Capítulo 14: Mahito.

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Cuando Satoru regresaba al hotel entrada la tarde, ya libre de la imposición de la marca, una preocupación real pasó a ser parte de su sistema. Quizás si se había pasado al llenar de veneno al cazador como lo hizo. El proceso debía ser paulatino, el cuerpo humano se acostumbraba a los efectos con el paso del tiempo. Por eso la primera etapa de toda subyugación se consideraba como una luna de miel, ya que hasta que el sometido no aprendiera a administrar las sensaciones, estaría bajo el control total del demonio debido al celo. El cazador podría estar muerto en la sala y seria su culpa por intentar darle una lección. Ese pensamiento se asentó en su estómago durante los kilómetros de recorrido que se consumían a su paso.

Fue solo cuando las puertas del ascensor se abrieron que pudo volver a respirar tranquilo. El hombre se hallaba en el borde la piscina, con las piernas sumergidas en el agua hasta medio muslo, un solitario plato de comida a su lado, observando como el día se transformaba en noche.

Los efectos de la marca no habían desaparecido del todo, pero al no haber consumado el lazo, entonces no tenía acceso a las emociones del cazador. Lo que pasara por su cabeza seguía siendo suyo, pero no podía ignorar que aun existía el calor dentro de sus cuerpos. Eso era algo que tardaría más en desaparecer. Realmente se había pasado.

Se acercó hasta el hombre, el aire fresco por el agua de la piscina le dio de lleno en la cara, una sensación que agradeció.

- Veo que sigues con vida ¿te divertiste? - le dijo dándole a su voz un tono burlón para disimular los nervios anteriores. Ya tenía la respuesta a esa pregunta, claro que si, ambos habían compartido ese día de la forma más extraña. Las sensaciones de ambos cuerpos conectadas, podía saber exactamente cómo y cuánto.

- ¿Y tú? - respondió el cazador intentando sonar distraído.

- No estuvo mal - se sacó el abrigo y los zapatos. El agua lo llamaba por lo que se quitó también los pantalones y hundió las piernas en esa frescura cristalina. Ahora entendía porque estaba ahí, la fría temperatura contrastaba con el calor interior, haciéndolo más llevadero.

- Pudiste matarme - había enojo mal disimulado en su voz.

- Tú insististe. Además, por lo que veo, salió mejor de lo esperado. Estoy sorprendido, creí que te encontraría en el suelo llamándome con desesperación -

- Lamento decepcionarte -

- Siempre podemos volver a intentar - le dijo guiñándole un ojo, a lo que el otro cerró los ojos y respiró profundo. Si, definitivamente estaba conteniendo su torbellino interno, quería ir esa noche a como diera lugar. Una mínima pizca de respeto se agregó a la cuenta del cazador.

- Los efectos todavía no se han ido del todo, asique no será necesario que me marques de nuevo esta noche. Será suficiente para pasar desapercibido - estaba de acuerdo, aun quedaba mucho resto de veneno circulando, podía sentir su propia esencia emanando del cuerpo del pelinegro. Hecho que despertó de nuevo su deseo, una punzada le presionó el abdomen.

En ese momento, el cazador giró su cabeza y lo miró directo a los ojos. También lo había sentido.

- Ni se te ocurra - le dijo con una voz sombría.

- ¿Qué cosa? - Respondió solo para molestarlo - ¿Tienes pensamientos pervertidos sobre mi persona? -

Sin decir una palabra, el pelinegro salió del agua y se encaminó a la ducha. Escuchó el clic de la puerta del baño al cerrarse y poco después el agua corriendo. Podía intentar engañarlo, pero era imposible negar la situación. Tanto veneno tardaría al menos otro día en desaparecer, sin embargo no dejaba de admirar que pudiera estar de pie como si nada solo unas horas después. Era fuerte y testarudo, eso debía reconocerlo. Quizás no le cayera tan mal después de todo.

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