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Florencia.

El carrete ya había comenzando y en verdad aún no me sentía motivada. Había tratado de demorarme lo más que pude en la pieza en arreglarme, solo para evitar del hecho que había gente qué tal vez ni siquiera me interesaba ver en mi primer piso, pero no duró mucho.

Ahora me encontraba con la Martina al lado de mesa donde había copete, de aquí no me sacan.

Le pegue un sorbo a mi vaso y puse la vista al frente.

—Igual hay harta gente —escuché a mi amiga gritarme, ya que la música estaba fuerte.

Levante mis hombros.

—Con cuea los cacho.

—El Nico dijo que eran del liceo.

—Amiguita, mentiría si dijera que alguna vez he hablado con alguno de ellos —la miré—. La mayoría son amigos de este otro hueon.

Vi como no respondí y solo puso atención hacia al frente.

—Oficialmente eres mi única amiga —mencioné mientras alzaba el vaso un poco—. Y puede que el Benja.

Vi como hizo una mueca, pero luego apareció una sonrisa.

—Hablando del rey de roma —mire hacia al frente encontrándome con el Benja—. ¿Tu lo invitaste?

—Obvio.

Este nos miró con una sonrisa mientras se acercaba hacia nosotras. A su lado venía una niña, supuse que era la que mencionó por ig, preguntándome si me molestaba que viniera.

—Benjaaa —habló fuerte mi amiga una vez que estuvo frente a nosotras—. No sabía que ibas a venir amigo.

—Se me fue decirte —le dijo con una sonrisa y después puso la vista en la mina que estaba a su lado—. Chiquillas ella es la Isabella.

—Hola —dijo con una sonrisa y se acercó a saludar con un beso en la mejilla a mi amiga, para después acercarse a mi—. Feliz cumpleaños —me sonrió.

—Gracias —le sonríe.

—¿De donde sacaste a tantos hueones Florencia? —dijo entre risas el Benja.

Yo levante los hombros.

—Ni siquiera yo lo sé —le pegue otro sorbo a mi vaso.

Estuvimos unos minutos más hablando, hasta que el Benja dijo que estaría por ahí.

—Pásenla bien —les sonreí—. Si necesitan algo, ya saben donde estaré —señalé la mesa ganándome la risa por parte de ambos.

—¿Amiga que estás tomando? —tomó mi vaso pero ya no le quedaba nada—. ¿Tan rápido de curaste?

La mire mal.

—Martina estoy bien —la mire serio y me acerqué a servirme otra cosa.

—Oye, oye... no te emociones tanto, que tú curada no es muy divertido —me advirtió.

Levante los brazos en forma de rendición.

—Iré con calma —le sonreí.

Y un rato más tarde mi amiga ya había caído en las manos de mi hermano, se encontraban bailando, mientras yo aún estaba parado al lado de la mesa del copete. Pero el sonido de mi guata hizo que fuera camino a la cocina, en busca de algo de comer.

Y después de unos minutos, encontré escondido un paquete de papas.

Gracias diosito por tanto.

Me gusta un ahueonao Donde viven las historias. Descúbrelo ahora