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ADVERTENCIA
Este capítulo contiene temas sensibles como violencia física/ psicológica. Si te incomoda o eres sensible a este tema, te recomiendo no leer.

Vicente.

Después de dejarle las hueas claras al
ahueonao, me di unas vueltas por ahí, no quería llegar a mi casa y aunque sabía que era mejor llegar antes para no pillármelo, nadie me aseguraba que no estuviera en la casa, conociendo como es ahora, capaz que ni al trabajo a ido.

Cuando estuve a fuera de mi casa, sentí el nudo en mi garganta y mis manos sudar, me daba miedo.

A paso torpes avance entrando por el portón, dudando en si realmente entrar. Solté un suspiro y giré la llave.

La casa seguía igual de asqueroso, botellas en la mesa y hueas por el piso. No es escuchaba nada, así que supuse que no estaba.

Comencé a caminar hacia las escaleras hasta que el sonido de su voz me detuvo, haciendo que me sintiera un escalofrío por mi espalda.

—¿Donde chucha estabai? —su voz ronca sonó desde el living, no quería acercarme, así que me quede mirándolo desde lejos.

Se encontraba echado en el sillón con una botella al lado.

Dudoso buscaba las palabras correctas, tenía dos opciones hacerme el valiente o hacerme el hueon, pero en las dos, salía mal.

—Donde siempre.

—¿Y eso es?

Lo mire y me dio asco lo que veía, verlo tirado ahi, con el olor a copete fuerte, la casa desordenada y el casi muriéndose ahí.

Cada vez me cansaba de esto, de el y aunque ni estuviera acá, el me atormentaba como pudiera. Quería librarme de el, borrar el "papá" de el y poder estar tranquilo, pero sabía que no podía.

—¿Te importa? —solté seco y supe que fue un error, porque se sentó de una en el sillón.

—Obvio que me importa, si eri mi hijo.

No pude evitar soltar una risa amarga y eso lo enojo más.

—¿Que huea te da risa?

—Que me llames hijo, cuando este último tiempo ni siquiera has demostrado ser un papá.

Mi cuerpo se tensó cuando vi que se levantó del sillón y se acercó a mi.

—¿Me estai cuestionando? Porque no veo que lo hagai con tu mamá cuando ella fue la que te dejo tirao —y que me lo recordara me dolió, más de lo que quisiera.

Había encontrado la debilidad y el lo supo.

—Aunque bueno... deberías estar sintiéndote más culpable de esto, si al final es tu culpa —levante la mirada, encontrándome con la de el, la cual estaba clavada sobre mi. Aunque no demostraba mucho, hace tiempo había dejado de poder leer que sentía mi papá a través de su rostro, ahora siempre estaba serio, su rostro se veía más deteriorado que antes, tenía ojeras oscuras y la barba le había crecido. Incluso se me sorprendía que el copete no le hiciera efecto, porque se veía como si nada la hubiera hecho efecto.

—¿Que me mirai así? Si los dos sabemos que es verdad, que tu mamá se fue por ti y por tus hueas, por lo complicado que es criarte —lo escuché soltar una risa amarga.

Escucharlo y escucharlo decir hueas me estaba ahogando, no quería hacerlo, pero su voz retumbaba en mis odios y el "es tu culpa"
también.

Que me lo repitiera tanto hacia que me lo creyera, que sintiera que al final yo tuve la culpa este tiempo y por eso ella decidió irse. Pero no, no iba a dejar que el juego de este viejo culiao me ganara.

Me gusta un ahueonao Donde viven las historias. Descúbrelo ahora