo de rodillas admirando la vista.

-No debemos - fue lo único que soltó después de percibir todo el aire entrando a su zona prohibida -.

Abrí sus piernas como estrella y mis dedos finalmente tocaron la textura suave con líquidos, me moví rápido haciendo de ella una hipnosis.

-Solo siéntelo - me permiti decir esas palabras sobre su boca mientras mi dedo finalmente entró sobre ella haciendo que se sujertara de mis hombros -.

- Di... os - la bese castigando y rompiendo su ser, tenía todo el dedo lleno de sus líquidos preciosos y jugosos -.

-No lo nombres, cielo - lo que esta suciendo en este instante debía ser el pecado más placentero o si no por que mi amigo se estaba despertando.

No pude evitar sentirme curioso por lo que pasaría si agregaba uno más a su condición pero me atreví, fue poco a poco, ella volteo la cabeza dando una dirección de que no podía soportarlo pero debía ser así.

Lo saque antes de que pudiera sentir más dolor por lo hinchado y que no lo pudiera disfrutar.

-Mete... lo - la mire intentando descubrir que quería decir, no podía ser mi pene, ¿Negarme a esa solicitud? Jamás - De nuevo...

Mire el dedo que habia puesto en ella antes y sus ordenes serían cumplidas por mi. De nuevo estaba sobre ella, podía sentirla moviéndose a gusto, queriéndome más cerca, empecé a empujar la mano de forma rebelde con locura, sus jadeos se volvieron gemidos, chupe su barbilla hasta el cuello, no deje de mecer mis dedos hasta que tape su grito con un beso.

***

"Maldición , maldición y maldición"

Damián buscaba el objeto o mejor dicho la "persona" perdida que ahora se encontraba en la empresa. Debía conseguirlo antes de que las situacion se volviera un desastre y su querido primo lo llamara inútil.

Vio las cámaras como un halcón, los jefes que habían mirado antes le habían dicho que nadie entró, pero Damián era un cazador legítimo, podía conseguir el rastro de quien fuera.

-Señor Roffman me fije muy bien y le aseguro por mi empleo... - el hombre dejo de hablar cuando escucho un "click" en la pantalla de los monitores de cámaras.

-Estas despedido - Damián salió del cuarto hacia la recamara de equipo donde los productos debían ser mantenidos -.

Cuando entro la sala tenía color blanco cremoso, las personas usaban sus batas de carnicería, algunos con sangre en ella, pero miro sigilosamente ante qué vio un joven toser a lo lejos.

-¿Tú eres? - miro el lugar de chico, los principiantes cortaban los cuerpos pequeños ya que al final son una industria de carniceros -.

-Soy Ricky, señor - la voz era decidida, confiada pero sus ojos temblaban al compartir mirada con Damin -.

-Ricky, Ricky ¿Eres nuevo? - podía notarse desde el inicio cuando entro a la estancia, los demás empleados pensaban que la conversación en definitiva innecesaria -.

-Asi es señor - el joven que tenía una malla sobre su pelo intento cambiar la posición de pie que tenía -.

Damián miro el cuchillo qué se miraba sobre la mesa, un clásico de Roksmind, los mejores de la ciudad.

-¿Puedo usarlo? - se trajo el cuchillo mientras sus dedos tocaba el filo qué en ningún momento lo daño -.

-Sería un honor, mi padre me lo dio cuando entró a la empresa y... - no pudo seguir después de ver la sonrisa perversa de Damian -.

-Cuál es tu corte favorito - siguió admirando la punta del arma esperando una respuesta -.

-¿De animales, señor? - El escuchar la respuesta del joven Ricky Damian no pudo parar de reír hasta que se recargo sobre la mesa de cortes y lo miro serio -.

-Personas - la recamara quedo en silencio hasta que Damian con su zapato piso una mano y un hombre debajo de la mesa chillo - Lo tengo.

Agarro con el cuchillo diciéndole antes al Ricky qué se tapara los ojos y pronto le corto la mano de un golpe que resonó en las paredes con los gritos de sofocantes.

-Llévenselo al lobo - dijo mientras tocaba su traje cubierto de pequeñas gotas rojas, los guardias arrastraron el cuerpo sin mano con los quejidos y el charco de sangre en el piso -.

-Bienvenido a los Roffman Ricky - Damian se fue pisando la alfombra de rojo puro que brillaba sobre el suelo blanco -.

1950Donde viven las historias. Descúbrelo ahora