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Florencia.

Después de ese pequeño encuentro con el Vicente la otra noche en mi patio, decidí tomar distancia o sea, primer ni siquiera sabía porque tenía la necesidad de acercarme de él, si nos llevábamos mal.

Así que lo mejor era ser como siempre con el, tan pesada y desinteresada, para así enfocarme en otras hueas, como por ejemplo, en mi, en el liceo y también, el Cris.

—¿Entonces si va venir? —habló la Martina que echada en mi cama.

—Me dijo que si.

—Yaa bacan, cuando llegue pedimos el sushi —me sonrió.

Y en eso se abrió mi puerta.

—¿Escuché sushi? —habló el Nicolás desde la puerta con una sonrisa.

—¿Quien te llamo? —lo mire mal.

Ni siquiera pidió permiso, solo llegó y entró, lanzándose a la cama al lado de la Marti.

—Hola linda —le dijo mientras le daba un piquito.

Yo hice como si fuera a vomitar, habiendo reír a mi amiga.

—Ya po hueon, ándate a tu pieza —le pego un manotazo en la pierna.

—Auch, me duele —se quejo, haciendo que volviera a pegarle—. Ya loca, ya escuché.

Se paro de la cama pero no se fue.

—¿Y...? —apunte la puerta.

—Venía a invitarlas a algo, pero como me estás echando mejor no —comenzó a decir mientras se alejaba.

—No me importa —me giré dándole la espalda.

—¿Seguraaa? ¿Ni siquiera a una pizza invitada por mi?

—¿Te vas a rajar? —le pregunté girándome hacia donde el estaba.

—Puede ser...

—Si te rajas acepto —me cruce de brazos.

—Si oh loca —volvió a sentarse al lado de la Marti—. Pero tenemos que hacerla.

Lo mire mal.

—Que paja.

—Soy floja hueona.

—Hacelo vo entonces po.

—Si yo también voy ayudar tonta —me miro mal.

—Yaya, no peleen más y mejor vamos hacer la pizza —trato de calmarnos la Marti y bueno lo logro, porque el Nicolás le di un beso y por fin cerró el hocico.

Sentí mi celular vibrar y era un mensaje de la Anto, diciéndome que estaba por llegar.

—Ya vamos oh —hablé saliendo de la pieza.

Sentí los pasos de mi mejor amiga detrás de mi.

Una vez que llegamos abajo mi mirada se encontró con el Vicente sentado en el sillón
con la vista en su celular.

—Hola Vicho —habló mi amiga detrás de mi.

—Hola Marti.

Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, pero yo la corrí inmediatamente. Y en eso la puerta sonó, supuse que sería mi otra amiga. A pasos rápidos me acerqué a la puerta para abrir.

—Hola amiguita —escuché hablar a mi amiga feliz.

—Hola antito —le di un beso en la mejilla.

—¿Ya pidieron o no? —preguntó mientras entraba a la casa.

—No, pero mucho mejor, vamos hacer pizza —hablo feliz la Martina.

Me gusta un ahueonao Donde viven las historias. Descúbrelo ahora