7

1K 126 82
                                    

Roma

¿Y bien? ¿De qué quieres hablar, muñeca? ¿De lo que saben los labios de ese gilipollas? —murmuró Owen con los brazos cruzados.

Miré por detrás de sus hombros donde se encontraba Noah hablando con su chica, gesticulando mucho con las manos. No sé que estaba pasando de ese lado, pero nada lindo seguro. Ella lucía realmente enfadada y él... él loco, no dejaba de moverse. Bueno, no, no. No se estaba moviendo, pero yo lo veía de aquí para allá. ¡Y hasta lo veía de todos los colores!

Oh Dios, creo que nunca más beberé alcohol en mi vida.

—Lo que falta es que te hagas el ofendido —le escupí por lo bajo intentando elegir las palabras correctas a pesar de todo lo que bebí—, no soy idiota, Owen, te he visto entrar con ella de la mano. Y sé que es la misma tía de la foto del beso. ¿De dónde mierda la conoces? —pronuncé la palabra poco amorosa con mucha determinación en la "R" y me eché a reír por como sonó.

Él me miró con cara de asco.

—¿Qué más te da, Roma? Estás jodidamente borracha. Apestas.

Fruncí el ceño.

—¡Pues hasta borracha me doy cuenta de que eres un idiota! —En realidad, muy en el fondo, todavía me costaba creer que él era un idiota, igual que todos. ¿Cómo era posible? Si era tan tierno, tan detallista, tan protector, tan...

Owen me tomó de la cintura y me acercó a él. Por mis pocos reflejos, no logré apartarlo con tanta rapidez. Me dio un beso en los labios, un choque de saliva rápido, sin mucho salseo y se apartó.

—No te enfades, muñeca —susurró por lo bajo acariciándome la mejilla. Me dieron ganas de pegarle, pero me terminó confundiendo su atractivo. A pesar de todo, he de admitir que era demasiado hegemónico—. Yo no te he sido infiel porque sí como tú, ¿vale? Es simple, yo sabía que iba a estar mucho tiempo lejos de ti y necesitaba follar y como tú no ibas a estar... bueno, decidí tomar una decisión. ¿Por qué crees que te propuse una relación abierta? Para un bien para los dos, Ro. No te sientas mal o con la necesidad de estar con otros tíos como lo hago yo. Es solo por sexo, ¿va?

¿Solo sexo?

—Acepté porque creí que querías la relación abierta para experimentar cosas nuevas juntos, no para follarte a quién quieras sin compromiso —confesé por lo bajo. Pobre inocentona, es lo que sonó en mi mente.

—No sabía que vendrías, muñeca, sino te hubiéramos invitado.

¿Invitado?

—¿Te has acostado con ella? —solté en un hilo de voz. Mi mirada es una mirada asesina. Sin embargo, a él no le pareció ni mosquearle el hecho de responder con suma tranquilidad:

—Sí, hemos follado a la noche, en la fiesta de surfistas en la que te has besado con ese alto, flacucho —dijo con la voz grave, masculina, sin sacar la visión de sus ojos de los míos—. Igual, lo he hecho pensando en ti, muñeca, solo en ti.

Se me acercó y me bajó la mano por la espalda. Intentó llegar a mi trasero para apretarlo, pero lo saqué al instante. Ya no había esa confianza. En lo absoluto.

—Esto no da para más —hablé al mismo tiempo que me apartaba a pesar de que, en el fondo, una parte de mí seguía en esta relación—. Creo que lo mejor sería...

Efectos Secundarios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora