ENLAZADOS [#PGP2024]

Capítulo 10: Hazlo.

Capítulo 10: Hazlo.

Para cuando el sonido de los pasos apresurados de uno de los refuerzos de la Guardia Negra llegó para advertirle, ella ya se encontraba de camino a la puerta. Lo había sentido como si estuviese junto a ella en la habitación, como una mano tocándole el hombro para llamar su atención: alguien había traspasado la barrera protectora. Alguien con un aura tan poderosa que sentía como la magia se adhería a las paredes de su garganta, provocándole nauseas. Era el sabor de la fruta podrida, de la basura en mal estado después de semanas. Le recordó a su vida antes de unirse a la organización. Sobrevivir a base de sobras, un par de perros callejeros hurgando entre los desperdicios de algún restaurante de segunda.

Aseguró su cinturón de armas mientras caminaba con paso apresurado. Jamás se lo quitaba, ni siquiera estando sola. Se agenció un par de pistolas en el trayecto y se aseguró de contar con suficientes recargas. El intruso no estaba solo, esto no podía ser peor.

Al llegar a la linde del jardín principal, se detuvo como si le hubiesen propinado una patada en el estómago.

- ¿Geto? – dijo con un suspiro ronco producto de la sorpresa. Sus manos deteniendo su trayecto sobre las caderas justo antes de tomar un par de dagas.

Ahí, saliendo de entre el conjunto de sombras que lo acompañaban, se encontraba Geto Suguru. La mitad de su cabello recogido en un moño alto igual que siempre, la ropa oscura igual que siempre, sus katanas gemelas tomadas con firmeza igual que siempre. La expresión tranquila de seguridad en sí mismo igual que siempre.

¿Pero qué carajos estaba pasando?

Un torrente de pensamientos inundó la mente de Maki en menos de un segundo. Recuerdos de ambos entrenando de niños entremezclados son sucesos más actuales, los altos mandos declarándolo traidor y sentenciándolo a muerte. Las imágenes de Geto asesinando un puñado de aprendices a sangre fría se habían quedado grabadas a fuego en su retina. Se negó a creerlo, era imposible. Habían crecido juntos maldita sea, habían compartido sangre, sudor y lágrimas en su camino a la excelencia. No podía ser que él fuera realmente un traidor.

Pero allí estaba, tan relajado y altanero como lo recordaba avanzando hacia el interior del templo como si atravesar una barrera milenaria no fuera más difícil que cortar seda con una navaja. A su alrededor, un torrente de sombras se arremolinaba, a medida que se acercaban podía enfocarlos mejor. Las sombras tenían rostros, ojos fijos en ella, helándole la sangre.

Subyugados. Varias decenas de subyugados. Pero eran extraños, emitían un poder mágico anormal, asqueroso y putrefacto ¿Qué les habían hecho?

- ¿Así es como recibes a los amigos Maki? ¿Vas a rebanarme la garganta? – la voz era la misma. Esa mezcla de sadismo y diversión que empleaba cuando estaba a punto de cazar una presa interesante.

- Solo si me obligas a ello – contestó con firmeza – explícate, Geto. No quiero pelear contigo –

- Me conmueves. Me alegra saber que todos estos años de amistad no han sido en vano. Pero por desgracia para ti no cuento con mucho tiempo libre esta noche. Asique se buena y entrégame tu vida con rapidez –

Maki no se molestó en contestar. En menos de un segundo se encontraba al lado del hombre, arremetiendo con un giro de piernas que logró derribarlo. Ese truco siempre funcionaba con él, no importa cuánto tiempo pasara. Solo un suspiro fue necesario para clavar las palmas de Geto al suelo junto a la cabeza con sus dagas favoritas, para luego colocar un revolver sobre su frente. La mano le temblaba, carajo no era momento de demostrar debilidad. Porque las cosas tenían que terminar así.

- Es por esos años de amistad que nos unen que te pregunto ¿Qué estás haciendo? – la Guardia Negra invadía el patio, embistiendo contra los subyugados, pero Maki no podía oírlos. Solo el sonido de su propia sangre en los oídos y el latido del corazón de Geto debajo de él tenían su total atención. Un disparo, solo un movimiento del índice y seria todo. Era sencillo ¿o no?