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Entonces Luna se dio vuelta y sus miradas se cruzaron. Ella tenía los ojos vidriosos, como si estuviera lista para llorar con todas sus fuerzas.

Pero se las aguanto y estiro su mano para tomar la de Nico.

— ¿Viniste a despedirte de mí? —a Luna le costó decir esas palabras, no quería hacerlo.

— Sí... bueno... no... no sé, sé que no querés verme más, entonces pensé que esta vez teníamos que despedirnos correctamente, como los adultos que somos.

Nico acarició la mano de Luna y se quedaron en silencio unos segundos. Ella pensaba en cómo decirle lo que sentía, pero las palabras no salían. Finalmente, salieron todas disparadas, rápidas.

— Con Changuito tenemos una historia, ya lo sabés, esa noche yo estaba en pedo y él también, y durante unos minutos se sintió como si estuviéramos juntos de nuevo y entonces... él me besó y yo le correspondí, estaba acostumbrada a eso y lo hice —ahora le tocaba a Luna contar su parte— Yo te quiero mucho Nico, no quiero despedirme de vos, te pido perdón también, no quise hacerte enojar y... 

Él apretó la mano de ella, era suficiente, no necesitaba saber nada más, no quería sus disculpas porque sabía todo lo que había pasado. Nico se había equivocado, feo. Pero las últimas palabras, el hecho de que no quisiera despedirse de él, le dieron esperanzas.

— Entonces, ¿no me odias? —preguntó sin mirarla.

— No, Nico, yo... 

Luna respiró profundamente, lo que iba a decir a continuación podía arruinar todo para siempre. Nico podría salir corriendo, podría corresponderle o simplemente decirle que era muy rápido, pero de cualquier manera las palabras salieron como si nada, como si fuera natural.

— Yo te amo Nico, lo he hecho desde que te fuiste hasta que te volví a ver y...

Rápidamente, Nico se levantó disparado del borde de la cama. Luna se quedó en silencio, no pudo continuar. Él empezó a dar vueltas por la habitación sin mirarla. Le latía el corazón a mil por hora, ¿cómo le decía lo que pensaba?

Me ama, la puta madre, me ama.

— Luna —dijo él, arrodillándose delante de ella, avergonzado, ansioso, todo junto— ¿Me lo decís en serio?

Ella simplemente asintió, los ojos se le volvieron a poner llorosos, ¿eso era lo único que podía decirle después de haberle confirmado su amor?

— Y porque te amo, creo que lo mejor es...

— No, lo mejor nada, no te eches atrás ahora —la interrumpió Nico— Luna, yo... yo también te amo. 

Los dos se quedaron en silencio, Nico arrodillado enfrente de ella y Luna mirándolo a los ojos. Las palabras de él llenaron el lugar de una extraña tensión que no había estado antes.

— ¿De verdad me lo decís? ¿No me lo decís porque yo te lo dije? —preguntó Luna, tomando las manos de Nico y apoyándolas en sus piernas. 

— ¿Por qué haría eso? Sabes que yo no soy así.

Luna quería saltar en la cama, dar una vuelta carnero, treparse a Nico y no soltarlo nunca más. Pero se sentía insegura, ¿y si en realidad solo lo decía de una forma desesperada para no perderla?

— ¿No te arrepentís de haberme conocido? —insistió Luna.

— Ya te dije que no, todo lo contrario.

Nico volvió a sentarse a su lado sin soltarle las manos. Los dos se las miraban y cada uno le acariciaba la mano al otro. Se quedaron en silencio durante varios minutos, recalculando lo que acaba de pasar. 

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | Nico Figal (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora