El canto de los lobos ; km omegaverse

XV

Una vez más despertó empapado en sudor, su cuerpo ardía mientras sentía mucho dolor en distintas partes de su piel, se levantó de golpe al no poder parar el dolor.

“Quédate quieto.” Escuchó cerca suyo, sintió una fría mano sobre su abdomen empujarlo para que volviera a acostarse.

Tenía la vista nublada por haberse levantado tan rápido, pero podía distinguir el perfil de Jimin y podía reconocer su tacto frío. Se hizo en su pedido, recostandose una vez más sobre la superficie plana sin saber lo que pasaba.

Recordaba entre luces lo que había sucedido antes de despertar en sudor, pero no del todo. Recordaba estar ahogado en rabia por alguien tocando lo que era suyo y después nada más. Perdió los estribos por Jimin.

Una vez más se quejó por el dolor que su cuerpo sentía y con la vista más clara se dio cuenta que su abdomen estaba manchado de sangre, su sangre y Jimin la limpiaba. Las manos de su omega estaban manchadas en su sangre mientras trataba de cerrar las heridas abiertas, se empapaba de su sangre para curarlo; se ataba a él dejando que su sangre le reclamé como suyo.

“¿Que paso?” Pregunto conteniendo el dolor que le causaba la aguja fría que cosía su abdomen.

“Tuviste una emboscada.” Dijo concentrado en su trabajo. “Te hirieron con una flecha en el brazo y te apuñalaron con una navaja. Por suerte logramos salvarte.”

“¿Logramos?” Frunció el ceño, no veía a nadie más. “¿Dónde estamos?”

“Con mi gente.” Levantó su mirada, era fría y distante. “Mi tía y yo te salvamos la vida. Tu vida fue resguardada en el lugar de mi gente.”

Jungkook no dijo nada, volvió a recostarse para dejar que Jimin siguiera con su trabajo. No lo entendía, había conseguido la perfecta oportunidad para desquitar el odio y rencor que guardaba detrás de esos afilados ojos, podía dejarlo morir como a un perro vagabundo pero no lo hizo.

¿Por qué? Se preguntó mientras veía las lentas acciones de su omega.

Aún, después de mucho tiempo, Jimin se mantenía como un gran misterio para él, no sabía y ni podía adivinar lo que había dentro de su cabeza. Solo sabía del rencor que sus pupilas acumulaban, pero nada más. No sabía nada de él.

No sabía su historia, solo su desgracia.

Y le frustraba, porqué desde el primer momento en el que lo conoció sintió una curiosidad infinita por el omega, curiosidad que jamás pudo resolver pues todo se hizo cenizas antes de lograrlo.

Recuerda aquella vez, cuando en su forma de lobo caminaba por los bosques para matar el aburrimiento, perseguía liebres por diversión hasta que una risilla le llamó la atención. Recuerda que se acercó sigilosamente a las personas que merodeaban por los bosques teniendo su primer encuentro con el omega que ahora era suyo; desde ese instante encontró fascinante la belleza de Jimin.

Su interés por el omega nació a base de su belleza, jamás había visto a un lugareño tan bello como él; con las mejillas rosadas, la piel tersa y algo pálida, el cabello de un ángel y una voz melodiosa. Desde ese momento consiguió tener una especie de obsesión por el omega, iba todos los días a observarlo llegando al punto de saberse el horario por el que merodeaba por los bosques, su pequeña obsesión le tomó y envolvió cuando se sintió vacío por no tener una parte de aquel omega.

Fue cuando planeó su pecado, no soportaba la idea de otro hombre u otra mujer tocando lo que él creía le pertenecía, se volvía loco al ver al omega con otro alfa sonriendo, él era suyo y tenía que llevárselo. Investigó a su manada y a su lugar de residencia encontrando buena fertilidad en la tierra, un buen motivo para invadir aquello y tomar lo que le pertenecía.

Al principio su plan sólo era secuestrarlo para volverlo uno de sus juguetes, pero cuando su gente peleó de vuelta por sus tierras incendio todo, mato a todos los que pudieran tener el control y buscar venganza, destruyó todo por el simple capricho de tener a alguien que jamás le pertenecía si no era por la fuerza.

Miraba a Jimin y se tragaba los quejidos de dolor, en el omega estaba el pecado lujurioso por el que estaba condenado, el omega era el recordatorio de cómo arruinó sus vidas. Jimin no le pertenecía y haber hecho lo que hizo solo enredo sus destinos.

Porque cada uno tenía su propio camino, ahora estaban enredados y cayendo por los hoyos que se formaban.

“¿Por qué usas plantas?” Pregunto.

“Es medicina.”

“Son plantas.”

“De aquí viene la medicina que tienen en frascos. Usamos plantas porque vienen de la tierra que nos trajo, venimos de ella y volveremos a ella.” Dijo mientras pasaba pétalos empapados sobre su herida.

“Entiendo…” Susurró.

“¿Lo haces?” Lo dijo para sí mismo, Jungkook logró escucharlo.

Comprendía que Jimin lo veía como un monstruo, estaba en su derecho, le había arruinado la vida a pesar de haber tratado de resolver su pecado.

Cuando destruyó con todo lo que Jimin amaba sintió remordimiento, por lo que no pudo solo mantenerlo como un juguete que luego pasaría a las manos de otros; por eso es que tomó la decisión de volverlo su pareja. Pero su vida había sido arruinada.

Pero no podía pensar en dejarlo irse, no cabía en su cabeza regresar sin el omega por el que incendió todo, no dejaría al omega por el que se condenó a un infierno ardiente.

Se pertenecían, su destino por más enredado que este era al lado del otro y sería así.

Con este cuidado la obsesión de Jungkook por Jimin creció, su corazón palpitaba como loco viendo al omega limpiar su sangre; repasaba con su vista los rasgos tan finos del omega y contaba sus pestañas mientras continuaba con sus cuidados.

Está fijación por su pareja le tenía tan abrumado, solo pensaba por su deseo de mantenerse a su lado. Se sentía enfermo por no poder tocarlo, se sentía enfermo por sentirlo tan lejano a él.

Viéndolo de reojo se prometió resolver la curiosidad que le causaba su omega, necesitaba conocerlo y saber quién era.

Dar pasos para desenredar sus hilos.