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Vicente.

Los días habían pasado algo rápido y ya había llegado el cumpleaños de los chiquillos, y lo tenia más que claro, después de escuchar al Nicolás repetirlo a cada momento esta semana.

Diosito dame paciencia.

Sabía que este era el más emocionado y lo terminé de confirmar cuando el culiao se despertó a las 7 de la mañana un sábado conchetumare.

¡Un sábado por la chucha!

Pero de un puro almohadazo lo volví
a dormir al hueon.

Ahora ya era más tardecito y tuvimos que empezar a movernos. Estábamos abajo los dos inflando un par de globos, la que iba a decorar era la Flo, pero este no la quiso molestar al final.

Bueno yo mucho menos... No sabía la razón pero esta se estaba comportando algo rara, al principio pensé que era por todo lo que me estaba pasando y era entendible, eran muchas hueas juntas, pero al final sentí que era algo conmigo. No sabía si estaba enojada conmigo o si yo hice, o dije algo que hizo que le molestara, pero sentía que me evitaba todo el tiempo, cada vez que nuestras miradas se cruzaban por unos segundos ella la corría inmediatamente o cuando intentaba huear con ella, solamente no contestaba. Así que prefería no molestar.

—Me quedo pulento o ¿no? —habló el Nico a mi lado mientras mirábamos un pequeño arco con globos.

—¿Te quedo? —cuestione haciendo que este me mirara indignado.

—Me quedó lindo a mi tonto —hablo la Marti mientras salía de la cocina, después de reventar más de 10 globos supimos que necesitábamos ayuda.

—¡Yo infle los globos! —habló atacado.

—Cuentero —saltó ella—. Con cuea pudieron inflarlos —apuntó la caga que habíamos dejado hace un rato, haciendo que se me saliera una risa.

—Bueno pero hicimos el intento. ¿O no mi wawita? —sentí como pasó uno de sus brazos por mis hombros.

Noté como la Martina rodeo los ojos y se giró con la intención de volver a la cocina.

—Viste la tengo loca, si se pone celosa —me golpeo el pecho mientras se alejaba siguiéndola.

—Ahueonao —solté mientras me tocaba donde me había pegado hace un rato.

Sabía que con estos dos tenía para rato, ¿e ir a la cocina a huearlos? mmm... no gracias, no quiero tocar el violín.

Así que me tire sobre el sillón y me puse a ver mi celular. Hasta que unos pasitos por la escalera llamaron mi atención, giré lentamente mi cabeza para ver, hasta que me encontré con la Flo. Esta estaba mirando a lo que había a su al rededor.

—¿Y esto? —apuntó a los globos.

—Son globos.

Vi como rodeo los ojos y supe que se había enojado, me tente por reírme.

—Si se que son ahueonao —se cruzó de brazos—. ¿Ustedes lo hicieron?

—Obvio... ¿Quién más lo haría? —volví mi vista al celular.

—Eh... no se, es que dudosamente les quedaron bien —la escuché hablar.

—Me ofende —la mire feo por unos segundos y volví mi vista al celular.

Se formó un silencio por instante y aún sentía la presencia de ella ahí.

—¿Y el Nicolás?

—En la cocina —la mire, vi el intento que hizo de avanzar pero mi voz la detuvo.

Me gusta un ahueonao Donde viven las historias. Descúbrelo ahora