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Tengo la necesidad de preguntar qué hubiese sido de nosotros
En otra vida será, pues quien te besa al despertar en esta es otro...


Luna se despertó una mañana totalmente agotada, se sentía febril y tenía dolor de garganta. Intento moverse de la cama, pero le resultó extremadamente doloroso. Cerro los ojos nuevamente, quedándose dormida.

Exequiel intento contactarse con ella a lo largo del día, pero esta no contestaba. Por lo que pensó que sería buena idea pasar por su casa.

Golpeó la puerta dos, tres veces pero nadie respondía. Se acercó a la ventana de la habitación, pero esta estaba cerrada y no se veía nada para adentro. Comenzó a preocuparse.

Volvió a golpear la puerta, está vez más fuerte, provocando que Luna se despertara de golpe y asustada. Se levantó como pudo y se dirigió a la puerta, casi que arrastrándose.

— Amor, me asustaste —dijo Exe una vez que ella le abrió la puerta, le dio un beso y un abrazo— Estás hirviendo, ¿estás bien?

Luna dijo que no con un susurro, apenas podía hablar del dolor que le provocaba la garganta.

— ¿Querés que te vea un médico? —pregunto Exe, sin saber qué hacer.

— Es solo un poco de fiebre, voy a estar bien.

— Bueno, si no se te pasa para mañana, te llevo a ver un doc, no quiero que estés mal —le dijo Exe, intranquilo.

Ella asintió. Exe la tomo de la mano, que estaba caliente, y la llevo a la habitación. Ella se moría de frío, por lo cual el chico la arropo y trajo un paño de agua fría para ponerle en la frente. Se quedó a su lado mientras ella dormitaba, pero no podía descansar bien.

Empezó a alucinar cada vez que abría los ojos, veía la cama estirarse y achicarse, sombras que querían atacarla en la oscuridad y todo le daba vueltas.

— Luna, no estás bien, vamos —dijo él, viéndola.

Habían pasado unas horas, pero la fiebre no bajaba e incluso parecía subir. 

Luna y Exe se dirigieron finalmente a la guardia, donde demoraron una hora en atenderla. Ella apoyaba su cabeza en el hombro de él, dormitándose, yendo y viniendo de la realidad. 

Cuando la atendieron rápidamente le tomaron la fiebre y estaba rozando casi los 41º. Era demasiado. Le tomaron una prueba de la garganta, donde confirmaron que tenía faringitis aguda, una infección bacteriana. 

— Lo mejor es que te inyectemos medicación, esto con antibióticos no se te va a pasar —le dijo uno de los médicos

A Luna le daban mucho miedo las inyecciones por lo que pidió que Exe pudiera entrar para sostenerle la mano. El chico entró preocupado, pero se quedó más tranquilo cuando dijeron que iban a inyectarla, a pesar del miedo que le daba a su novia.

Luego de la inyección, y con Luna aún medio febril, se dirigieron nuevamente a su casa. 

— Mañana voy a faltar al entrenamiento —dijo Exe, mientras acomodaba la cama para Luna— No puedo dejarte así.

— Amor, no —dijo ella, todavía en un susurro— Voy a estar bien, yo te llamo si te necesito, pero no faltes.

A Exe no le gustaba la idea de dejarla sola, pero la mañana siguiente, y muy a su pesar, fue al entrenamiento. El chico tenía la cabeza en cualquier lado menos en lo que estaba haciendo. Cuando le pasaban la pelota la pasaba velozmente, como si quisiera terminar rápido con el entrenamiento.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora