Estaba oscuro, no podía ver absolutamente nada, estaba seguro de tener los ojos abiertos, pero solo veía negro, estaba recostado de algo, no muy cómodo a su parecer y cuando intento moverse fue inútil, ambos brazos estaban sujetos a sus costados impidiendo el movimiento al igual que los tobillos. Se desespero, los grilletes que le ataban empezaron a dolerle por los movimientos bruscos al intentar desatarlo, los nervios empezaron a nublar su raciocinio y empezaba a temblar.
- Tranquila pequeña, no te voy hacer daño.- reconocía esa voz, pero no sabía de donde provenía y con ella vino una luz blanca que lo cegó por minutos.
Su voz no salía, pero al acostumbrarse a la luz pudo notar donde estaba. Era un consultorio, un consultorio médico, de paredes y muebles blanco, ahora sabía que estaba en una camilla y frente a él el hombre que lo había salvado. El doctor Morí Ogai
- doctor Morí, ¿Qu- que hago aquí?.- no pudo evitar el escalofrío que desarrollo por la sonrisa cínica del mayor. Junto a este se encontraba una pequeña niña rubia, la había conocido hace un para de semanas y jugaba aveces con ella, era Elise.
- tranquila cariño, solo empezaremos un tratamiento para que te conviertas en una chica grande y fuerte.- respondió con calma el mayor, mientras le hacía una seña a Elise para que empezara a buscar los implementos que necesitaría.
- pero.. pero yo no soy una niña.- pobre inocencia, si hubiera sabido lo que provocaría.
El mayor tomo su rostro con brusquedad mientras lo jalaba hacia él, no le importaba herirlo un poco por la posición de sus brazos y piernas, ni le tomo importancia a los quejidos que el niño soltaba.
- Ahora vas hacer una niña, me entiendes, serás la más hermosa y obediente niña, serás mi hermosa Aiko ¿Lo entiendes?.- las lágrimas empezaron a brotar de los ojos cafés, no sabía en el infierno en donde se encontraba.
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- No es hermoso este vestido Aiko.- hablo Morí, mientras le mostraba un vestido pomposo color vino al niño de 11 años que se encontraba en ropa interior en la oficina principal de la mafia.
- No quiero llevarlo, eso es para niñas.- no había acabado la frase cuando un golpe se estrelló contra su costado.
- ¡Eres una niña! ¡Eres Aiko Morí!, y harás lo que yo diga.- se levantó para mirar desde arriba al niño que se levantaba lentamente del suelo, evitando inútilmente las lágrimas.
- si.- contestó
- ¿"sí "que?.
- Si maestro.-
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-¡Mirate! ¡eres toda una señorita!.- Morí estaba contento, y eso era asqueroso; el vestido color rosa pastel que llevaba era una nueva fantasia de su señor.
El pelinegro no dudó en acercarse a la chica que estaba a unos pasos del baño de la habitación, había comprado ese vestido hace poco, solo para que la chica de 13 años lo modelara para él. No pudo evitar tirar su cabello hacia tras para delinear su hombro con las llemas de sus dedos y aspirar el dulce olor a naranja que desprendía el perfume de la castaña
- estás preciosa mi bella muñeca.- susurró el mayor en su oído, no podía hacer más que voltear al lado contrario, mientras sentía los húmedos labios y las grandes manos en su lastimada piel, producto de las feromonas, entrenamientos y castigos, todos ofrecidos por el hombre que ahora gazaba de ella.
Se sentía asqueada.
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Despertó antes que el propio sol, podía ver el cielo nocturno por la única ventana del ático que daba directamente en su cara, su alarma aún no había sonado, y no lograba escuchar movimiento de las plantas anteriores. Se dispuso a mirar al techo, hundido de cabeza en sus recuerdos, mismos que lo atormentaban todas la noches, sueños que no podía evitar por las pastillas para el dormir que estaba obligado a tomar.
No pudo evitar levantarse y bajar las escaleras del ático, se dirigió directamente a la habitación principal donde el hombre mayor de la casa dormía, todo en la oscuridad, no como él que dormía con una luz de noche para evitar ataques de pánico.
El mayor despertó de inmediato al sentir el peso extra en su cama, estaba acostumbrado a que se colaran en su habitación y más el castaño de vendajes
-tuve otra pesadilla.- habló el castaño mientras se acostaba junto al mayor mientras miraba el techo.
- ¿quieres hablar de eso?.- con una pausa, sin mirarlo inicio el relato
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Hola hola solecitos cómo están?
Sé que este capítulo parece un poco relleno, pero es para introducir esta nueva vida de Dazai
No tengo mucho por decir hoy así que estoy bien
Si tienen alguna duda no duden en preguntar
También pueden hacerle preguntas a algún personaje como quieran
Nos vemos luego
Bay Bay solecitos
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Mi Niña Amada
Fiksi PenggemarAtrapado Solo Obligado Estaba perdido, sin sentir, sin dignidad, sin derecho a elegir Atrapado en un cuerpo que no le pertenecía, verse al espejo con los diferentes vestidos, maquillajes y lazos en su cabello castaño. Era irreal Extraño. ¿Pero que p...