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𝓔𝓵 𝓬𝓪𝓼𝓪𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓸

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𝕃𝕦𝕟𝕒

El clima era cálido, sin embargo, no era abrasador. Corría una leve brisa que refrescaba el ambiente, haciendo que todo fuera más que perfecto.

Habían elegido la casa del campo como lugar para el evento. Estaba decorado con guirnaldas de luces para la noche, había flores blancas por todas partes, las favoritas de Luna, y muchos arreglos, de los cuales se había encargado la planificadora de bodas.

Luna se estaba preparando en una de las habitaciones de la casa, la cual era un caos. Había maquillaje esparcido por encima de la cama, del tocador y el piso. También estaban los vestidos de las damas de honor, junto al de Luna, que se encontraba con una bata de seda esperando para cambiarse.

Las manos le temblaban un poco, no porque estuviera arrepintiéndose, sino porque estaba realmente ansiosa. Quería subir al altar, ver a Nico, ver a Sol, a sus invitados. Ella aún no había visto cómo estaba decorado el campo, por más de que había visto los primeros arreglos.

Sus amigas comenzaron a vestirse, habían puesto un biombo para separar la habitación, para que cada una pudiera tener un poco de privacidad.

Primero salió Camila, acompañada de halagos de parte de todas, en especial de Luna, a quien los ojos se le llenaron de lágrimas.

— Amiga, estás hermosa —dijo Luna, con un nudo en la garganta.

Su amiga se estiró hasta ella y con cuidado, con miedo de arruinarse el peinado o el maquillaje, la abrazó. Le dio un beso en la mejilla y, sonriendo, se dispuso a mirarse en uno de los espejos que habían traído. Realmente estaba hermosa, así se sentía.

El resto también salió de detrás del biombo sonriendo, exclamando lo bellas que se sentían, agradeciendo los colores que Luna había elegido para sus vestidos: un rosa pastel, con una hermosa tela haciendo juego con sus pieles bronceadas.

Llegó el turno de Luna, a quien habían dejado para lo último. Con ayuda de su mamá y una modista, empezaron a pasar el vestido por encima de sus brazos, ajustando un poco en el área de la cintura.

Finalmente, salió de detrás del biombo, y escucho a sus amigas gritar de orgullo y felicidad. Entre las palabras más nombradas estaba el «hermosa», «hecha un sueño», «princesa», «reina» o incluso «bonita».

Luna sonreía, muy nerviosa, mientras las manos le seguían temblando, observándose en el espejo. Realmente se veía hermosa, princesa, hecha un sueño y bonita.

— ¿Creen que a Nico le guste? —preguntó ella.

Todas sus amigas hicieron gestos.

— A quién le importa, lo importante es que vos estés cómoda y te sientas especial en este día —dijo su mamá, acariciando la cara de su hija.

— ¡Y si no le gusta que la chupe! —gritó una de las amigas de Nico.

Riendo, cada una se empezó a preparar para salir, excepto Luna, que debía hacer tiempo hasta que la llamaran. La música empezó a sonar, a medida que las damas de honor se acercaban al altar.

El papá de Luna golpeó a la habitación, entrando luego de que esta le confirmara que estaba lista. El hombre se quedó boquiabierto, dejando escapar unas lágrimas mientras miraba a su hija.

— Estás hermosa hija mía —dijo él, con un nudo en la garganta, intentando no llorar peor.

Le costaba mucho hablar, además de que nunca había sido un demostrador de afecto. Sin embargo, se acercó a Luna con cuidado y la abrazó despacio, intentando también no arruinarle el maquillaje y el peinado.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora