𝟛𝟙. (+18)

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Los meses fueron transcurriendo con demasiada tranquilidad, acercándose al otoño. Pronto se acercaba el cumpleaños de Nico y Luna estaba muy preocupada pensando en qué regalo hacerle. 

Finalmente, decidió desistir. Tal vez organizaría una cena para ellos dos, algo por el estilo.

El día de su cumpleaños, Nico amaneció temprano. Era sábado, por lo cual le tocaba jugar un partido. En La Bombonera, luego de que lo anunciara la presentadora, la gente lo aplaudió entre gritos e intentos de cantarle el feliz cumpleaños. Él sonreía.

A lo lejos, en uno de los palcos, se encontraba Luna con Camila. Las chicas gritaban entusiasmadas, vestidas con casacas bosteras y pequeñas franjas azules y amarillas en la cara. Obviamente, Luna llevaba la número 4. 

El partido era picante, los jugadores iban y venían cometiendo faltas, sin embargo, el árbitro no ponía amarillas. Nico defendía el área lo mejor que podía, agitado y cansado en lo que quedaba de los últimos minutos. 

Entonces uno de los jugadores del equipo contrario arremetió en un arrastre hacia Nico, este cayendo al piso en seco, con el tobillo completamente dolorido. Luna empezó a putear al otro jugador, como si este pudiera escucharlo. 

De repente empezaron a agruparse los jugadores de Boca y a darse empujones con el equipo contrario alrededor de Nico, había sido una jugada completamente de mala leche y con intencionalidad. 

Nico seguía en el piso, con gestos de dolor, agarrándose el tobillo. Temió durante varios minutos lesionarse, lo que significaría un buen tiempo sin jugar. 

— ¡Levantate, cagón! —gritó el que lo había empujado.

El árbitro intentaba calmar las aguas, pero es imposible detener a más de 10 hombres enojados y a los empujones. Nico se levantó, completamente embroncado, listo para agarrarse a las piñas con cualquiera que se le cruzara. 

Siguieron con los empujones, por lo que pareció una eternidad, cuando uno empujo a Nico al punto de hacerlo caer nuevamente al suelo y, apareciendo de la nada, Frank Fabra le metía una cachetada en la cara. Fue entonces donde todo se salió de control.

Luna comenzó a desesperarse, mientras buscaba con la mirada a Nico, pero no lo encontraba por ningún lado. Él estaba en el medio de todo, puteando y empujando. 

El partido finalmente fue suspendido, quedando 5' y un empate de 0 a 0. 

Cuando lograron calmar el ambiente, el equipo de Boca se dirigió rápidamente a los vestuarios, con todos completamente agitados y enojados. 

Nico se sentó en su banco, azotando sus botines contra el piso. El grupo empezó a hablar lentamente y a putear al equipo contrario, derrotados.

— Ese árbitro es un verde —dijo Nico, intentando calmarse.

— Sí, boludo, era para roja esa, qué hijo de re mil puta —coincidió Benedetto. 

— Encima empezaron ellos y nos suspenden el partido así, la concha de su madre —agregó Rojo.

El resto continuo hablando del tema, hasta que finalmente todo se dio por terminado y cada uno salió horas más tarde.

Luna estaba esperando a Nico en la casa de él, preocupada. No la habían dejado pasar a los vestuarios y, por más que lo espero por ahí, el jugador no le contestó los mensajes. Él había estado muy ocupado hablando con la prensa y con sus compañeros.

Pero apenas salió de La Bombonera pensó en ella. Había visto todo y probablemente estaría muy preocupada, por lo que se apuró lo más rápido posible en llegar a su casa. Una vez allí, Luna casi que se le abalanzó a abrazarlo.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora