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¿Cómo era posible que su vida pudiera acabarse una vez más? Se sentía así, después de su primera muerte tenía la segunda. La primera al perder todo lo que conocía y amaba. La segunda la tenía ahora al ser arrebatado de todo lo que le recordaba a su manada, era despojado de su identidad como un heredero de la manada de Romanthia.

Dibujos permanentes sobre su piel era lo que caracterizaba a los suyos, porque la tinta blanca que les adornaba era recolectada del océano y combinada con piedras preciosas. Los primeros dibujos que le fueron concedidos estaban en su espalda; representando la fase lunar en la que nació, su característica como heredero al liderazgo estaba en sus clavículas; líneas finas que contabilizaban los años de la existencia de su manada, la representación de su futura unión con su destinado estaba dibujada en sus dedos. Pero ahora todo estaba siendo reemplazado en su cuerpo adolorido.

Lo que alguna vez lo diferenciaba de todos estaba borrado, las líneas blancas que dibujaban en su piel habían desaparecido y habían sido reemplazados por el negro y el rojo; colores que representaba el poder y la fuerza de esta manada que lo había tomado a la fuerza. Rojo y negro borrando la tinta blanca, una vez más perdiendo ante los Jeon. Una vez más perteneciendole a ellos.

No tenía fuerzas para seguir llorando, no pudo llorar cuando le despojaron de sus ropas y lo bañaron en agua helada para quitarle toda la impureza de su pasado, no pudo llorar cuando lo sometieron para que dibujarán con tinta desconocida en su piel, estaba cansado.

Solo quería huir de ahí, reencontrarse con su padre y poder volver a las cenizas de los suyos. Abrazar a su padre y compartir el duelo de perder todo lo que amaban juntos, esperaba que pronto fuera por él, esperaba que lo rescate.

"Veo que ya te rompieron por completo." Le dijo uno de los que se encargan de dibujar en su piel. "Dejaste de patalear y ahora aceptas lo que hay. Buen chico."

Por poco tiene un ataque al escuchar la última oración, no era un buen chico, no le debía obediencia a sus verdugos. Gracias a lo que el beta le dijo la rabia volvió a su cuerpo, no podía permitir que le arrebataran su identidad; ya no podía seguir perdiendo pedazos de su alma a manos de estos seres de maldad pura.

Así que una vez más peleó, no podía dejar que lo siguieran marcando como propiedad de los Jeon.

La inocencia de Jimin aún permanecía intacta, su pasado era más blando que lo que enfrentaba ahora, solo cayó en la provocación de los de su alrededor para que lo siguieran rompiendo. Porque Jungkook lo necesitaba casi muerto en alma para marcarlo como suyo; pues desde el primer momento en el que sus ojos se posaron en él comprendió que Jimin era una presa difícil, un reto para domar, así que recurre a destruir su espíritu para que sea el omega modelo.

"¡Tendrán que rogar a todos los dioses para que mi padre encuentre misericordia en quitarles todo!" Gritó mientras trataba de morder las manos que lo mantenían quieto.

"¿Tu padre?" Uno de los alfas que supervisaba preguntó con gracia, por poco y riéndose en la cara de Jimin.

"¡Sí!" Le miró a los ojos, con rabia y tratando de imponerse a él. "¡Pedirán misericordia por todo lo que hicieron!"

"Pero si tu padre está muerto." Dijo con una sonrisa macabra.

Deteniendo de golpe el mundo de Jimin, quitándole el aire de los pulmones e instalando un gran dolor en su pecho.

"¿Q-qué?" El pequeño omega que daba toda su fuerza luchando contra las manos que lo mantenían en su lugar tartamudeo perdido, no podía creerlo, no quería.

"Jungkook se encargó de exterminar a todo aquel que pudiese tomar el liderazgo de tu manada, primero se encargó de tu padre, de tu madre, tus tíos y te tomó como prisionero. No existe nadie cercano a ti, no sé de dónde sacaste que tu padre podría volver, fue el primero en morir."

El canto de los lobos ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora