Capítulo 12: A distancia.

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La noche era joven aun, la luna comenzaría su descenso en un par de horas más, tenía tiempo. Su cuerpo por otro lado, no estaba para nada de acuerdo. Ingresó al primer club nocturno que se cruzó en su camino. Cualquier humano serviría para el propósito que le encomendaría. Pensó por un momento en el cazador, seguro que ya estaría arrepentido de su decisión. No pudo evitar una sonrisa al recordar el estado del hombre hacia apenas unas horas. Dudaba de poder encontrar un sustituto apropiado para satisfacerse, pero no tenía opción. De haberse quedado juntos, estaba seguro que ya habría saltado sobre él, sin importarle las consecuencias.

El doloroso reflejo de los flashes de colores fue lo primero que notó cuando entró en el club. Lo segundo fue el tentador olor a humanidad. Los cuerpos moviéndose al son de la música, piel con piel, inhibiciones disueltas en litros de alcohol. Definitivamente no estaba en el Medianoche, la atmosfera no tenía comparación. Se le hacía agua la boca, mirara donde mirara suculentos manjares lo invitaban a saciar su hambre de alimento y placeres carnales. A pesar de estar acostumbrado a sobrellevar sus deseos más oscuros, en ese momento le era muy difícil mantener la cabeza enfocada. El calor que se concentraba en el centro de su cuerpo empujándolo al delito no estaba ayudando.

Se dirigió a la barra para poder evaluar sus opciones. No habían pasado ni cinco minutos cuando sintió como una mirada se dirigía a él por tercera vez consecutiva. Al voltear, una rubia lo observaba fijamente desde la esquina opuesta del lugar, sus ojos taladrándole la frente sin ningún disimulo. La escaneó lentamente con la vista, podía funcionar. De hecho cualquiera de los humanos allí presentes podrían funcionar esa noche, dada su situación de celo transitorio, pero se lo pensó mejor. Parecía estar con un grupo de amigas, pero ninguna le llamó particularmente la atención. Para ser que se estaba incendiando por dentro, estaba siendo muy selectivo. Si no movía ficha con rapidez corría el riesgo de no solo saciar su sed de carne sino de perder el control de su abstinencia de almas.

Sus pensamientos se corrieron nuevamente al hombre de cabellos negros que había dejado en el hotel. Ahora en la lejanía, podía poner las cosas en perspectiva y pensó que quizás se había pasado un poco al marcarlo como lo hizo. El sabor de la piel ajena contra sus labios resultó extrañamente tentador como nada lo había sido en mucho tiempo. Al final no pudo resistir el impulso de llevarlo al extremo, no podía quejarse, la idea de pasar por esta tortura era suya después de todo. Tendría que hacer frente a las consecuencias. La imagen del cazador solo tocándose con desesperación para expulsar el veneno de su cuerpo provocó todo tipo de reacciones en su interior pasando por el deseo de cumplir oscuros y perversos pensamientos ¿pensaría en él cuando lo hiciera? ¿Reviviría lo compartido en ese cubículo solo un par de horas antes? Nuevas punzadas surgieron en su interior al imaginar cómo podrían haber continuado esa aventura en el hotel. Al recordar cómo sus jadeos se transformaban en gemidos si ejercía la presión necesaria...

Suficiente. Se encaminó a la pista, agarraría lo primero que encontrara, no era tan difícil encandilar a una muchacha desprevenida para persuadirla de acompañarlo a un lugar más privado. No sería la primera ni la ultima vez, eso seguro.

Como si de una novela se tratara, al momento del cambio de canción, la marea de cuerpos comenzó a saltar de improviso, haciendo trastabillar a una chica que de no ser por él, habría acabado en el suelo. Al ayudarla a recuperar una posición vertical, el rostro de la joven se descubrió para él, y sintió un pinchazo de urgencia. Sus rasgos eran finos, delicados, y un par de ojos rasgados de color dorado lo miraban como si no se creyera lo que tenía en frente. Una larga cabellera negra semi recogida le llegaba hasta el final de la espalda. Eso fue todo.

Que comience el juego, se dijo antes de dirigirle una sonrisa estudiada y perfeccionada por siglos de práctica. Por la forma en que ella se había quedado, se dio cuenta que no le costaría nada cumplir su cometido. Sin ningún tipo de reparo la tomó del mentón y la besó, si lo rechazaba que fuera rápido, pero eso no ocurrió. Cuando sintió las manos de la joven rodearle el cuello, Satoru supo que había ganado.

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Carajo.

Carajo, carajo, carajo, ¡Carajo!

Suguru cambió de posición por tercera vez en menos de un minuto, cubriéndose los ojos con los brazos mientras respiraba con rapidez. A estas alturas cualquier tipo de pensamiento lógico quedaba totalmente fuera de su sistema. Lo único que podía sentir eran los ya conocidos lengüetazos de fuego recorriéndole las venas. Pero esta vez era diferente, era mucho peor. Si el infierno existía, estaba seguro que se encontraba dentro de su cuerpo ahora mismo. Ese demonio, ese maldito demonio no se había conformado con morderlo en el cuello, sino que repartió un repertorio de marcas por todo su cuerpo, elevando el nivel de tortura hasta los cielos.

Luego se había marchado, no se lo reprochaba. Estaba más que seguro de que si el albino estuviera a su alcance, las cosas se habrían salido de control. Se preguntó dónde estaría, y la respuesta que vino a su mente solo sirvió para incomodarlo aun más. La imagen de ese ser subido a alguna humana se dibujó con claridad detrás de sus párpados ¿o preferiría hacerlo con un hombre? Quizás con ambos a la vez. En su estado actual lo entendía perfectamente.

Tendría que haber imitado su ejemplo, encontrar a cualquiera que lo ayudara a liberarse de este calor infernal, pero no lo había creído correcto. Además dudaba de poder estar de pie por más de un minuto, mucho menos vestirse y salir a la calle.

No sabía cuánto tiempo había pasado, podían ser horas, minutos o días, las punzadas en su abdomen interrumpían cualquier intento de evasión. Se estaba negando, una parte suya renegaba del hecho de darse placer con ese veneno fluyendo por sus venas. Sería como hacerlo con él ¿o no?

Pensó en Shoko, y rogó por su perdón. Desde donde sea que estuviera, esperaba que mirara hacia otro lado, que ignorara el patético ser en el que se había convertido. Todo por orgullo, todo por creer que podría salvar al mundo. Sabía que en comparación a morir por la causa este era apenas un sacrificio minúsculo, pero.

Rayos de sol comenzaron a colarse por la enorme pared de cristal, arrancando destellos de la superficie del agua de la piscina. El azul cristalino del líquido le recordó a los ojos del demonio. La forma en que brillaban si los mirabas con la suficiente cercanía...

Mierda.

Su mano se había movido sola. Juraría ante cualquier juez que él no había querido, pero su cuerpo reaccionó solo. Con firmeza, con desesperación, tomó su miembro y una vez empezado ya no pudo detenerse. Luego se crucificaría por ello, pero ahora, en el momento de máximo deseo, en el único en el que podía pensar era en ese demonio albino. Recordaba claramente la forma de su boca al decir alguna de sus estupideces, las sombras tras sus ojos cuando se habían movido juntos en ese cubículo, la frialdad y precisión de sus manos al moverse sobre su cuerpo. Era demasiado, un torrente de imágenes reales e inventadas lo envolvió, arrastrándolo hasta la orilla de la locura.

La culpa era del veneno, de eso estaba seguro. Era la marca la que lo obligaba a pensar en él de esa manera, sin embargo no podía ignorar el hecho de que había sido él mismo quien había rogado que lo sumergiera en esta vorágine de deseo. Escuchaba claramente la voz del demonio tras la nuca, su risa burlona y el deleite sádico que tendría al verlo rendido de esta manera ante él.

¿Lo disfrutas verdad? ¿Me deseas?

Y la única respuesta que podía generar su cabeza, era sí.

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Tuve una batalla interna muy fuerte para que este capítulo no se termine llamando "Amor por telepatía" jajajajaj

¡Muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia! 💕

Me gustaría saber tu opinión en comentarios, eso me ayuda mucho a mejorar mi escritura!

Nos vemos en el próximo capítulo 💕✨

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