Capítulo 1: La ley.

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Capítulo 1: La ley.

Abrir los ojos se sentía un imposible. Los párpados pesados como el acero parecían cosidos entre sí. Cuando finalmente logró su cometido vislumbró los bordes de una habitación oscura y enmohecida. Una pequeña puerta metálica con un ventanuco con barrotes se ubicaba a poca distancia, dejando entrar una tenue luz que difuminaba todo en un matiz de sombras. No había otra fuente de luz, ni un mísero hoyo en la pared que hiciera las veces de ventana. Un terrible presentimiento comenzó a instalarse en su pecho, comprimiéndole las entrañas.

- ¿Se encuentra cómodo nuestro honorable huésped? – esa voz, la recordaba. Suave al dirigirse a él en ese bar ¿Cuándo había sido? ¿Anoche?

Intentó responder pero su rasposa garganta solo pudo emitir un par de quejidos ahogados. Trató de encontrar al dueño de las palabras y lo encontró en una esquina cercana a la puerta, desparramado sobre una silla fumando tranquilamente.

El joven no aparentaba más de treinta años, oscuras ropas hacían juego con largos cabellos negros que se deslizaban por sus hombros. Manos grandes llenas de cicatrices se asomaban por las mangas, manos de alguien acostumbrado al uso de armas. Las manos de un luchador. Entonces era eso, lo habían cazado y ahora su destino no era otro que la muerte.

En el fondo lo había sabido, la confianza con la que ese humano se le había acercado era demasiado extraña, demasiado forzada. Pero no había podido resistirse, el aura de ese par de ojos rasgados y labios juguetones lo habían atraído como un imán. La curiosidad mató al gato dicen y ahora el gato se hallaba encadenado al suelo de una mugrosa habitación a modo de celda que probablemente sería lo último que viera.

Al no obtener respuesta, el joven se acercó y tiró del cabello de su presa, forzando la cabeza del caído en un arco que conectó ambas miradas. Dorado y azul chocaron en la semioscuridad.

- Si vas a matarme, hazlo de una vez. Odio estos juegos del gato y el ratón que se gastan los de tu tipo - dijo con voz rasposa el dueño de la mirada azul cielo. La cabeza comenzaba a despejársele finalmente y poco a poco pudo recobrar el sentido. Su cuerpo, entumecido y agarrotado, se mantenía casi inmóvil debido a pesados grilletes que unían sus muñecas y tobillos entre sí, conectados a su vez a un juego de gruesas cadenas incrustadas en el suelo.

- Es una lástima – contestó el cazador mientras se alzaba. Brillantes hebras plateadas deslizándose entre sus dedos – hoy estoy de muy buen humor y me apetecía charlar un rato. Pero si eso es lo que deseas... supongo que no tengo opción - expresó al tiempo que soltaba el humo del cigarro mientras dejaba caer la ceniza sobre la frente del prisionero. Una espada de empuñadura negra y roja que asomaba de entre sus ropas fue desenvainada con un ágil movimiento – pero antes dime, demonio ¿Cómo es que tienes los ojos de ese color? –

- ¿Qué? -

- Tus ojos, son azules ¿Por qué? Creía que los de tu raza solo podía tenerlos negros. La verdad es que siento curiosidad, casi te dejo ir por ese pequeño detalle. Si el resto de tu persona no exudara ese asqueroso olor a feromonas que los caracteriza, en este momento serias libre –

Era una duda que le había rondado la cabeza durante todo el día. En el milenario arte de la caza de esas bestias demoniacas nunca se había reportado un caso con un color de ojos que no fuera negro. Cabello, estatura, piel, complexión, podían venir en todas las formas, colores y tamaños. Pero había una constante: ojos negros como la noche, pozos sin fondo donde iban a parar las almas de humanos despistados. Eso y el inconfundible aroma a feromonas, espeso y denso, diseñado para atraer las presas a sus brazos. Fue este último detalle el que le había despejado las dudas sobre él en el bar. El olor se presentaba particularmente fuerte y no pudo evitar fijarse en el alto muchacho de largos cabellos blancos que tomaba algo en una mesa oculta de la esquina. Acababa de notar que no estaba bebiendo alcohol cuando esas perlas azules se le enterraron desde la distancia.

ENLAZADOS [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora