Capítulo 26: Preludio.

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- ¡Mei! ¿Qué...?

- ¿Serías tan amable de explicar que carajos estás haciendo? En mi casa, ni más ni menos -

Casi le da un infarto.

Lo primero que había hecho al despertar fue tomar una ducha. Empezaba a recordar porque odiaba la casa de campo de la familia de Mei, el calor se acumulaba en las habitaciones igual que un horno en esa época. Aunque claro, quizás el hecho de haber dormido abrazado a Satoru también tuviese algo que ver.

Para su desgracia, lo dicho era cierto, recordaba cada detalle de la noche anterior. Cada palabra y cada acción, lo que no contribuía a mantenerlo tranquilo. Las cosas que había dicho... No era él. Por eso no bebía, actuaba como un imbécil ante la más mínima gota de alcohol. Por suerte Satoru lo conocía lo suficiente a esas alturas como para no tenérselo en cuenta. En el fondo agradecía que a pesar de todo fuese alguien decente, evitando tomar ventaja de su estado.

El problema ahora estaba en sus emociones confusas. Por una parte, el enlace resentía la falta de contacto sexual con "su dueño", agh, y por la otra, su cerebro, la zona racional que aun abogaba por sus intereses, luchaba contra sí mismo al decirle idiota y a la vez alabarlo por no seguir adelante ¿Qué le sucedía?

Tan metido se encontraba en sus propios pensamientos, que no había notado que Mei estaba en la habitación al salir del baño, de brazos cruzados y con una cara digna de espantar hasta al demonio más fuerte. Apretaba los dedos con tanta furia que no le sorprendería que se dejase a sí misma moretones. La mujer, al ver que no contestaba de inmediato, siguió atacándolo con ese tono frío que podría cortar el acero.

- ¿Shoko no lleva muerta ni un mes y tu pasas la noche revolcándote con una de esas cosas como una cualquiera? Quiero saber cuál es esa excusa tan maravillosa que tienes, y más vale que sea buena porque si no los dejaré a ti y a esa alimaña en la puta calle ahora mismo. Esperaría esto de cualquier persona menos de ti -

Pero, ¿Qué?

- ¿Cómo...? -

- ¡Oh! ¿Era un secreto? - preguntó con ironía - Utahime me dijo lo borracho que te fuiste de la habitación de Maki y me preocupé. Sabiendo como te pones con el alcohol temía que hicieses alguna tontería, entonces fui a buscarte y... -

- Nos escuchaste - ni siquiera necesitaba una respuesta. Su cara de repulsión lo decía todo.

- ¿Cómo te atreves a hacer algo así? Bajo mi techo, junto a las personas que más te aman, cuando apenas ha pasado una semana desde su muerte ¿Hace cuánto que ocultas esto? -

- ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué tenía sexo con un demonio sobre el cadáver aun caliente de mi esposa? ¿Eso es lo que piensas? Porque no es así, y el hecho de que tengas la más mínima duda al respecto me jode más que cualquier mierda que el Consejo o quien sea pueda inventar acerca de mi -

Dolía. Dolía, mierda. Dolía descubrir que a sus ojos no era más que un traidor. Lo peor era que tenía razón ¿En qué estaba pensando al hacer algo así? De todas formas, ella no podría entenderlo. Nadie podría, incluso él mismo estaba confundido al respecto, pero una cosa era segura, y es que ninguno de los dos lo hacía con mala intención. Solo estaban afrontando las cosas a medida que sucedían, como succionados por un huracán.

- No te conozco - le dijo Mei de forma cortante - Ya no sé quién eres -

- Si lo haces - contratacó Suguru - El problema es que estás tan cegada por tus prejuicios que eres incapaz de ver las cosas con claridad -

- ¿Mis prejuicios? - el cambio en la expresión de la cazadora le asustó, de verdad que le asustó - ¿Cómo te atreves a decir eso? ¡A mí! ¡De todas las personas! ¡¿Quién mierda eres tú?! -

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