XII

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La mañana era helada, se levantó sudando frío y con un dolor agudo en la costilla derecha. Se levantó de golpe sentándose y mirando por reflejo a su lado sin poder encontrar a nadie. El dolor en su costado se agudizó y sus pies se helaron, no era normal sentirse tan muerto por la mañana y no era normal no poder oler el aroma de su omega.

Así que se levantó y salió del lugar, como un perro desorientado miró por todos lados y comenzó a correr para encontrar al omega que le pertenecía. Tras no tener ninguna pista de su aroma se aturdió tanto que se congeló en su lugar, tomando del cuello a uno de sus soldados.

“Busca a Jimin y tráelo conmigo.” La orden no estaba dicha con el tono peculiar, pero en aquel de necesidad y capricho que si alguien se atrevía a negarse le arrancaría el cuello.

Espero en su lugar, congelado en él mientras sudaba frío y escuchaba hasta el zumbido de la mosca que volaba a centímetros. Debía oler a muerto por eso hasta un cuervo le veía desde lejos.

El soldado que llamó para que trajera a su omega volvió sin nadie, le miró con miedo por informar la mala noticia. “No encontré al omega, nadie pudo hacerlo. Señor, tememos que se haya escapado.”

Escuchó un pitido en sus orejas y empezó a ver borroso, en su estado convaleciente por la noticia se dirigió a los corrales. Tomó a su caballo y se equipo con algunas armas por si se encontraba con algún enemigo, no pensó mucho antes de subirse a él para emprender su búsqueda por quien le pertenecía.

“¿Qué haces?” En su aturdimiento pudo reconocer la voz de su madre, pero no se interesó mucho pues quería salir de ahí, quería buscar lo que era suyo.

“Jungkook.” Ni siquiera con la voz de su padre se movió, tomó las riendas y comenzó a caminar para cabalgar. “Detente.”

“Hijo, baja de ahí.” Su madre puso su mano sobre su muslo, él la retiró. “Jungkook.”

“¡Baja de ahí! ¿Qué crees que haces?” Su padre se puso en medio de su camino, no lo dejaría seguir y se impondría a él. Como siempre lo hacía, siempre delante con un ceño fruncido.

“Retírate.” Dijo claro y fuerte. “Retírate.” Repitió.

“Baja.”

“No.”

“Jungkook, por favor, estás aturdido.” Dijo su mamá. “Mandaremos soldados para que busquen a Jimin.”

“No, lo haré yo, es mi omega y tengo que ser yo quien lo traiga.” Dijo. “Ahora retírense.”

“¡No te moverás de aquí, ya baja!” Su padre trató de tomar la rienda pero todo el ruido hacía que el caballo se asustara y comenzara a pararse en dos patas para alejarlo. “¡Basta Jungkook!”

“Déjame en paz. Iré por mi omega y nadie lo impedirá.” Dijo mientras el caballo seguía golpeando el piso con sus dos patas delanteras para que se alejaran, haciendo espacio para escapar e ir por Jimin.

Al conseguirlo galoparon lo más rápido que podían, escuchando los gritos por detrás, casi en su oreja se gritó la orden de su padre para traerlo de vuelta sano y salvo. Se escapó con todo el alboroto por detrás, sin pensar con claridad en sus acciones y algunas consecuencias.

Tenían muchos enemigos, al arriesgarse a salir con unas cuantas armas y solo ponía en peligro su cabeza, al ser el comandante en el ejército y el líder pronto a coronarse muchos querían traer su cabeza entre sus manos. Pero no dimensiono eso al escapar para traer a Jimin de vuelta a su lado.

No pensaba gracias a él, su cuerpo se helaba al tenerlo tan lejos de él y moría con cada respiro soltado. Su vida acabaría si no lo encontraba.

Estaba tan desesperado con tenerlo de vuelta a su lado que no sabía a dónde se dirigía, solo siguió el latido de su corazón que parecía poder detenerse en cualquier momento.

Tenía que encontrarlo, sin él moriría.











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El canto de los lobos ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora