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El susurro era tan frío y estéril como la oscuridad que intentaba tragarse la tenue luz del farol. Yuder leyó emociones desconocidas en aquella voz, sentimientos que no había esperado que Kishiar revelara. El interior de su garganta se entumeció y se sintió mareado, como si estuviera cabalgando una ola embravecida.

¿Qué podía ser?

Esto era diferente del intenso impulso del momento en que sus labios se encontraron, y de la ardiente atracción que se había extendido como un reguero de pólvora.

No había coacción, ni órdenes, pero, extrañamente, la puerta de su corazón se movía con facilidad. Quería admitir sinceramente su impulso de comprobar si Kishiar estaba en la habitación. Sin embargo, también le preocupaba lo que pudiera pasar después.

¿Era esto lo que se sentía al ser arrojado a una encrucijada en la que no se veía nada más adelante? Últimamente, cuando estaba frente a Kishiar, a menudo se encontraba atrapado en esa inquietud. ¿Había sentido alguna vez tantas dudas sobre lo que pretendía hacer? Yuder miró hacia abajo, sintiéndose como un explorador que se encuentra en el último momento ante un punto sin retorno. La mano de Kishiar, aún sobre el cristal, le llamó la atención.

A diferencia de sus sueños, aquella mano grande, no envuelta en un guante, era la prueba más contundente de que el pasado y el presente eran diferentes.

La más clara de las marcas de bolígrafo que quedaban en el centro del dedo debía de deberse a que estuvo trabajando casi hasta que llegó aquí. Una imagen de Kishiar trabajando en el dormitorio revoloteó por la mente de Yuder.

Viéndole antes tumbado en la cama cuando no se encontraba bien, no era difícil imaginárselo tumbado trabajando. ¿Habría estado así todo el día de hoy también? Escuchando cualquier ruido fuera de la puerta, en silencio, y solo.

'Todo lleva a la misma conclusión, piense lo que piense'.

Justo cuando estaba a punto de apartar la mirada con incredulidad, notó de repente algo rojo dentro de la manga de Kishiar. Fue un vistazo fugaz que podría descartarse como un error de percepción, pero los ojos de Yuder, versados en heridas y muerte, discernieron instintivamente su naturaleza.

'...¿Una cicatriz?'

Todos los complejos pensamientos que habían ocupado su mente hasta hacía un momento se desvanecieron, dejándole parpadeando sorprendido. Antes de darse cuenta, había actuado por impulso. Lo siguiente de lo que se dió cuenta fue de que estaba levantando la manga de Kishiar, sujetando el brazalete con la mano.

"Comandante, ¿qué es esto...?"

Efectivamente, no era un despiste. La fina marca roja que se veía en el interior de la manga era, sin duda, el rastro de una herida cicatrizada. Incluso con la curación por poderes divinos, las heridas profundas tienden a dejar una marca rojiza durante algún tiempo, y la marca de Kishiar coincidía exactamente con eso. Era una marca que había visto tantas veces en su vida pasada que la conocía aunque no quisiera. Sentía la mano entumecida sobre la cicatriz, posiblemente debido a la intensa conmoción e ira.

"¿Qué es esto? ¿Quién ha hecho esto?"

"No hay por qué preocuparse".

Casualmente, Kishiar apartó el brazo del agarre de Yuder. La cicatriz desapareció bajo la manga.

"Entonces, ¿no vas a responderme al final?"

"¿Es importante la respuesta ahora mismo?"

"Es importante, por supuesto".

Su despreocupada respuesta fue estupefaciente, pero Yuder eligió sus palabras con la mayor calma posible.

"Primero, dime quién hizo esto. ¿Dónde y qué hiciste para dejar una herida tan profunda? ¿Quién curó...?".

Retorno [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora