América se encuentra en el partido de Rivadavia, al oeste de Buenos Aires. Cuenta con aproximadamente más de 17.000 habitantes, entre los cuales se encontraba la familia de Nico. Por eso estaban ahí.
— ¿Me trajiste a tu ciudad? —dijo Luna emocionada.
— Sí, por un día nada más, necesitaba alejarme de la ciudad de la furia —bromeó Nico, sonriendo.
Él se dirigió a su casa, en donde los esperaban sus padres.
Nico fue el primero en bajar del auto, seguido por Luna. Ella estaba nerviosa, no sabía cómo comportarse, era toda una sorpresa estar ahí.
Por la puerta de la casa, apareció un hombre. Era el padre de Nico, quien se presentó como Jorge.
— ¡Bienvenida! Al fin te conocemos —dijo el hombre, era dentro de todo joven, llevaba anteojos y tenía la misma sonrisa que Nico.
— Gracias, me alegro de conocerte —contestó Luna, acercándose a Jorge para darle un beso en la mejilla.
Los rasgos del hombre eran muy similares a los de Nico, aunque era unos centímetros más bajo. Hablaba con confianza mientras los hacía pasar a la casa, excepto que no dormirían ahí, sino en un hotel cerca de la plaza central.
El padre de Nico les ofreció un mate, los dos estaban cansados por el viaje, especialmente Nico, pero se mostraba alegre ante la idea de mostrarle a Luna el lugar donde había crecido. Compartieron un rato hasta que él decidió cortar el momento.
— Vamos, voy a mostrarle a Luna la ciudad.
— Diviértanse —dijo Jorge, sonriendo.
Los dos salieron por la puerta y se dirigieron nuevamente al auto de Nico, preparados para que Luna conociera la ciudad. Pero ella tenía dudas, por lo que no pudo dejar de hablar mientras Nico la llevaba a alguna parte.
— Tu papá dijo «al fin te conocemos». ¿Pero qué saben de mí? —preguntó Luna, inquieta.
— Sabe lo mismo que tu mamá, que nos conocimos en el hotel hace un par de años y que nos reencontramos ahora.
— ¿Y no sabe nada más? ¿La diferencia de edad? —siguió preguntando Luna.
— Sabe lo suficiente, Luni, como para querer conocer a la persona que me voló la cabeza.
Ella asintió, sonrojada y nerviosa.
— ¿A dónde vamos?
— Al vivero, te va a gustar mucho —dijo él, pensando en cómo Luna le había mostrado las plantas y flores que había en la casa de la madre de ella.
Una vez llegados al lugar, los recibió un túnel de árboles.
Foto real del vivero de América (también conocido como Rivadavia)
El camino no era largo, pero los rodeaba el verde y Luna respiraba profundamente, intentando inhalar todo el aroma a naturaleza. Nico estacionó el auto y los dos comenzaron a caminar, tomados de la mano.
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𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)
FanfictionSe conocieron cuando ella era menor, los separaban seis años. Luna prometió esperarlo, pero él nunca volvió. Hasta ahora.