Capítulo 38: Fuego.

86 8 5
                                    


Capítulo 38: Fuego.

Que fastidio. La única frase que cruzó su mente al erguirse de nuevo. Como odiaba que lo hicieran perder el tiempo. Más aun por nimiedades.

—De verdad creíste que lo lograrías ¿Ah? Estúpido.

Por supuesto, no hubo respuesta de Kento. Ni siquiera cuando le clavó la punta del zapato en la mejilla moviéndole un poco la cabeza. El cazador permaneció en silencio, la mirada de ojos idos hacia atrás mientras un charco de sangre crecía más y más desde el punto exacto en el centro del pecho, justo donde le había arrancado el corazón. Hasta podría llegar a lamentar su muerte, era un buen cuerpo. Lo que no quitaba que pudiese servirle más adelante.

Lo pensó ¿Por qué no? Como luchador resultaba magnífico. Además, seguro que sería divertido que fuese él mismo quien le arrancase la cabeza a esa zorra rubia. Ese pequeño pedazo de mierda, lo que tenía de valiente lo igualaba en imbécil. Además, sería un buen seguro por si algo llegaba a torcerse. Si, mejor no dejar nada al azar.

Levantó el cuerpo, que comenzó a desangrarse más deprisa, manchándole la ropa, solo para enterrarle los dientes en el cuello mientras sellaba una runa negra como brea en su frente. Con eso bastaría.

Abandonó la habitación con rapidez, dejando caer el cadáver de cualquier forma en el suelo de nuevo. Ahora tenía otras cosas de las que preocuparse. Suguru estaba subyugado, algo que alteraba notoriamente sus planes. La idea de controlarlo para evitarse más contratiempos tendría que ser abandonada. Por suerte en lo que realizaban el intercambio el sol se había puesto, restando pocas horas para realizar el ritual. Estaba tan pero tan cerca de lograrlo que casi parecía irreal. El ansia de saber que tanto esfuerzo daría finalmente frutos le devolvió el buen humor mientras ingresaba de nuevo en la sala del Consejo. El cazador seguía justo donde lo había dejado. Esperaba que su juguete hubiese disfrutado de su momento a solas, porque no volvería a repetirse.

En el momento exacto en que llegó al lado de los gemelos, el ruido de pasos y corridas inundó el lugar. Bien, llegaban al fin. Eran rápidos. Una vez más se preguntó que clase de trucos tendría preparado Satoru para enfrentarlo. Porque no dudó ni un segundo en que éste haría lo que fuera por detenerlo. No perdería la oportunidad de cobrar su venganza, sin mencionar el daño colateral de no hacerlo. Daba lo mismo, sin importar lo que planease estaría jodido. Su ejército había crecido exponencialmente durante el último mes. Engrosado a más no poder a base de humanos desprevenidos y viejos cadáveres recogidos de todos los puntos del país. Para cuando la luna alcanzase su punto, no quedaría nadie para hacerle frente en sus metas.

—Encárgate.

Tras dar esa simple orden tomó a Suguru poniéndolo de pie, las sogas retrocediendo por su cuerpo para darle la movilidad necesaria para arrastrarlo fuera del centro del desastre mientras una horda de subyugados ingresaba al lugar desde todas partes rodeando el círculo que esperaba paciente a ser utilizado.

Lo llevó lejos, esquivando los pasillos principales repletos hasta los topes dispuesto a seguir con su plan original. Aunque la parte divertida no pudiese ser llevada a cabo, todavía le quedaba una opción. Con eso en mente lanzó al cazador al suelo de la habitación que había adaptado para uso personal. Lo fijó al suelo de nuevo mientras echaba mano de la bandeja con diversos artilugios sobre la mesa, tomando una de las jeringas metálicas que reposaba entre ellos. Tal vez no pudiera subyugarlo, pero la dosis de suero contenida en su interior serviría para mantenerlo ocupado en otra cosa, evitándole un nuevo contratiempo.

Lo que no esperaba, ni entonces ni en un millón de años, es que la jeringa reventase en su mano al igual que una piñata estando a punto de insertarle la aguja en el cuello. Suguru, que hasta ese momento había permanecido callado y dócil levantó la cabeza para mirarlo de una forma que le recordó mucho a su propia raza.

ENLAZADOS [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora