XXIV

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El frío no podía seguir siendo una excusa válida para Jimin, su cuerpo se había acostumbrado después de mucho al cambio de clima. Sentía mucho asco de sí mismo por haberse encontrado queriendo el calor de Jungkook, sentía ganas de vomitar cuando su corazón latía por los recuerdos de haber dormido abrazado al alfa durante tres días.

No podía seguir así, se estaba volviendo loco por las náuseas que toda la situación le provocaba. No podía ser.

Se perdía en la neblina que este invierno parecía traer.

Mantuvo su lejanía con Jungkook, se alejó bruscamente de él provocando mucha extrañeza en el alfa, volvió a dormir lejos de él y buscó refugio en el hogar de su mejor amiga. Si pasaba más tiempo al lado del alfa se perdería por completo, dejaría de ser él y se traicionaría.

“¿Otra vez?” Le preguntaba Joohyun con una sonrisa, siempre bromeando y dándole un espacio para que duerma. La compañía de la omega le recordaba quién era, su dulzura y amabilidad le recordaba quién fue hace mucho tiempo; estar al lado de ella le recordaba porque haría lo que haría.

Dos situaciones distintas, con Jungkook recordaba en lo que se había convertido y con Joohyun recordaba quién fue alguna vez perdido entre las olas.

Y la lejanía con su alfa noche tras noches le provocaba otro mal, uno del que estaba muy consciente porque su estúpido omega se había acostumbrado a la cercanía y calor que le propinaba la pareja autoproclamada.

Estaba mal, no se sentía él mismo. Y no quería perderse, no quería perder una vez más por Jungkook. No lo permitiría.

¿Pero cómo podría ser? Si ahora en el baile por la cosecha su corazón palpitaba descontrolado al ver a Jungkook bailando con niños. Su omega sonreía al ver la energía jovial con la que el alfa disfrutaba de bailar. Él sonreía al ver los pasos que su gente le había enseñado para celebrar su cosecha.

Él le sonreía a Jungkook.

Y sentía asco por sus sentimientos, sentía asco por sus acciones, sentía asco de sí mismo.

“¿Pasa algo?” El alfa vino hacia él, sus emociones tal vez habían sido mostradas por demás; su pánico se debió sentir tanto que el alfa tuvo que venir a asegurarse de que estaba bien.

“No.” Se limitó a responder. Sintió un hormigueo pasar por sus manos y su estómago, quería acercarse más al alfa.

“¿Seguro?” Levantó su mano y la puso en su frente, tocó sus mejillas e hizo una mueca. “Estas con fiebre.”

“No, estoy bien.” Sentía su cara caliente por el dolor de cabeza que le provocaba tener a Jungkook cerca. Sentía que explotaría.

“Ven, te daré un té de hierbas para que tú fiebre pase.” Tomó su mano. Y Jimin se quería morir.

El tacto duro y caliente de Jungkook hacía contraste con su tacto frío. Su calor le provocó un revoltijo en su estómago, su corazón latió aún más rápido y sus mejillas se colorearon aún más.

No era él, estos sentimientos no eran Jimin.

Rápidamente se soltó de Jungkook, dio un paso atrás y con pánico en su rostro quiso alejarse lo más rápido posible. Pero el alfa le sostuvo para que se quedará con él.

“¿Qué te pasa?” Frunció el ceño, la actitud de Jimin era nueva. Tenía un miedo profundo y la palidez por el pánico le asustaba.

“¡Déjame!” Grito llamando la atención de todos. Los ojos se pusieron sobre él y al sentirse atrapado, pequeño como un ratón. Corrió del lugar, espantado y lleno de confusión corrió hacia un pequeño arroyo.

Miró a la luna y sintió como las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.

No podía creerlo. No quería hacerlo.

Las lágrimas podrían hacer un río, un océano de su miseria en donde todo marino podría perderse, como él.

“No me hagas esto.” Dijo a la luna. “No me castigues así, ¿que hice para merecer esto?” Preguntó sollozando, pasó sus manos por su rostro frustrado por lo que pasaba en su interior.

En todo su odio, entre su rencor y en su miseria, nació algo que creía muerto en él: amor.

Sentía amor por el hombre que había destrozado su vida. ¿Cómo podría ser?

Nada de eso estaba bien. Se estaba traicionando a él y a los suyos.

Entre lágrimas, aceptó que su odio había traído su amor.








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El canto de los lobos ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora