Florencia.
Cuando vi la escena del papá del Vicente tomándolo del cuello de su poleron, quede confundida y algo asustada.
¿Acaso era una simple pelea o otra cosa?
Pero cuando escuché a mi papá preguntarle si estaba bien quede más confundida.
Una vez que entramos y esperamos a mi mamá, sentí eterno cada minuto. Lo único que quería era acercarme a él, aunque el no fuera a contarme nada, solo quería estar a su lado.
Una vez que la puerta sonó mi atención se puso en está encontrándome con mi mamá, aunque supuse que estaba lo suficientemente preocupada por el Vicente que ni si quiera noto mi presencia.
—Dime que estás bien Vicente —se acercó rápidamente a este—. ¿No te volvió...
Y justo paro en seco cuando noto mi presencia en una de las sillas, me miraba como si hubiera visto un fantasma.
Y por un momento sentí que molestaba.
—Yo... yo subiré, les dejaré espacio —mencione rápidamente para subir por la escaleras, una vez que llegue a mi pieza y cerré la puerta detrás de mi, miles de preguntas entraron a mi cabeza.
¿Qué era lo que mi mamá le iba a decir antes de notarme ahí?
Y ahí fue cuando comencé a conectar las cosas. En ese momento vino el recuerdo de ese día cuando lo encontré con mi mamá en el primer piso, con moretones, cuando pensé que había peleado con el Cristobal.
¿Entonces ese día tenía que ver con su papá?
¿Acaso el caballero le peg...
Sentí unos golpes en la puerta y pegue un saltito.
—Pase —hablé mientras me sentaba en mi cama y una vez que se abrió la puerta me encontré con el Vicente.
—Hola —lo escuché hablar mientras cerraba la puerta detrás de él.
—Hola —trate de sonreírle.
Vi como se quedó mirándome unos segundos.
—Siéntate —volví hablar mientras golpeaba suavemente un lado de mi cama.
Se acercó lentamente, para quedar frente a mi. Noté como comenzó a jugar con sus manos.
—Yo... quería hablar contigo, sobre lo que viste hace un rato —hablo algo nervioso.
—Vicente, no es necesario que lo hagas si no quieres. No quiero que te sientas presionado.
—No,no tranquila, esto es algo sobre lo que quiero hablar contigo de hace un tiempo.
—Está bien.
Vi como soltó un suspiro antes de volver hablar, mientras que yo lo miraba atentamente.
—No se que idea o impresión te llevaste de lo qué pasó hace un rato, pero prefiero contarte la verdad —hizo una pausa—. Hace unos meses mi mamá decidió irse de la casa, fueron muchas las razones por la cual ella quiso hacerlo y a causa de esto, comenzó lo peor para mi.
Al escuchar que la tía se había ido de la casa del Vicente quede confundida... ¿Como no lo había notado antes?
El Vicente hizo una pausa antes de seguir contando, su mirada se dirigió hacia otra parte de la pieza, menos en mi.
—Mi papá comenzó a culparme a mi de todo eso, comenzó a señalarme, pero eso no fue lo peor... Comenzaron los insultos y malos tratos, pero como después comenzaron los golpes, cada vez eran más fuertes que antes —un dolor en mi estomago se hizo presente al escuchar lo que me contaba—. Para mi esa casa se volvió un infierno, buscaba y buscaba excusas para no estar ahí, y aunque el liceo no era suficiente, estar acá, en tu casa, era un refugio para mi.
El seguía con la mirada lejos de la mía.
—Ese... ese día cuando te vi en el sillón... ¿El... —y no me dejo terminar.
—Si, ese día si. Creo que ese día fue la vez que más fuerte me pegó —hizo una pausa y por fin volvió la vista hacia mi—. Créeme, me gustaría estar contando otra cosa en estos momento, como también me gustaría estar viviendo algo totalmente distinto, pero esta es mi triste realidad.
—Estos meses han sido tan... difíciles —agachó su mirada—. Solo sabía el Nico y hace poco tus papás se enteraron. Y perdón si no te conté antes, solo... solo no quería que vieras este lado de mi, no quería que pensaras que soy... débil.
Ahora su mirada estaba puesta en mi, pero esta vez sus ojos estaban llorosos. Y ahí fue cuando estiré mi mano para tocar la suya.
—Jamás pensaría eso de ti Vicente, incluso, sabiendo esto, pienso que eres demasiado fuerte. Nadie, absolutamente nadie se merece pasar por esto, menos tu —acaricié su mano—. Siento que hayas tenido que pasar por todo esto y sobre todo tú solo...
Vi como unas lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas y no lo pensé dos veces, solo me acerqué a él y lo rodeé en un abrazó.
El lo siguió unos segundos después, como si se lo hubiera tomado por sorpresa.
Sentí su cara apoyarse contra mi hombro y lo sentí sollozar. Le acaricie suavemente la espalda.
Me mataba verlo así, verlo de esta manera y sobre todo, saber lo que tuvo que pasar estos meses en esa casa. Jamás se me pasó por la cabeza, nunca lo noté. Y me sentía mal, porque tal vez si alguno de nosotros lo hubiera notado, el no la hubiera pasado tan mal, tal vez el no se hubiera sentido tan solo.
—Ahora no estarás solo Vicente —susurré mientras aún estábamos abrazados.
Lo sentí alejarse un poco para mirarme. Era como si esperara que se lo repitiera, porque no se la creía.
Acerqué una de mis manos a su cara y limpié las lagrimas que aún le corrían.
—Desde ahora, jamás estarás solo. Ahora me tienes a mi —volví a decir.
Noté como hizo un esfuerzo por sonreír.
—Gracias Flo, de verdad... —lo escuché decir bajito.
Sus ojos cafés estaban más oscuros de lo normal y sus mejillas estaban rojas. Pero aún así, seguía viéndose lindo para mi.
Noté como me miró por unos segundos y volvió acercase a mi, en un abrazo.
Y aunque la sorprendida esta vez fui yo, no me quejé.
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Me gusta un ahueonao
Romance[CHILENSIS] La Florencia odia al Vicente, quien es el mejor amigo de su mellizo. Se conocieron en kínder y desde ahí el ha sido unido al hermano de la Flo, al igual que desde ese entonces busca con que molestarla. ¿Que pasará si comienzan a confun...