Epílogo: El fin de los tiempos.

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Epílogo: El fin de los tiempos.

Alguna vez llegó a creer que el sol no era más que un mero invento de su imaginación, de tanto tiempo pasó sin verlo. Su calor y el reflejo de sus rayos sobre todas las cosas algo que quizás construyó para no sentirse tan sola, allí encerrada en el sótano de un demente.

Ahora el sol era otra cosa. Era un recuerdo, la viva imagen de quien dio todo por ella, hasta la última gota de sangre en pos de protegerla junto a todos los demás. La historia no suele ser amable con sus vencedores, sobre todo una historia como esta, plagada de sombras, mentiras y seres formados de engaños. El mal no es un mero cuento de fantasía para antes de irse a dormir.

El mal es real y existe, allí justo al lado de tu puerta. Quien mejor que ella para ser testigo de tal atrocidad.

Como cada tarde, el sol se disponía a hacer su despedida. Un cielo abierto limpio y perfectamente despejado extendiéndose kilómetros en la distancia se perdía cual lienzo en blanco hasta que nubes como costuras de cicatrices lo unían al oleaje del mar. El tierno pasar del viento a través de su cabello se le hizo similar a una caricia, una despedida temporal hasta que el enorme astro dorado apareciese de nuevo por la mañana, para transitar juntos un nuevo día.

La playa, una casa, hijos, el mar. Un mantra que había repetido hasta que sentía que la lengua le podía sangrar. Ojalá haber sido más específica en su ruego, así tal vez Kento estaría con ella en ese instante, apreciando juntos la puesta de sol. Luego entrarían a casa y montarían la cuna, pintarían el pequeño cuarto de la parte trasera de verde pastel; ella caería de la escalera porque se empeñaría en hacerlo por su cuenta, pero era torpe, como siempre, entonces Kento la recibiría al caer y le diría que no lo vuelva a hacer.

La playa, una casa, hijos, el mar. Lo tendría si, pensaba mientras se frotaba el vientre, todavía demasiado plano como para que nadie sospechase el pequeño secreto que contenía en su interior. Un cambio, un comienzo de algo nuevo.

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La humanidad es frágil, pero su memoria lo es aún más.

En el comienzo de los tiempos la oscuridad lo contenía todo. Aunque esto es algo que los humanos solo podrían comprender mucho después, cuando descubrieron la existencia de la luz, las opciones y la libertad.

El reinado de los seres del inframundo se extendió por siglos antes de que los primeros valientes decidieran levantarse en armas, hartos de la depravada explotación a la que eran sometidos. Descendientes de los entes infernales ayudaron, siendo mestizos mitad hombre mitad bestias, también eran víctimas del hambre insaciable de almas de sus antepasados. La unión hace la fuerza, pero la resistencia hace a la victoria, y vaya que resistir fue el pilar esencial de la revuelta.

Los mestizos regalaron el conocimiento mágico como prueba de su fidelidad a la causa, los humanos perfeccionaron con ello su ciencia y su armamento, y el primer ejército aliado surgió. Con voluntad y muchas bajas, lograron mermar al enemigo.

Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.

De alguna manera esa frase se había colado en su interior, dándole vueltas en la cabeza durante los últimos meses. Mientras más la pensaba más sentido cobraba; y a su vez, más razón tenía que darle.

"El fin de los tiempos", así había descripto la situación actual los nuevos y recién estrenados líderes de una nueva y recién estrenada Central de la Organización de Cazadores. El fin de una era de sangre derramada en secreto para el comienzo de una batalla librada a plena luz del día.

Sus sospechas se confirmaron deprisa: la ciudad fue un caos nada más acabasen su grandioso plan. Miles de personas colapsaron de un momento a otro sin entender de dónde provenía ese tremendo pinchazo que les atravesó el cerebro, la mente y el corazón. Aunque los más perspicaces dirían que fue como si les revolvieran el alma.

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