VULNERABLE

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Al salir lo ví observando por el ventanal de la habitación, estaba tan absorto en sus pensamientos que ni se inmutó al escuchar abrir y cerrar la puerta del baño

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Al salir lo ví observando por el ventanal de la habitación, estaba tan absorto en sus pensamientos que ni se inmutó al escuchar abrir y cerrar la puerta del baño.

Carraspee un poco, él giró rápidamente su cabeza y me miró. Sentí una mezcla extraña entre nervios y anhelo de tenerlo aún más cerca.

—¿Cómo te sientes?—inquirió y sentí la sinceridad en cada palabra.

—Si te soy franca, no lo sé. Esto ha sido demasiado abrupto.—respondí fijándome en Nate que seguía dormido. Tomé asiento y sin darme cuenta había subido mis piernas y las abrazaba muy juntas cerca de mi pecho.

Ethan se recostó de la pared y cruzó sus brazos dándome toda su atención.

—Aunque insistas en que no lo mencioné, de no haber sido por ti habríamos estado perdidos. Todo lo que has hecho para ayudarnos es increíble.—dije observándolo fijamente.—Nunca antes me sentí tan incapaz como está noche.

—No seas tan dura contigo misma. Creo que es admirable la entereza con la que has afrontado todo esto.—su mirada era tan cautivadora que tuve que apartar la mía.—Me alegra haber acertado en la talla. Luces hermosa.

Me sonrojé enseguida.

—Es realmente cómoda. Gracias.—No podía dejar de agradecerle, la pijama se sentía tan suave y fresca.

—¿Es la primera vez que le hospitalizan?—indagó cambiando de tema.

—Sí, es decir, por un accidente si. El año pasado fue intervenido por una hernia umbilical, fue algo planificado y muy rápido.—le conté haciendo memoria de lo nerviosos que estábamos Sam y yo.—En ese momento me acompañó mi hermano Sam. De hecho él siempre ha estado con nosotros. Cuando te pedí el teléfono iba a llamarle pero él esta de vacaciones con su novia y pensé en todo el tiempo que planificaron ese viaje y que al avisarle sé que querrá correr de vuelta y creo que es mejor decirle cuando ya estemos en casa y se de cuenta que no es necesario que vuelva de inmediato...—suspiré.—yo... no sabía muy bien que hacer y terminé llamando a Ghail.—finalicé frotando mis manos nerviosas, me sentía expuesta. Él me observaba con detenimiento mientras tomaba asiento en el sofá justo a mi lado, se inclinó un poco quedando muy cerquita de mí y colocó una de sus manos sobre las mías deteniendo mi frote impulsivo.

—Has hecho un trabajo asombroso. No me refiero solo a esta noche sino a todos los años de vida que tiene Nathan. Es un niño increíble April; inteligente, amable, maduro para su corta edad, audaz. Entre mil bondades más que sin conocer sé que posee y todo eso es gracias a ti.—me hablaba con serenidad y franqueza sin apartar su ojos de los míos, mi pulso aceleró su frecuencia y deseé tanto besarlo que las ganas dolían, él seguía con su mano sobre las mías y su tacto estaba lleno de gentileza al igual que sus palabras.—Sé que te sientes mal por lo que sucedió pero es tan solo un niño, esto es de las cosas más comunes que suceden según tengo entendido. Ya deja de sobre pensarlo y de culparte. No es justo para tí.

Estaba embobada escuchándole mi corazón se estrujaba dentro de mí, una lágrima se escapó y corté contacto visual con él. Mientras el tomó mi lágrima y se acerco aún más a mi. Mi respiración comenzó a seguirle el ritmo a mis latidos, iba a besarme... o eso creía. Terminó suspirándome en los labios y pegando su frente a la mía.

—Te aseguro que no querría estar en ningún otro sitio que no sea aquí con ustedes.—declaró aun con nuestras frentes unidas y su dulce aliento rozándome los labios.

—Y no sabes cuanto te agrad...—y entonces lo hizo; pegó sus labios a los míos y tomó mi rostro entre sus manos, acarició mis labios con su lengua y luego se adentró en mi boca en busca de la mía. El beso estaba lleno de una necesidad innata, yo respondía consciente e inconsciente a cada uno de sus movimientos. Deseaba fundirme con él.  Lo necesitaba tanto, desde hacía mucho tiempo ya, que ahora sólo quería disfrutarlo y nunca más perder esa sensación. Aunque muy pronto se alejó de mi.

—Lo siento.—dijo con la respiración agitada mientras yo recuperaba el aliento pero perdía la cordura ¿Por qué demonios se estaba disculpando? ¿Acaso no se había dado cuenta de que había correspondido al beso? Mil interrogantes pasaron por mi mente y él se levantó de inmediato.

—Voy por café ¿Deseas alguna cosa?—inquirió sin mirarme y me sentí tan incomoda. Negué con la cabeza y lo ví salir de la habitación era totalmente obvio que se trataba de una excusa pero ¿Qué había pasado? Su cara de arrepentimiento había encendido mis alarmas sin duda. Quizá solo se había dejado llevar por el momento pero realmente ya no deseaba ni esperaba nada conmigo. Quizá ya estaba saliendo con alguien a quien sí tomaba en serio y acababa de serle infiel besándome. Mierda.

Su amabilidad y gentileza habían desviado mi atención y había olvidado por un largo rato quien era Ethan Montes de Occa. Le agradecía incansablemente todo lo que había hecho por nosotros pero no iba a permitirle hacerme daño otra vez. Eso debía tenerlo muy claro. Sin embargo no dejaban de pincharme los ojos pugnando las lágrimas por salir. Definitivamente era una noche horrible.

Cuando volvió noté algo distinto en su mirada, tomó asiento en el siguiente sofá y se hundió en su teléfono. Quise pedirle que se fuera que nadie le obligaba a seguir allí pero eso habría empeorado todo. Así que sólo me dediqué a ver a través del ventanal y a tratar de verle a él lo menos posible. Intenté obviar al máximo su presencia. Al rato volví a sentarme y me acurruqué sin notar cuan cansada estaba y de pronto sin pensarlo mis ojos comenzaron a ceder por si solos y yo no luché contra ello.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora