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— ¿¡Qué!? —exclamó Laura— ¿Vos me estás diciendo en serio? Mira que con eso no se jode Luna.

Laura miró a su hija, luego a Nico, luego a Luna y de nuevo a Nico. Los dos se veían notablemente nerviosos, ansiosos y asustados. No podía ser una joda.

— ¡Dios mío! —exclamó de felicidad Laura— ¡No lo puedo creer! Hija mía...

La madre de Luna empezó a llorar de felicidad, lo que le dio a Luna y Nico un suspiro de alivio. Ella se acercó a los dos y abrazó primero a Nico y luego le dio un largo y afectuoso abrazo a su hija.

— Vas a ser mamá Luna, dios mío... estoy muy feliz, muy feliz y estoy asustada, como deben estarlo ustedes dos, pero tienen mi compañía para lo que necesiten, voy a estar para todo... dios mío, estoy muy feliz. ¡Felicidades, mamá y papá!

Luna empezó a llorar, estaba más sensible de lo normal.

— Ahora toca papá, tengo miedo de cómo se lo vaya a tomar —dijo Luna.

— Tu padre probablemente se ponga mal en un principio, pero, ¿qué va a hacer? Me tenés a mí, a Lucas, a Nico y su familia. No vas a estar sola, nunca más.


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— Tengo algo que contarte papi —dijo Luna a su padre.

Estaban solos en la cafetería, que ya estaba cerrada. Su padre se había negado en quedarse tranquilo en la casa, por lo que ese día Luna lo invitó para que pudiera probar un café nuevo que estaba mejorando, y también, para darle la noticia en un lugar neutral.

— ¿Qué pasó ahora? ¿Te peleaste con Nicolás de nuevo?

— No, no es eso —refunfuño Luna ante el odio que su padre tenía hacia su pareja— Tengo miedo de que te enojes conmigo o con Nico.

Su padre rápidamente empezó a caer sobre lo que su hija iba a decirle.

— No me jodas que me explota el corazón —dijo el hombre, medio en broma, medio de verdad.

— Sí, papá... con Nico estamos esperando un bebé.

Luna lo dijo rápido, como si eso fuera a hacer que su padre no se enojara. El hombre se levantó de su asiento, comenzó a dar vueltas mientras lágrimas recorrían su mejilla. Se le cruzaron mil cosas por la cabeza, Luna lo veía caminar sin decirle nada.

— Yo... no lo puedo creer... la verdad que... —su padre se trababa al hablar— ¿Vos estás feliz? ¿Nico también?

A ella se le habían llenado los ojos de lágrimas, ansiosa y con miedo.

— Los dos estamos muy felices, no lo esperábamos, pero estamos felices.

— Si vos estás feliz, yo también hija mía —dijo el hombre, acercándose a Luna para abrazarla— ¡Voy a ser abuelo, por Dios!

Luna empezó a reírse, emocionada hasta las lágrimas, mientras su padre le daba besos en la cabeza y la abrazaba.

— ¿Lucas sabe que va a ser tío?

— Sí, sabe, también se puso a llorar —contestó Luna.

— ¿Soy el último en enterarme?

— No, falta la familia de Nico.

— Si no se ponen felices como nosotros, los matamos —bromeó el hombre.

Luna se rio, pero a la vez sintió presión. ¿Y si ellos no se ponían felices? ¿Y si la idea de tener un nieto los angustiaba?

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora