𝟛𝟜. (+18)

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Nico empezó a salir del baño, agarrándose la cabeza. No podía ser cierto, no podía serlo, o sea, sí, pero no, no entendía nada. Entonces Luna cerró la puerta detrás de él, la trabó y él pudo escuchar como, finalmente, podía vomitar.

— ¡Luna! ¿Qué pasa? —dijo él, intentando abrir en vano la puerta.

Ella no contestaba, se encontraba tirada al lado del inodoro, llorando e intentando calmar las arcadas que se asomaban. Había vomitado tan solo un poco, producto del pánico que sentía en esos momentos. Pero solo se quedaron las malditas náuseas.

— Luna, abrime, déjame ayudarte —pidió Nico.

— ¿Cómo me vas a ayudar a vomitar? —dijo Luna, llorando.

— No sé, al menos deja que te acompañe.

— ¡NO! Quiero estar sola —Luna siguió con las náuseas, su mente intentando entender lo que acababa de pasar.

— Está bien, te espero acá afuera —dijo Nico, sentándose en el piso al lado de la puerta.

Luna se arrastró por el piso, apoyando su cuerpo contra la puerta. Los dos estaban contra esta, intentando aclarar sus pensamientos. Ella podía sentir a Nico del otro lado, podía imaginarlo tomado de la cabeza, quizás tan asustado como ella.

— Nico —murmuró Luna, estaba realmente avergonzada— Perdón.

— ¿Perdón por qué? No digas estupideces, ya está...

— No, Nico, esto no está nada... esto va a estar en nueve meses —continuó Luna— ¿Qué vamos a hacer?

Se quedaron en silencio. Ninguno de los dos sabía qué decir ni cómo reaccionar, estaban en shock. Nico fue el primero en hablar luego de varios minutos. Luna se levantó, se cepilló los dientes, se enjuagó varias veces la boca y abrió la puerta.

— Vamos a ser padres —dijo él.

— Vamos a ser padres —repitió Luna.

Por algún motivo, Nico se emocionó. Los ojos se le pusieron llorosos y Luna le sonrió, intentando traerle algo de paz. Él se acercó a ella, le dio un beso en las mejillas y luego la abrazo, conteniendo las lágrimas.

— ¿Entonces estamos felices? —preguntó Luna.

— Sí, estamos felices.

— Mira cuando me digan «papi», me voy a morir... —murmuró él, aún abrazado a Luna.

— Te imagino con un bebito en brazos y yo creo que vas a estar muy lindo.

— ¿Y vos? ¡Vas a ser una mamá hermosa! ¿Podrán el resto de las mortales? —continuó Nico, riendo.

Los dos fueron al sillón en donde continuaron hablando, muy felices, sobre lo que acababa de pasar. ¡Iban a ser padres!

Rápidamente, Nico dijo que si era niño lo pondría a jugar al fútbol apenas caminará, pero Luna no estaba muy de acuerdo.

— Si es nena también, tonto, a mí me hubiera gustado saber jugar al futbol.

— Cuando quieras te enseño —contestó él, riendo.

— Ahora estoy grande —agregó Luna— Y embarazada.

La palabra simplemente le causo algo extraño en el cuerpo, desde ya se sentía distinta. Ella lo sabía, lo sabía sin ningún test, pero la confirmación solo la había hecho sentir... diferente.

— Voy a engordar —pensó Luna, no estaba preparada para todos los cambios físicos— Y me voy a poner horrible, y tengo que decirle a mis viejos... ¿Qué van a decir? ¿Vos decís que se van a enojar? Lucas se va a poner re feliz, yo estoy feliz, creo, pero...

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora