Nada más abrir los ojos, Martin, recibe una punzada de dolor en la cabeza. Reconoce al instante el lugar en el que se encuentra. ¿Cómo diablos ha acabado allí y qué ha hecho? Ni siquiera puede recordarlo. A su lado, Álvaro, durmiendo. No puede creer que haya traicionado a Juanjo. «Quizás no pasó nada —piensa—. Tío, ¿qué estás desnudo y en su cama? ¿En serio, crees que no pasó nada?».
Martin, sintiéndose como una mierda, se levanta lentamente, intentando por todos los medios que Álvaro no se despierte e inicie una conversación incómoda. Toda su ropa está diseminada por la habitación. Una a una, va recogiendo sus prendas y amontonándola sobre los pies de la cama. Se pone el bóxer color lila, los mismos que llevaba la primera vez que se acostó con Juanjo, después de que este hubiera estado una semana, yendo a diario a verle bailar y de que le esperase a la salida para pedirle una cita.
Deja el resto de la ropa donde está y busca su cazadora. Tiene que llamarle. Seguro que está preocupado, después de no haber vuelto a casa después de su discusión. «¿Puede que incluso haya sido un alivio para él?», se dice a sí mismo. No la encuentra por la habitación, así que coge el resto de su ropa y sale al salón. Allí está, reposando en una silla. La levanta para coger el móvil y su olor le provoco un nudo en la garganta. «¿Cómo ha podido hacerlo?», se pregunta. Se abraza a la cazadora de su chico y permanece atrapado en su recuerdo.
—¿Te vas? —le pregunta Álvaro desde el quicio de la puerta.
—No —responde sin pensar. En realidad, es gusto lo que pretendía. Pero sabe que intentar huir después de lo de anoche sin dar la cara es de cobardes—, estaba buscando el móvil.
—Ayer, me dijiste que te lo habías dejado en casa, porque habías salido muy deprisa.
Martin recuerda, al instante, que lo arrojó contra el sofá, mientras maldecía a Juanjo por no responderle.
—Puedes usar el mío si quieres.
—No, solo faltaría que supiera que estoy contigo. No puedo creer esto...
Martin agarra los pantalones y se los pone. Después los calcetines. Está tan enfadado consigo mismo, que por intentar hacerlo demasiado deprisa, está a punto de caerse.
—Tranquilo. Seguro que no lo importa. Te pidió espacio y tú se lo has dado.
Álvaro va hasta él y le pone la mano sobre su pecho. Martin levanta la cabeza y lo fulmina con la mirada.
—¿He hecho mucho más que darle espacio, no crees? —le grita—. ¿Cómo me has dejado hacerlo? Tío, estaba borracho.
—¿Por quién me tomas?
—Estaba desnudo a tu lado.
—Te he visto muchas veces desnudo y no es la primera vez que pasamos la noche juntos —le dice Álvaro mientras baja su mirada desde sus ojos hasta su paquete.
Martin se siente sucio y le quita la mano de su pecho de un manotazo.
—Me voy. —Martin coge el resto de su ropa y se va vistiendo de camino a la puerta.
—Me ha encantado reencontrarme contigo. Te echaba de menos.
—No lo dudo —responde sin mirarle.
El joven lleva su mano al picaporte, apesadumbrado.
—Martin... anoche no pasó nada. Te desnudaste solo y te metiste en mi cama. Es la única que hay. Pensé que no te importaría que me acostase a tu lado. —Martin se gira para mirar a Álvaro—. Si aún quieres volver a bailar, ven mañana a la Nave antes de la apertura. Cris quiere hacerte una prueba.
Martin se ha quedado paralizado sin saber qué decir. Comienza con:
—Lo siento... perdona por la escenita.
—Olvídalo.
—Gracias, lo pensaré y si me decido nos vemos mañana.
Podéis contarme qué pensáis del comportamiento el Álvaro (el personaje, ya que todo parecido con la realidad es pura coincidencia).
¿Creéis que debería habérselo contado desde el principio o pensáis que si pasó y que le ha mentido para hacerle sentir bien?
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La Nave del Olvido
RomantizmJuanjo busca un equilibrio entre su vida social y su relación con Martin. Su novio reclama su atención constantemente. Juanjo está absorto en una partida de Catán con sus amigos cuando Martin necesita desesperadamente su ayuda. Las tensiones acumul...