Me gusta un ahueonao

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Vicente.

Si les soy sincero aún se me hace raro tener buena onda con la Flo, estaba muy acostumbrado a que peleáramos siempre y que ella me tratara mal.

Se que todo eso lo comencé yo cuando chico, la vez que le pegue el chicle en el pelo y aún no entiendo porque lo hice, o sea si, pero aún no le encuentro la lógica. Una vez que pasamos a segundo básico los tres la Flo comenzó a gustarme y cada vez cerca de ella me ponía nervioso, así que no encontré mejor idea que molestara, yo juraba que con eso la iba a enamorar, aunque me quedo claro que no. Y cuando me pegue el chicle fue un intento de que ella me notara como algo más que el amigo de su hermano, si bien nos llevábamos bien, yo sabía que ella no me consideraba su amigo, así que fui y le pegue el chicle.

Y bueno... todos sabemos que no termino bien, la Flo me odio por eso, bueno, hasta ahora. A veces si me arrepiento, porque tal vez, si no hubiera hecho eso, muchas cosas hubieran sido distintas, pero... ¡Hueon sólo era un niño llamando la atención de la niña que le gustaba!

Pero ahora me gustaba tener esa buena onda y sobretodo cercanía, para mi estaba más que claro que estaba volviendo a sentir cosas por ella, porque quería estar siempre cerca suyo, buscaba cualquier razón para poder hablar y sobre todo, me siento en paz cuando estoy a su lado. Y aún no estoy seguro que siente la Flo, tengo claro que hace poco salió de una relación con ese saco huea.

Aunque, cuando la miro a los ojos siento que ella también le pasan cosas. Cosas que no habían antes entre los dos, se ríe más cuando está conmigo, habla más y ya no la veo enojada.

O pueden que solo sean rollos míos.

¡Oh no, tú sabes que no!

Ahora me encontraba en el patio pensando en eso, los tíos habían salido por un rato y el Nico estaba en su pieza con la Marti. Así que me encontraba fumándome un cigarro mientras veía como el atardecer comenzaba aparecer.

Mire una vez más el cielo, de un color dorado con tonos morados. Y no se porque razón ella volvió a mi mente, su sonrisa, el color de su pelo y sobre todo, sus ojitos color azul.

No sabía que me había hecho la Florencia, pero si sabía que me había pegado mal, dejar de pensar en ella últimamente se me ha hecho difícil y no es como que me molestara. Pero solamente me daba miedo, me daba miedo el hecho se sentir mucho por ella y que al final solo sean ilusiones mías.

La voz a mi lado me hizo sobresaltar, haciendo que girara hacia donde provenía el sonido. Y me encontré con ella.

—Por fin me pescas —cruzó sus brazos—. Te hablé como tres veces.

—Perdón estaba en otra —apagué lo poco que quedaba del cigarro.

—¿En que pensabas? —preguntó mientras se sentaba a mi lado.

En ti.

Mantuve mi vista en el suelo unos segundos antes de contestar.

—En el trabajo que debemos entregar —mentí.

La escuché suspirar.

—Que paja, verdad que tenemos ese trabajo —la escuché quejarse.

Me giré para mirarle un momento, había subido las piernas a la banca mientras apoyada su cabeza en las rodillas, se había amurrado. Pero se veía linda.