Capitulo 22

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Capitulo 22

No era verano, estaban a mitad del invierno, por lo que Severus no comprendía porque tenía tanto calor, sabía que no tenia anda que ver con el vapor del caldero al que agregaba ingredientes. Incluso, sus manos se sentían frías, pero ya se había sacado la bufanda, esa que Sirius le había obsequiado, tenia recogido el cabello y estaba pensando en quitarse la capa y arremangarse las mangas de la camisa, pero solo aflojo su corbata y abrir un par de botones de su camisa, porque necesitaba aire.

Claro que el calor no surgió de pronto, sino a partir del recuerdo de cómo había tenido un orgasmo a manos de Sirius Black la tarde del día anterior en los pasillos de la biblioteca. Al ver que la hora en el que el entrenamiento del equipo de Gryffindor estaba llegando a su fin y que, seguramente, Sirius se aparecería por el lugar a molestarlo, el recuerdo pego en su mente y el calor comenzó a subir, pero era imposible que este fuera tanto con las temperaturas en las que se encontraban.

Debía admitirlo, al menos para sí mismo, las sensaciones antes, durante y después del orgasmo habían sido tan nuevas, como increíbles y aterradoras, todo su cuerpo se sentía maravillosamente bien y eso mismo lo asustaba. No pudo terminar la clase de Regulus, ni siquiera avisarle o despedirse, solamente huyo a su habitación. Regulus, estaba realmente enojado con él, ni siquiera creyó la excusa de que se sintió mal y había actuado algo resentido y lejano durante el desayuno de esa mañana.

— ¡Severus!—apreció de pronto Sirius haciéndolo sobresaltar en su asiento, por más que lo esperaba.

—Sirius—dijo a modo de saludo cuando este tomó asiento a su lado, llevaba puesto el uniforme de Quidditch, estaba sucio y desprolijo—. Apestas—sentenció haciendo una mueca con su nariz.

—Sí, es lo que suele suceder cuando haces deporte, te sudan las axilas y demás.

—Sí, no me agrada, aléjate—se quejo cuando Sirius se inclino sonriente—. Existe algo llamado jabón, si lo mezclas con agua y lo pasas por tu cuerpo, quita la suciedad, pruébalo—Sirius soltó una carcajada.

—Me encanta cuando estas de buen humor.

—No estoy de buen humor.

—Usas tu sarcasmo, estas de buen humor—comenzó buscar algo entre su uniforme—. Te traje algo, no está con olor ni aplastado porque lo agarre al terminar de entrenar de camino aquí—saco una bolsa de dulces—es para ti.

— ¿De dónde sacaste dulces de nuevo?

— ¿Quieres que te mienta?—Severus arqueo una ceja—. S me dices que igual los comerás, te digo la verdad—Severus abrió la bolsa y comenzó a comerlos—. Se los quite a unos niños de primer año—Severus lo miro sorprendido y a un segundo de regañarlo—. Estaban peleando y uno le lanzo un hechizo al otro, entonces empezaron a lloriquear porque no sabían como resolverlo—comenzó a explicar—. Fui bueno, los ayude, pero me robe la bolsa de caramelos por la cual peleaban.

— ¿Y la mentira cual sería?

—Se los compre a alguien más—la respuesta de Severus fue una mueca—. Te ves realmente bien hoy—casi suspiro Sirius apoyando un codo en la mesa y su barbilla en la palma de su mano.

—Me veo como siempre.

—No, tu piel brilla más, se ve más suave, tienes un sonrojo sexy, acompañado esa camisa abierta que te da un look más relajado del siempre correcto y perfecto estudiante... ¿tiene algo que ver con los gemidos de ayer?—el rojo subió al rostro de Severus con rapidez—. Oh, sí tiene que ver.

—Si no quieres en tu cabeza el preparado de poción que hago, mejor cállate—amenazo.

—Pero si yo también lo disfrute, digo, fue muy solitario estar con mi mano, peor...

Detrás de lo que veíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora