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Florencia

Me encontraba en mi pieza, escuchando música, a mi amado young cister. Hasta que mi paz se acabó cuando sonó mi puerta.

—Pase —hablé.

Sentí la puerta abrirse y vi a la persona más desagradable que podía haber visto hoy.

—¿Que queri? —solté pesada.

—Tu mamá está llamando a almorzar hace rato y eri la única que falta —hablo serio.

Solté un quejido y me levante de la cama, apagando la música. El Vicente aún estaba parado en la puerta.

—Ya escuché, ahora te puedes ir —lo mire.

—Tan simpática como siempre —dijo irónicamente.

—Y tu tan desagradable como siempre —le sonreí falsamente.

Salí de la pieza y escuché como soltó una risa.

—¿De que te ríes? —lo mire mal.

—De lo cabra chica que eri, no te he dicho nada y ya andas peleando.

—Mmm... ¿no será porque me caes mal? —pregunté con una sonrisa falsa.

Lo escuché reírse.

—Viste, pero espero caerte peor —hablo.

—No te preocupes, cada día es así —respondí.

Avance para bajar por las escaleras, hasta que a él también se le ocurrió hacer lo mismo, haciendo que chocáramos. Solté un suspiro y lo mire mal.

—Baja luego —solté molesta. Ya estaba acabando con mi paciencia del día este hueon.

—Las damas primero —mencionó mientras se inclinaba, solo lo ignore y comencé a bajar. —Aunque aquí no veo a ni una.

Inmediatamente me detuve y me giré. Golpeándolo con manotazo en la guata, escuché como se quejo.

—Ouch loca, altiro con violencia —soltó quejándose. —El otro día tu mamá dijo, no más violencia, ni física ni verbal. Deberías hacerle caso —dijo burlescamente.

Lo mire por última vez, antes de seguir bajando.

—Bueno, a veces te lo mereces —dije antes de bajar.

—Yaya, baja luego, antes de que con una pura pata te tire para abajo —soltó chistosamente.

—Jaja que chistoso. Eri ridiculo Vicente, que queri que te diga —escuché ue dijo algo pero no le tome mayor importancia. Seguí bajando hasta que llegue al primer piso.

Llegue al comedor en donde se encontraba mis papás junto con el Nico.

—Mandé al Vicente a buscarte porque te estabas demorando y se demoraron más —soltó mi mamá. —Cuanto apuesto que ya andaban peleando.

—Adivinaste mamita —mire al Vicente quien se encontraba a un lado mío.

Tome asiento a un lado de mi mamá.

—Parecen el perro y el gato estos hueones —soltó burlescamente el Nico, quien se encontraba sentado frente a mi.

—Nicolás, el vocabulario —hablo seriamente mi papá.

—Ya, mejor almorcemos y sin peleas por favor —hablo mi mamá, en forma de reto y eso si da miedo.

Iba comenzar a comer hasta que siento una mirada en mi, levantó la vista y se trataba del Vicente. Este me estaba mirando sin ninguna emoción, yo solo lo mire mal y seguí almorzando.

Me gusta un ahueonao Donde viven las historias. Descúbrelo ahora