Vicente.
Sabía que le había cagado el cumpleaños a los dos, pero sobre todo a ella.
—Hermano de verdad perdón —repetí yo creo que por quinta vez.
Nos encontrábamos limpiando la caga que había quedado.
—No te preocupes Vicho —puso una mano en mi hombro mirándome a los ojos—. Se lo que lo hiciste por defender a la Flo y eso me deja tranquilo.
En eso unos pasos por la escalera hizo que ambos giráramos. Encontrándonos con la Martina, quien traía la misma cara de desanimada que hace un rato.
—¿Te abrió la puerta? —habló el Nico.
Esta negó con la cabeza.
—Ni siquiera me hablo esta vez, yo creo que estar sola un rato le hará bien —nos miró a ambos algo preocupada—. No creo que presionarla sirva.
Después de encontrarme con ella en el pasillo del segundo piso se encerró en su pieza y no volvió a salir. El Nico y la Martina habían tratado de hablar con ella, pero fue inútil porque ni siquiera hubo alguna señal de ella.
Mentiría si dijera que no quería ir a su puerta y tocarla, porque en realidad me estaba controlando por no hacerlo.
—¿Te vas? —escuché la voz del Nico.
—Si... es que me iba a quedar con la Flo, pero tampoco quiero molestarte —la Martina estaba tomando sus cosas.
—Puedes dormir en mi pieza si quieres —le hablo el Nico y ahora la atención de la Marti estaba en mi.
—No quiero molestar enserio, ademas el Vicho duerme contigo.
—No te preocupes Marti, duerme ahí no más, yo puedo dormir en la otra pieza —trate de sonreír aunque ella aún me miraba dudosa.
—¿Seguro? No quiero incomodar.
—Tranquila, está bien.
—Viste no hay drama —mi amigo le sonrió—. Así que sube no más.
Nos dio la última mirada a ambos y subió. Sentí la mirada del Nico sobre mi.
—¿Estás bien?
—Si hermano.
—No te quedes hasta tan tarde despierto, te hace mal —me miro preocupado.
—Si papá —dije hueando y lo escuché soltar una risa, para después verlo subir las escaleras.
Me quede sentado en el sillón por unos minutos, los cuales los sentí eternos, hasta que se me ocurrió algo. No sabía si funcionaría, pero no perdía nada con probar. Así que lo primero que hice fue salir de la casa e ir en busca del bajón que estaba cerca de acá, rezaba por que estuviera abierto.
Una sonrisa apareció en mi cuando vi el local abierto. Sabía que esto no solucionaba nada, pero tal ves un completito le quitaría un poco la pena.
Después de pedirlo como a ella le gustaba, me devolví a la casa, pensando en cómo dárselo sin que me lo tirara por la cabeza o simplemente me ignorara.
Y cuando apenas abrí la puerta de la casa me encontré con esos ojitos, venía bajando la escalera, pero el sonido de la puerta hizo que me mirara.
—Oh hola —hablé cerrando la puerta detrás de mi.
—Hola —su voz sonaba algo baja y ronca. Se notaba que había despertado hace poco, porque estaba algo chascona—. ¿Y... los chiquillos?
—Están arriba.
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Me gusta un ahueonao
Lãng mạn[CHILENSIS] La Florencia odia al Vicente, quien es el mejor amigo de su mellizo. Se conocieron en kínder y desde ahí el ha sido unido al hermano de la Flo, al igual que desde ese entonces busca con que molestarla. ¿Que pasará si comienzan a confun...