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Luna se ponía alarmas para despertarse antes que Nico, pero inevitablemente, él también se despertaba. Nico no entendía por qué lo hacía, hasta que se dio cuenta de que ella lo hacía para abrazarlo y besarlo antes de que se fuera al entrenamiento.

El rendimiento de Nico había empezado a mejorar, ahora que veía a Luna cada vez mejor. No podía decir que estaba feliz, pero definitivamente estaba mucho más tranquilo.

Había decidido mantener privado toda la situación que vivía en su casa, pero de alguna manera, alguien se había enterado y el rumor recorrió todo el vestuario.

— ¿Cómo está Luna? —preguntó Changuito, llevando a Nico lejos de todos.

— Está bien, mucho mejor —le contestó él— Me hubiera gustado que nadie se enterara de esto, ¿vos dijiste algo?

— Sí, perdón, estaba preocupado y me descargué con los chicos.

— Sos medio pelotudo —dijo Nico, enojado— Si estabas preocupado por ella, hubieras venido a hablar conmigo a solas.

Nico estaba sacando sus cosas del vestuario, acomodándose para salir.

— Sí, perdón —se disculpó Changuito— ¿Vos creés que puedo pasar a verla? Me gustaría hacerlo...

— No sé, supongo que sí —Nico dudaba— Hace mucho que nadie la visita, tal vez le hace bien.

Changuito chocó las manos con Nico, agradeciéndole.

— Está tarde paso.

La visita de Changuito fue, para Luna, recordar un poco lo que era ella antes de Sol, antes de todo. Era ver a un viejo amigo a pesar de todas las cosas por la que los dos habían pasado. Ella se veía animada, mientras tomaban mates. Luna todavía no podía tomar café.

Nico los observaba, un poco celoso, mientras los dos se encontraban en el living. Él estaba vigilando a Sol, que se encontraba comiendo en sus brazos.

— ¿Querés alzarla? —preguntó Luna, viendo a Nico desde la distancia.

— ¿Y si se me cae? —dudó Changuito, en realidad si quería.

— Vení, sentate —dijo Nico, incluyéndose en la conversación.

Changuito se acomodó en el sillón y entonces Nico le paso a Sol a Luna y esta la puso en los brazos de él. Al principio no sabía bien cómo sostenerla, hasta que Luna le indicó que tenía que sostenerle la cabeza, ya que aún no la mantenía por sí sola.

Sol se acercaba al año, aún era una bebé, pero Luna sentía que había perdido mucho tiempo con ella, al no sostenerla cuando todavía era una cosa diminuta. Intentaba no pensar mucho en eso, lo importante es que estaba ahora.

Sol miraba a Exequiel y este le devolvía la mirada, sonriéndole. Los dos se miraban extrañados, Sol no entendía quién era este desconocido y Changuito no podía creer que estaba sosteniendo a la hija de quien era su ex pareja.

— Es muy chiquita —dijo él, acariciando con cuidado los cachetitos de Sol.

Luna asintió, mirando a su hija con Nico a su lado. Los dos observaban la escena, sin poder creer que esa bebé, en brazos de ese chico, era de ellos. Sonreían como tontos, abrazados.

— Te la devuelvo —dijo Changuito pasándole a Sol— Tengo miedo de que se me caiga.

Nico se rio, al principio a él le pasaba lo mismo, pero fue algo casi instintivo sostener a su hija, había aprendido con el tiempo como era tenerla en sus brazos.

Luna, Changuito y Nico compartieron una tarde animada y a pura charla, principalmente hablaron de los cuidados de Sol, de cómo habían sido las primeras semanas, intentando evitar la parte de que Luna casi no había existido en ese tiempo.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora