Mi Niña Amada

¿Investigaciones?

     Al parecer sus pensamientos no estaban acordé a sus sentimientos, su cerebro no respondía al cuerpo y su mente no estaba en su mejor momento. Sentía que las píldoras no estaban funcionando y solo pudo levantarse en piloto automático de la cama con un solo objetivo en mente.

     A pesar de no haber dormido nada en toda la noche, estaba más despierto que nunca y esperaba no encontrar a nadie que lo detuviera de su destino hoy.

     Era sábado, su día libre, así que no podían cuestionarlo por salir el día de hoy, vestido con su característico traje y sombrero, tomo las llaves de su motocicleta y su casco para salir del piso de departamentos en donde vivía.

     No contó con encontrarse con su jefa directa.

— Chuuya, ¿Adónde vas con tanta prisa?.— pregunto Koyo con una Kyoka junto a ella, que lo miraba sin emoción en su mirada.

— Buenos días Anne-san, solo voy por ahí.— respondió rápido, no quería perder tiempo.

— Iba a preguntarte si querías desayunar con nosotras, Atsushi también se nos unirá.—

— no gracias Anne-san debo hacer algo justo ahora, es una investigación importante nos vemos después, nos vemos kyoka-chan.— después de darle un beso a la mejilla a cada una salió corriendo al ascensor que tomo con rapidez.

— ¿tu entendiste lo que acaba de pasar?.— pregunto la mayor a Kyoka que solo negó con la cabeza sin expresión.— me temo que tampoco yo, bueno, andando no quiero que Atsushi sé coma todos los pastelillos de fresa.

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     Llegó a la casa de campo alrededor de las 8 am, le sudaban las manos al momento de estar frente a la puerta blanca que lo separaba de la persona que más había llegado a confiar, aún no entendía porque decidió volver, porque decidió no decirle a su jefe donde estaba, su mente aún le daba vueltas al asunto, pero, si quería una solución tal vez pasar más tiempo con el castaño resolviera sus dudas.

      No le dio chance de tocar cuando la puerta fue abierta por un chico de cabello negro, era el compañero de Oda en la ADA, no recordaba su nombre. El chico frunció el ceño al verlo de frente y unos hilos negros empezaron a emerger de él. No despegó su mirada.

— Ryo, ¿qué estás haciendo?.— pregunto una voz femenina sin contar de ver al pelinaraja en la puerta.

— ¿Que está haciendo usted aquí?.— le pregunto esta vez a él, sin despegar su mirada del otro respondió.

— vine a ver a Dazai.

— no tiene porqué venir aquí a arruinar la vida de Dazai-San y la nuestra.

— no te metas niña.— casi gruño el del sombrero.

— por supuesto que sí todos hemos luchado muy duro para tener lo que tenemos ahora y en su simp...— la chica fue interrumpida por una mano en su hombro, la otra mano desconocida se posó en el mayor de los hermanos para desactivar su habilidad.

— Niños dejenmelo a mi.

— Pero Dazai-San.— volvió a interrumpir

—  Soy un adulto, ustedes no deben de preocuparse por mis desgracias amorosas.— contestó con voz leve, un tono que Chuuya hace mucho que no escuchaba, mando a ambos niños adentro, salió y cerró la puerta para que los demás no escucharán.

     Algo que de igual forma no funcionaría, después de entrar, 7 adolescentes chismosos terminaron pegados a la ventana para ver a su maestro y al chico del sombrero.

— ¿Para que volviste?.— pregunto el castaño, con la misma voz que utilizaba como ejecutivo, esto a Chuuya le dolió.

— quiero respuestas.— era la verdad no andaría con rodeos. Pudo ver al castaño que llevaba una larga falda café y aretes esta vez. Eso lo dejo muy confundido.