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Florencia.

Me encontraba de lo más tranquila en mi pieza,  escuchando música mientras estaba estirada de guata en el piso. Estaba dibujado, este último tiempo me ha servido mucho para distraerme y había olvidado lo relajante que era. Poder expresar alguna emoción en un dibujo y tan solo ponerle algo de mi.

Estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo, en lo que te tenía frente a mi y en la música. Que cuando la puerta sonó pegue un saltito.

—Pase —hablé poniendo la vista en la puerta.

Una vez que se abrió y me dejo a ver quien era rodee los ojos.

—¿Que quieres?

—¡Oh! Hola Vicentito, gracias por venir otra vez, no sabes cuanto te extrañaba —trato de fingir mi voz—. Eso se dice, no que quieres.

—Sueña que algún día te diré que te extrañe —lo mire mal y volví la vista al dibujo.

—Ya veras —lo escuché decir.

Hubo unos segundos de silencio hasta que levante mi vista otra vez hacia el. Se había sentado en mi cama.

—No te deje sentarte en la cama.

Este levantó los hombros.

—Tampoco pensaba pedirte permiso.

Solté un suspiro.

—¿Porque no vas a molestar a mi hermano?

Este se cruzó de brazos.

—Mmm... es más entretenido molestarte a ti —sonrió.

—Cuando te pegue no sera entretenido, bueno para ti —lo amenace.

—Agresiva.

—¿Que haces acá? —lo mire cansada.

—Vine a verte. ¿Acaso no puedo?

—Yo no quiero verte —suspire—. Ya po Vicente, anda con el Nico.

Este dio una mirada a la puerta y después a mi.

—No quiero.

Lo mire extrañada por unos segundos.

—¿No quieres? ¿Por?

—No esta.

—¿No está? ¿Y a donde fue?

—Dijo que iba a juntarse con la Martina —contestó.

—Aaah... ya cacho.

Últimamente la Marti y el Nico han pasado más tiempo juntos, y en realidad no me molesta, me alegra que mi amiga haya encontrado a alguien que realmente la quiera. Aunque no se si el Vicente estaba tan alegre, este pasa pegado con el Nico y ahora este está en otra.

Le di una mirada y estaba aún sentado en la cama, viendo fijamente la hoja en la que estaba dibujando. Por un momento me dio pena echarlo, así que suspire antes de hablar.

—Puedes quedarte un rato —hablé cansada.

Este sonrió.

—Ay que amorosa —se estiró en la cama.

—Pero no te pongai barsa si po.

Vi como rodeo los ojos y se volvió a sentar.

—Estaba cómodo oh —me miró mal, yo solo lo mire mal y volví en lo que estaba. Sentí la mirada este, aunque dudaba que era en mi, sabía que estaba mirando el dibujo.

Y eso me hizo sentirme nerviosa, no sé si les pasa, pero cuando alguien los mira mientras están haciendo algo se ponen como hueonas y les sale mal, bueno así me sentía ahora.

Me gusta un ahueonao Donde viven las historias. Descúbrelo ahora