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Luna dio vueltas por su casa, inquieta. Exequiel se había ido a su ciudad y se había quedado sola. Estaba aburrida y necesitaba ver a alguien, por lo que envió un par de mensajes a sus amigos para ver si alguien estaba disponible, pero todos estaban ocupados. Pensó en escribirle a Nico, dio vueltas por su casilla de mensajes, no sabía qué decirle.

Nico no le había escrito desde que ella le dijo que había vuelto con Changuito, y sabía que eso lo enojaba, pero ella lo necesitaba. Sentía que lo había perdido nuevamente.

— Ya fue —dijo en voz alta.

Agarro las llaves del auto y se dirigió a la cafetería, no era su día pero pensó que podía pasar el rato ahí, con su hermano. Hacer café la entretenía y, además, podía picotear alguna que otra cosa que hiciera Estefanía, la pastelera.

Llegó y el lugar estaba repleto.

— Uf, que bueno que viniste —dijo su hermano al verla— Necesitamos ayuda extra.

Luna asintió, contenta de tener algo para hacer. Se dispuso a preparar cafés junto a Lucas, salían especialidades y café normales. Lamentablemente, no pudo comer ninguna de las delicias de Estefanía.

Entonces, entrando con una gorra y lentes de sol, estaba Nico. Le sorprendió verlo ahí, era una gran casualidad que se encontrarán.

Se acercó al mostrador, serio. Él tampoco se esperaba encontrar con Luna, así que cuando la vio su cara cambió por completo. Una leve sonrisa escapó a modo de saludo y ella se quedó paralizada, sintiéndose muy nerviosa.

— Hola —lo saludó ella— ¿Qué haces acá?

— Es que el café es muy rico —dijo él, estaba siendo sincero.

— ¿Querés que te prepare alguno en especial? —le pregunto Luna.

— Lo que a vos te parezca mejor —sonrió él.

Luna asintió y se puso manos a la obra, preparando una nueva receta de café que estaba probando. Era una mezcla rara de gaseosa tónica con espresso, y aunque suena asqueroso, es realmente delicioso.

Dejó el vaso en la mesada y cuando el jugador vio burbujas flotando en el mismo, miró el café con curiosidad.

— Vos probalo, si no te gusta armó otro —le dijo ella.

Nico le dio un sorbo al café, con la atenta mirada de Luna. Al principio el sabor fue chocante, pero no se sentía tanto la tónica sino el café. Le faltaba azúcar.

— Bueno, mi veredicto es que está rico pero me quedo con el café negro.

Luna le sonrió, al menos el café estaba aprobado. Pensó que él no iba a terminarlo, por lo que se dispuso a preparar un café normal, negro, con los mejores granos que tenía.

Le quitó a Nico el vaso de café tónica y le dio el café negro que le había preparado. Le pasó unos sobrecitos de azúcar, que el jugador no usó.

— Gracias —dijo él con una sonrisa, satisfecho de tener un café normal en las manos.

— Nico —lo llamó ella, él la miró— ¿Por qué no me escribiste más?

Él se acomodó en el asiento, incómodo. ¿Cómo le explicaba a Luna que odiaba a su novio y que, mientras estuviera con él, no podía verla?

— He estado ocupado, perdón —mintió— Pero ahora estoy acá, ¿ha pasado algo?

— No, la verdad que no —dijo ella, creyendo en las palabras de él— Changuito no está, estaba aburrida así que vine para acá.

— ¿A qué hora salís?

— Cuando yo quiera, hoy no es mi día —Luna le sonreía.

Nico se terminó el café rápidamente, quemándose un poco la garganta.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora