El despertador ha sonado a las cinco de la mañana. A pesar de ser sábado esperaba ansiosa que sonara para poder salir a hacer deporte fuera de cuatro paredes. Voy a la cocina a desayunar vestida solo con una camiseta de Aitor de un grupo local, The Space Octopus. Una banda liderada por un virtuoso guitarrista. En la cocina está Gotzon, ya vestido con la ropa de andar en bicicleta.
Yo-. Buenos días Gotzon. Creí que deberíamos salir de la casa vestidos por si nos observaba alguien y que después nos cambiaríamos.
Gotzon -. Buenos días, Virginia. Ha habido un cambio de planes. Anoche se alquiló una furgoneta con cristales tintados específicamente para hoy. Saldremos en ella desde el garaje.
Yo-. De acuerdo. ¿Has descansado bien?.
Gotzon-. Si claro. Tú, ¿ también?.
Yo-. Poco, pero de calidad. He descansado suficiente. A ti te hará más falta. Pienso fundirte en la bicicleta hoy.
Gotzon me mira incrédulo sonriendo. Algo condescendiente quizá también. Lo piensa, pero no dice nada después. Desayuno mis cereales, un gran vaso de zumo de naranja y un café con leche muy cargado. Después bajo al cuarto del sótano, donde guardo la ropa más técnica para hacer deporte y me pongo un equipaje bastante neutro, discreto. Es todo negro menos una franja roja a mitad del cuerpo y lleva propaganda de una marca de coches eléctricos americana, que no llegó a poder sacar ninguno al mercado antes de que las marcas convencionales, arruinaran su proyecto. Subo al dormitorio a despedirme de Aitor y después de las niñas y de Ion, que duermen profundamente. A Ion, además, le susurro al oído, que sus padres le quieren mucho y que siempre le van a querer. Después bajo otra vez al sótano y me calzo las zapatillas de andar en bicicleta con las calas para la carretera. Gotzon, Jonatan y yo esperamos a que nos den la señal, desde el exterior, metidos en la furgoneta. Poco después Jonatan arranca y salimos del garaje. Desde la parte trasera de la furgoneta puedo ver a los escoltas de mi casa asegurándose de que nadie vigila mi salida. Al salir de la urbanización también veo dos motos y un coche que han esperado en la rotonda a que saliéramos. Las motos arrancan a toda velocidad para abrir camino varios cientos de metros por delante de nosotros. El segundo vehículo nos escolta desde detrás a pocos metros, en dirección a la A8.
Salimos de la autopista en el corredor del Cadagua, en dirección a Balmaseda, y lo recorremos hasta la salida de Sodupe . Ahí, cogemos dirección Gordexola donde, al llegar, tomamos un camino vecinal que lleva a dos o tres caseríos. Entramos en la finca del segundo y aparcamos detrás de la casa. Salimos de la furgoneta y sacamos las bicicletas.
Empezamos a rodar despacio. Apenas acaba de amanecer y hace frío, es mejor calentar los músculos poco a poco. En dirección a Artxiniega, el llano repleto de badenes ayuda a no sobre esforzar ningún músculo. Pasamos ese pueblo para coger dirección Balmaseda. Conozco ligeramente esta zona y recuerdo que está el puerto de la Encina, corto, pero duro, a la salida y me pongo en primera posición para tirar de ellos dos, de Gotzon y de Jonatan, que me acompañan en sus bicis. Las motos van delante y nos espera una en cada cruce hasta que tiene visual, para después avanzar hasta adelantar a la otra moto y así sucesivamente. El coche va detrás de nosotros, unos cincuenta metros. No sería justo haber obligado a hacer este esfuerzo a tanta gente para no aprovecharlo, así que me esfuerzo a fondo en el primer puerto. Pendiente de no perder a mis compañeros de rodada, aprieto al máximo en la subida. Gotzon aguanta bastante bien esta primera prueba, pero Jonatan tiene cara de estar forzado. La carretera suaviza su perfil más adelante, donde rebajo la exigencia y charlamos los tres. Ellos asumen el primer examen fingiendo no haber sufrido.
Ahora toca un falso llano de tres kilómetros y la bajada a Balmaseda. Gotzon hace de líder, porque conoce mejor la ruta. La casa donde hemos dejado la furgoneta es de sus abuelos. Baja rápido, trazando, pero sin arriesgar. Tras cruzar el pueblo tomamos dirección a Cantabria empezando a ascender otro puerto, algo más largo pero menos duro. Tenso más la cuerda. Bajamos y en Traslaviña tomamos el cruce a Sopuerta. Este tramo es un scalextric llano. Automáticamente adopto la postura de cuando entrenaba y competía con la bici de triatlon, esa extraña en la que el manillar son dos barras que salen hacia adelante, en las que debes apoyar los antebrazos. Esa que te fuerza a acoplar tu cuerpo a la bicicleta para oponer menos resistencia al aire. Cabeza baja y espalda arqueada, me concentro en cada pedalada, en cada respiración, en sentir el frío aire rozando mi cuerpo y como puedo reducir esas caricias para economizar mis esfuerzos y mejorar la velocidad. Cada poco tiempo miro atrás. Gotzon va pegado a mi rueda, a menos de medio metro, aprovechando mi esfuerzo para no desgastar. Jonatan sufre para pegarse a Gotzon. Mantengo la cadencia, la velocidad.
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La mujer que vendió el mundo. Tercera entrega de Virginia Zugasti.
RandomUna vez más, el mundo se estrella contra Virginia. Esta vez ella, le declara su particular guerra al resto de la humanidad. Esta vez se aliará, formará un ejército invisible para obtener lo que ansía. El proyecto para el que ha nacido y ha dedicado...