Al calor de las brasas

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Pov: Lucy

Por la mañana el sol entró iluminando cada rendija entre las maderas de la casa. La casa se había calentado y me desperté por el calor. Me incorporé sobre el colchón, mire al costado. Estaba durmiendo sereno, sus labios agrietados por las heridas, sus moretones ya estaban curando por otro lado. Casi no se veían. Su pecho subiendo y bajando por la respiración. Decidí ir a buscar unas flores cerca del lago para distraerme, los últimos días me había sentido muy confusa. Aún no había logrado asimilar todo lo que había estado pasando en las últimas semanas.
Un rato después estaba recostada en la hierba. Observando el cielo despejado, libre de nubes. Me había prometido a mi misma que no iba a matar a nadie en los juegos, y lo había hecho, aún tenía la sangre de ese tributo en mi organismo. Me sentía contaminada, mi corazón estaba herido y el remordimiento era indescriptible.
Lo había matado con mis propias manos cual animal salvaje. Nunca había experimentado algo así, ni siquiera en los juegos anteriores. Me sentí avergonzada de mi comportamiento, yo siempre crei en los límites entre la bondad y la maldad. Y que uno podía decidir si cruzar ese límite o no. Pero yo no había decidido cruzarlo desde una primera instancia, y sospechaba que lo había hecho.
La razón es lo que nos separa de los animales, y la había perdido completamente sucumbiendo a mis instintos.
Me senté y observé el horizonte, un sentimiento de desencuentro me recorrió de los pies a la cabeza. Las lágrimas corrieron por mis mejillas quemándome desde la comisura del ojo hasta el cuello.
Cada vez que me encontraba cerca de Coriolanus, cerca de su mundo, terminaba descontrolándome. Y en el Capitolio se hacen llamar los más civilizados. Estaba sucia.

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Pov: Coriolanus

Ya me sentía mucho mejor, casi no tenía fiebre y la mordedura había cicatrizado a la perfección gracias al ungüento de Lucy Gray. Levante solo, me dirigí a la despensa, nos estábamos quedando casi sin provisiones, iba a tener que hacer algo al respecto. Salí de la casa en busca de Lucy Gray para avisarle de la situación. Camine a su encuentro, estaba echada en la pradera. Me senté a su lado, ella estaba concentrada en el horizonte mirando hacia adelante como si yo no existiera. Era algo regular en ella, ignorarme. De todas maneras yo también tendía a evitarla. La tensión siempre estaba en el aire.
— Oye, estamos bastante carentes de provisiones, esta semana tendré que hacer el primer viaje al distrito. Solo nos queda arroz para un par de días. — se dio vuelta para dirigirme la palabra y vi sus ojos completamente hinchados, tenia las mejillas enrojecidas. ¿Había estado llorando?.
— ¿Estás bien?, ¿te ha pasado algo?. — preocupado me aproxime más y comencé a chequear que no esté lastimada.
— Estoy bien, realmente no es nada. — dijo acomodándose el cabello y frotándose los ojos intentando disimular.
— Ey, puedes hablar conmigo. — dije retirando sus manos de su rostro con delicadeza. Por un momento sus ojos se humedecieron. Pude observar las pequeñas partículas brillantes en sus pupilas, a punto de caer y deslizarse por sus mejillas. Su iris color avellana brillaba con el sol generando destellos dorados. Me quede embobado observándola.
Se levantó de la hierva ignorando mis palabras por completo, dejándome con un nudo en el estómago.
— Iré al lago a asearme. — la vi caminar por el muelle hasta llegar a la punta.
Dejó caer su vestido y pude apreciar su figura a lo lejos , parecía tallada por los dioses de lo preciosa que era. Su pelo caía exacto por arriba de sus caderas, con pequeñas ondulaciones en las puntas. Haciendo un clavado perfecto se sumergió en el agua.
Me quede observándola nadar con gracia. Estaba perdido por completo. Una vez más.

🤍

Mi cuerpo se entumeció al entrar en contacto con el agua, sentía cómo el lago congelado me tensaba cada milímetro del cuerpo. Nade sin parar hacia el horizonte. Necesitaba sentir algo, y el agua penetrando mi piel me ayudaba a olvidarme de las atrocidades que había cometido. Desde el medio del agua vi como el sol se posaba sobre las rocas generando un brillo hermoso. La naturaleza me sanaba, me hacía recordar al covey, a mi familia, había hecho mis mejores canciones en este lago.
Una sonrisa melancólica se me escapo, seguida por una frustración desmedida. Todo había cambiado tanto, mi vida era otra, yo era otra, por más de que me encontrara en el mismo lugar...

🤍

Pov: Coriolanus.

Deje a Lucy nadando y me fui al bosque a buscar leña para calentar el ambiente. Esta vez con nuevas precauciones. No me adentre tanto y me enfoque en las pequeñas ramas, siempre mirando a mi alrededor. Como el acontecimiento previo me había dejado bastante traumado tarde en recoger todas las ramas. Ya era de atardecer cuando termine de reunir todo, con una soga hice un nudo que aprendí durante mis tiempos como agente de paz y cargue todo con facilidad sobre mi espalda.
Llegue a la cabaña esperando ver a Lucy pero no estaba. Deje la madera en la chimenea y me dirigí hacia la pradera.
Encontré un pequeño ramo flores tiradas sobre la hierba. Levante la vista en busca de Lucy pero no la encontraba por ningún lado. Minutos después divise su vestido aún tirado sobre el muelle. Habían pasado aproximadamente 4 horas desde que se había metido al agua. Escalofríos recorrieron mi cuerpo. Corri como un desesperado al borde del muelle. Gire la cabeza para todos lados pero no lograba verla, esto no podía estar pasando.
— LUCY GRAY!!! LUCY GRAYY!!! — Grite a todo volumen desde uno de los extremos del muelle. Al no escuchar respuesta comencé a quitarme la ropa con la intension de meterme para buscarla. Cuando estaba por tirarme, un ruido en el agua me llamo la atención.
Levante la cabeza y la vi a lo lejos entre las rocas emprendiendo nado hacia donde estaba yo. Parecía agotada, sus brazadas eran débiles, algo que me preocupó. Me puse los jeans y espere a que llegara al muelle. Estaba temblando y su rostro estaba extremadamente rojizo por el frío. Corri a la casa en busca de una manta.
Lucy salió del agua con dificultad. Su cubrió con las manos y me di vuelta para no incomodarla.
— Ya estoy vestida. — el camisón blanco se le pegaba al cuerpo por el agua, y su cabello aun chorreaba.

🤍

Pov: Lucy.

El viendo no ayudaba al frío que sentía en ese momento, había perdido noción del tiempo, recién me percaté ante los gritos de Coriolanus. Pero era casi de atardecer.
El sol ya estaba bajando a la altura del lago. Coriolanus se dio vuelta y me observo con una expresión de preocupación. Tomo una manta y pasó sus brazos al rededor de mi cuerpo para acomodarla sobre mi, quedamos a unos pocos centímetros del otro.
Levante el rostro y lo mire a los ojos. Sus profundos ojos imitaban el color del lago, una mezcla entre azul y algo de verde. Me hipnotizaron por completo. Sus labios rosados casi intactos. Y sus mejillas algo rojizas por su reciente exposición al sol.
— Gracias. — dije sin cortar el contacto visual. El aún seguía rodeando mi cuerpo con sus brazos.
— No hay porque. — dijo liberándose de mi contacto pero manteniendo la mirada. Mire sus labios y no pude evitar desearlos. Recordé nuestros besos apasionados, el sabor de su boca y la intensidad. No pude evitar acercarme unos centímetros a su boca, como si fuera involuntario.
Bajo su mirada a mi boca e inconscientemente se mordió los labios. Milímetros nos separaban. Podía escuchar su respiración agitada.
Una ráfaga de viento se presentó y un escalofrío atacó mi cuerpo haciéndome temblar.
— Ven vamos adentro. — dijo tomándome de la mano guiándome hasta la cabaña.
Una vez adentro prendió la chimenea, había reunido una gran cantidad de ramas. Unos minutos después ya se sentía el calor en el ambiente.

                                              🤍

Pov: Coriolanus

Lucy se quito la manta quedándose con su ligero vestido. Gracias a la humedad su pelo se había ondulado aún más, pequeños mechones decoraban su rostro. Me senté al lado del fuego y me imitó.
La note hipnotizada por las llamas, sus pupilas se agrandaban ante el brillante fuego. La luz iluminaba su rostro dándole una tonalidad rojiza.
— Porque hiciste eso?
— A que te refieres. — pregunto sin quitar la mirada de la chimenea.
— Sabes a que me refiero, estuviste en el agua durante 4 horas, podrías haber muerto de hipotermia, estamos entrando en el invierno. ¿En que estabas pensando? — pregunté levemente indignado, ya que la situación me había generado altos niveles de ansiedad.
— No lo se. — dijo bajando la cabeza. — no me siento yo misma, la culpa me carcome cada día más Coriolanus. — su expresión se ablandó.
— Lo se. — En eso éramos muy diferentes, Lucy había hecho lo que hizo porque fue forzada. Yo decidí mi destino, decidí convertirme en lo que era. Y lo abandoné por ella. Pero era diferente, la culpa la consumía.
Enterró su cabeza entre sus rodillas.
— Mírame. — dije mientras con un pequeño gesto levantaba su rostro. Lucy gray hizo contacto visual conmigo. Las llamas se veían reflejadas en el brillo de sus ojos. — Eres la persona más bondadosa que jamás haya conocido, tu te preocupas por la gente, lo que has hecho ha sido para sobrevivir, nada más. — una lágrima se deslizó por su mejilla al escucharme.
Inclinó su cabeza y se apoyó en mi hombro.
Me estremecí de ternura ante su dulce gesto. Nos quedamos observando el fuego, en silencio combatiendo nuestros pensamientos juntos.

Snow and Lucy Gray <3 The Ballad of songbirds and snakes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora