Juanjo escucha como su novio, abre la puerta de la calle y no quiere imaginarse un futuro en el que él no este. Si permite que se vaya, es consciente de que nunca más volverá a verle y corre detrás de él. Sujeta la puerta para impedirle que salga.
—No te vayas. Ahora no. Te necesito... Lo siento. Sé que no ha sido culpa tuya... Perdóname.
Martin no puede resistirse aunque lo intenta, nunca ha podido desde que Juanjo lo miro por primera vez, se quedó atrapado en su influjo. Pero después de lo de hoy, lo ha visto claro. No puede depender de su novio, porque él es como una veleta, tan pronto es él más cariñoso de mundo y le hace sentirse la persona más especial del universo, como se convierte en él más frío. Su distancia, en el momento más difícil de su vida, le ha llevado a darse cuenta. Su cabeza le dice que salga por la puerta y no mire atrás, pero una fuerza poderosa le mantiene paralizado.
—¿Puedes mirarme? —Martin se resiste, sabe que si lo mira será débil—. Por favor.
Juanjo pasa un brazo por encima del hombro de Martin y el otro a la altura de su cadera y lo abraza. Le da un beso en el cuello.
—Te quiero —le susurra.
Martin está haciendo esfuerzos sobrehumanos para no moverse y saca fuerzas para no caer.
—No es suficiente. Suéltame, necesito pensar y si estás cerca no puedo hacerlo.
Juanjo le suelta, pero vuelve a colocar la mano en la puerta.
—Gracias por ayudar a Cacahuete. Siento muchísimo no haber estado contigo. Seguro que ha sido muy duro.
—Sí que lo ha sido.
En cuanto que Juanjo, quita la mano de la puerta, Martin coge el pomo y tira para abrirla. Juanjo se da cuenta de que no lleva chaqueta y a larga la mano hasta el perchero para coger una cazadora vaquera de su chico, pero en el último momento, cambia de opinión y se quita la suya. Es mucho más calentita y además huele a él. Confía en que si se la pone, esta lo traerá de vuelta a casa.
—Espera, fuera hace frío. Póntela.
Martin cierra los ojos para recordarse a sí mismo, como se ha sentido cuando Juanjo no le ha cogido el teléfono y como de solo ha estado. Se mantiene fuerte y distante mientras su novio sujeta la chaqueta para ayudarle a ponérsela, y cuando este le gira para subirle la cremallera; Juanjo aprovecha los últimos segundos para colocarle las manos sobre los hombros y ponerle carita de pena.
—Voy a hacer la cena, no tardes.
¿Qué creéis que hará? ¿Volverá para cenar o pasará la noche fuera? ¿Qué hartarías vosotras? Contarme en los comentarios.
Por cierto, escribo en plural porque la mayoría de mis lectoras sois mujeres, pero aquí no hacemos de menos a los hombres que se animen a leerla.
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La Nave del Olvido
RomanceJuanjo busca un equilibrio entre su vida social y su relación con Martin. Su novio reclama su atención constantemente. Juanjo está absorto en una partida de Catán con sus amigos cuando Martin necesita desesperadamente su ayuda. Las tensiones acumul...