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En todo este tiempo, tan largo y tan corto, fugaz y atormentoso para el omega, había podido encontrar a alguien a quien recurrir. Encontró a una amiga entre sus enemigos, una omega llena de sueños igual que él, una omega dulce y llena de vida; como lo fue él alguna vez en el furioso pasado. Joohyun se había vuelto su amiga y alguien que le brindaba mucho soporte a Jimin en este caudaloso mar de ira.

Había momentos en los que ya no podía con tanta amargura y se echaba a llorar como un cachorro, ella estaba ahí con él, guiandolo a una luz que le daba fuerza para seguir con sus propósitos.

Como había perdido todas las ganas de vivir se dedicaba a escuchar, observar y analizar, lo había hecho con todas las personas que hablaba pero sobre todo con Joohyun quien no le dejaba de hablar. Era muy graciosa, dulce e interesante. Había aprendido mucho de ella.

“Escuché que ayer tuviste una discusión.” Dijo ella sentándose a su lado, dándole una palmada en su espalda como forma de saludo.

“Ah, si.” Asintió. “Solo dije lo que pensaba y lo que sería.”

“¿Qué cosa?”

“No le daré a esta nación un heredero, o se hunden o Jungkook va a buscar suerte a otro lado.”

“Oh.” Asintió. “Eso era, cachorros.”

“Si.”

“¿Pero por qué no?”

“¿Eres tonta?” No se reconocía, él jamás hablaría tan toscamente, había crecido entre amor y flores, no entre espinas y riñas. Al parecer había absorbido como una esponja. “¿Cómo voy a querer engendrar a un bastardo suyo? Primero me abro las entrañas a tener la sangre de esos impuros.”

“El cachorro sería muy sano y fuerte, muy lindo también.” Sonrío. “Un cachorro tuyo y suyo…” Susurró con una pizca de melancolía en su tono de voz.

Llamando la atención de Jimin, la omega parecía absorta en sus pensamientos, pérdida en la fantasía de un cachorro engendrado por Jungkook y una vez pensó en su conclusión.

Joohyun estaba enamorada de Jungkook. Siempre que hablaban de alguna u otra forma el tema se dirigía al alfa, en su nobleza, su fuerza y su amabilidad, una fantasía a la que solo Joohyun parecía haber accedido.

“Joohyun.”

“¿Sí?”

“¿Y por qué tú no tienes un cachorro con Jungkook?” Soltó sin más, esperando la reacción para saber si lo que creía cierto o no.

La reacción no fue la esperada, ella se indignó, renegó y negó con la cabeza. “¿¡Cómo puedes sugerirlo!? ¡Jamás entraría en mi cabeza algo así! ¿¡Cómo eres capaz!?” Estaba roja de la furia. “Los únicos cachorros que deben haber son los de parejas marcadas.”

“Esta bien, tranquila. Solo lo dije porque… te veías más entusiasmada por un cachorro que yo.”

“Lo decía para que te entusiasmaras. En algún momento podría pasar y—”

“No pasará, Jungkook jamás puso una mano en mi. Y quiero creer que jamás lo hará.”

“No lo hará. No es un monstruo.”

“¿No lo es?” Sonrió sarcásticamente. Para él, si era uno.

“No.” Suspiro. “Volviendo al tema. Cuando suceda, quisiera que encuentres alegría en ese cachorro.”

“Yo no encontraré la felicidad, Joohyun, yo la tomaré con mis manos. Tomaré mi felicidad, de eso no te preocupes.” Las palabras de Jimin siempre lograban confundir a la omega.

¿Quién podría imaginar que la felicidad de Jimin vendría de la sangre derramada de sus captores? ¿Como la felicidad vendría arrebatando otra? Para Jimin era lógico.

En la cima de sus jerarquía se sentaba a no hacer nada, los demás omegas tenían sus distintas tareas, incluso Joohyun tenía su propio trabajo designado pero él no y eso le frustraba; porque hacía todo más lento y hacia que buscará agujas en un pasto inmenso en la oscuridad.

Pero a veces en ese aburrimiento y en el silencio que era acompañado al lado de su única amiga, le gustaba tanto observar a la gente que llevaba la sangre pura, esa misma que le prendió fuego a todo lo que amaba y conocía. Le gustaba admirar las distintas vidas que circulaban en la nación, aprendía de todas ellas.

Y lloraba por todas ellas, porque en algunas se encontraba y en otras encontraba a sus amados. Como ahora que en la distancia veía atontado a una pareja que sonreía sosteniendo entre sus brazos a su cachorro recién nacido, podía incluso escuchar sus risas de gozo y alegría. Sentía mucha envidia y mucha tristeza: ese tenía que ser él. Tenía que haber hecho una familia con su destinado, debió de pensar en cachorros al lado de su alfa especial. Ese debió ser él, quien estaba feliz, pero no lo era.

No lo sería.

La pena y la amargura pudo más que él, estaba tan azul que no podía seguir respirando y si seguía sentado ahí moriría. Se despidió con una palmadita en la espalda de su amiga y se fue para distraerse un poco de su angustia.

Llegó a los cultivos donde betas y algunos omegas cosechaban, en su desesperación por buscar algo de distracción al sonido de su corazón haciéndose pedazos se metió y tomó una picota para comenzar a ayudar. Sabía que hacer y la actividad le recordaba a su vieja vida, cuando en otoño se iba a los huertos para ayudar a su gente con la comida que se servirían. Fue una mala idea meterse en huertos ajenos, porque no era suya, esa tierra no tocaron sus manos y no sabían de su existencia; por lo que se le hizo imposible siquiera sacar una raíz.

Y todo le llevó a un mar de lágrimas, un mar de amargura con sus lágrimas salandole la lengua. Hacía fuerza para sacar las papas de la tierra pero solo lograba partirlas y llenarse de más frustración, entre impotencia y lágrimas fue sacado de la huerta con un empujón.

Todo lo que Joohyun hablaba vino a su cabeza en cuanto vio a Jungkook pararse frente a él con el ceño fruncido, desaprobando lo que hacía, recordó que ella dijo que el alfa era amable y noble; pero en esta acción no había nada de eso. Ambos conocían distintas versiones del alfa alto y con una cicatriz profunda en la mejilla.

“Déjame.” Se levantó del suelo, estaba sucio por la tierra y sus lágrimas, aún así tomó la herramienta y siguió con su trabajo.

Pero el alfa no se lo permitiría, lo tomó del brazo para sacarlo del cultivo pero el omega hizo fuerza para que le dejara en paz, comenzaron a forcejear y la situación escaló tanto que Jungkook tuvo que derribar a Jimin para que le hiciera caso. Sometiéndolo en la tierra y pisandolo aún más.

“¡Deja de comportarte como un alfa!” Gritó sosteniendo sus dos brazos por encima de su cabeza. “Hablando sin permiso, poniéndote como una autoridad y haciendo lo que se te entre en gana, deja de comportarte así.”

“¿Por qué?” Siguió forcejeando, pataleando mientras trataba de quitarse al alfa de encima. “¿Piensas que seré mejor alfa que tú?” Dijo burlándose de Jungkook, tomando su nervio para lastimarlo con lo que había sucedido.

El alfa soltó los brazos del omega para tomar con fuerza bruta su rostro, la piel se hacía roja entre sus dedos y seguramente se pintaría en morado para el día siguiente. “No podrías, un sangre impura como tú nunca podría.” Y soltó su cabeza contra el suelo logrando que se golpeara con fuerza, lo tomó del brazo y lo arrastró fuera de la cosecha.

Aún forcejeaban con menos fuerza que antes, retomando la rutina de violencia que comenzó desde que se conocieron. Un círculo interminable que se quebrara en algún momento.













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El canto de los lobos ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora