La casa está llena de gente. De mi gente. Están Susana y Aitor, evidentemente y las niñas y Ion. Pero también están Ane y Andoni, Míriam y su novio Raúl, Gotzon, Paula, Leire y los vecinos María y Jaime, que por fin esperan a su primer hijo o hija. Han venido de la oficina de Baskdone Maria Calderón, Xavier Azpuru e Itziar, que poco a poco va superando el episodio traumático para ella con Iker, pero sigue muy lejos de ser la chica que era y que jamás volverá a ser. Han venido además varios amigos de Aitor incluido Iban Guturbai, el gerente de su empresa. También hay tres amigas de la infancia de Susana. Nadie sabe lo que va a pasar. Nadie excepto Aitor, Susana y Aitana que está en NY.
A las once en punto de la noche sintonizamos la cadena americana en la pantalla de la sala. Dentro de la sección de deportes van a entrevistar al icono mediático actual de la ciudad, al gran receptor de los Giants de NY Víctor Cruz. Víctor aparece vestido con tejanos y una camiseta negra con unas siglas sobre el lado izquierdo de su pecho, FALA Newark. Y un texto en grande en el centro que anima a la acción. Nada más empezar la entrevista, el reportero le pregunta por ese cambio de estilo. Víctor siempre ha acudido a esos eventos vestido de traje italiano, generalmente de Armani.
Víctor -. La imagen personal es un idioma completo. Hasta ahora siempre que he podido, he reivindicado la dignidad de mi gente con mi imagen. Soy hijo de una Portorriqueña y de un Mexicano, que vinieron a este país para progresar. Ellos, los dos, se partieron la espalda trabajando para que sus dos hijos pudieran tener una oportunidad. Nos inculcaron valores y nos brindaron una educación buena. Los dos hemos estudiado y obtenido títulos universitarios. Yo en marketing para empresas y mi hermano Ernesto en derecho económico. Sé que soy la imagen de muchos chicanos, de espaldas mojadas, de negros, de una minoría al final. Una minoría que sumada es la absoluta mayoría de este gran país. Con mi imagen reclamaba el respeto que merece esa mayoría.
Periodista -. ( Muy nervioso ante el tono racial con el que ha comenzado la entrevista). Y has prosperado hasta hacerte un gran hueco dentro de la élite del deporte de NY. Te toca renovar contrato este año. ¿Qué pueden esperar los fans de los Giants de ti en el futuro?.
Víctor-. ¿No me has preguntado por el cambio de imagen?. La imagen que voy a ofrecer ahora es esta ( Víctor señala con un dedo sin mirar, las siglas de la fundación). Ya he pedido respeto con mi imagen. Ahora voy a exigir con ella colaboración.
Periodista-. No sé a que te refieres. ¿ Quizá al contrato con otro club?. Se rumorea que estás presionando para obtener una importante mejora de dinero.
Victor-. ( Alterándose, mientras saca el teléfono de sus pantalones y empieza a manipularlo) Soy uno de los cien deportistas mejor pagados de América. Voy a negociar una más que importante subida en el tamaño de mi contrato, pero nada que no merezca. Aun así no consigo ni que se me respete en una entrevista que está siendo emitida a todo el mundo. (Víctor empieza a leer de su teléfono) Catorce sobredosis con resultado fatal. Cinco muertes violentas, cuatro por arma de fuego y otra por arma blanca. Veintisiete asistencias a lesiones graves por violencia sexista. Dieciocho asistencias a menores por violencia entre bandas. Cuatro suicidios. ¿ Sabes que es esto?.
Periodista -. Vaya, parece un parte de guerra.
Víctor-. Es el resumen de la madrugada de hoy en las urgencias de uno de los hospitales de Newark. ¿ Sabes lo que está pasando allí?. Que alguien ha decidido que había que abandonar a toda la población de ese estado, porque no es rentable invertir en las personas. Un país como este se puede permitir tener a una gran ciudad sumida en el caos y la desesperación a media hora en metro del centro de NY. Pero esto va a cambiar y ese cambio empieza aquí, hoy. Ahora.
Víctor se enciende más y más a medida que avanza en su discurso. Se acalora, se pone de pie y avanza hacia la cámara. Su lenguaje es pulido, nítido, no deja lugar para ambigüedades, pero no ofende a nadie. La imagen es mucho menos amable. Se ve a un titán agresivo, decidido a luchar. Señala la cámara amenazante y hace una pausa antes de seguir sin quitar el dedo índice del objetivo.
Victor-. Dentro de muy poco aquí va a haber una elección. Una muy básica y fácil de tomar. Voy a cambiar esto y cada persona, cada empresa, cada institución deberá decidir si me ayuda o no. Aquellos que decidan ayudarme, tendrán en mí un amigo fiel. Seremos una gran comunidad. Los que no, que sepan que no contarán conmigo para nada. ¿ Mi contrato?. Voy a dejarme la piel en conseguir el mejor contrato que pueda, pero cada dólar que supere ese contrato al anterior, el primer año irá aquí ( Víctor señala otra vez las letras de FALA y se retira de la pantalla dando por terminada la entrevista).
En la casa, nadie ha quedado indemne. Los cuatro creadores de la Fundación no podemos dejar de mirarnos emocionados. En la pantalla de mi portátil están las imágenes de vídeo de una llamada a cuatro con Aitana, Annabel y con Frank, que han visto la entrevista a la vez que nosotros, con sus familias. Eric llora de emoción mientras abraza a Frank, que con la mano nos lanza un beso y corta la comunicación. El marido de Annabel gira sonriente una copa de Whisky mientras ella sonríe tranquilamente. Míriam viene a mi lado y me pregunta susurrando si lo que acaba de pasar, lo he conseguido yo. Yo le respondo que todos. Ane y Andoni hablan entre ellos apenas susurrando mientras nos miran a los cuatro, que nos unimos en un abrazo, sintiendo a Aitana en el centro. Quisiera no tener que llorar. Lloro.
La fiesta es breve, pero sentida. Descorchamos unas botellas de cava y alguna cerveza. Ane se prepara su tradicional Kalimotxo con vino, hielos y refresco de cola. Brindamos todos y le deseamos un afortunado futuro a la fundación. Después los invitados se van a sus casas. Susana y Ane me ayudan a recoger la sala.
Ane-. Tenemos que hablar.
Yo -. Puede ser mañana. Ve a descansar o lo que quiera que soláis hacer Andoni y tú en la cama. Tranquila, estas paredes tienen más de cien años. No se oye nada ( las tres nos reímos).
Ane-. Mejor ahora. Hay un avance. Bueno, la esperanza de un avance. En Vigo, hay un personaje que merece la pena visitar. Es un arrepentido del clan de Miñanco. Se le respeta porque jamás ha delatado a nadie, pero después de cumplir la condena de quince años que le calló por la operación Nécora, a veces ha colaborado de forma discreta. Él huyó de todo lo que le rodeaba para llevar una vida nueva alejada del tráfico y de otros delitos. Ahora regenta un bar en una aldea del interior. Mañana saldré para allí a reunirme con un mando superior de la fiscalia jubilado e iremos a visitar a esa persona. Andoni me va a acompañar.
Yo-. Esperas averiguar hasta dónde llego en aquel momento la influencia de Miñanco sobre Puente. Pero eso, treinta años después, quizá no ayude demasiado.
Ane-. O quizá sea una clave. Merece la pena saberlo y no tenemos nada más. Como dice Liz en su mensaje, ahí está el principio de todo.
Susana-. Mejor vais en un coche limpio. Si os ven, podrían relacionarlo. Hay que extremar las medidas de precaución. Virginia y yo compartiremos coche para ir a la oficina. De esa forma además podemos dar días libres a parte del operativo en esta casa, para cuando vuelva Aitana y nosotras volvamos a Aizerota.
Yo-. Estoy de acuerdo. Llevaos un coche del operativo. Habla con Gotzon y que os dé uno reciente, que no esté marcado.
Beso a Susana y a Ane y me voy a la cama. Aitor está saliendo del baño, en bóxer. Me quedo al lado de la puerta admirando la belleza de su anatomía. Sus pectorales han regresado, magníficos como lo eran antes, pero más grandes por el trabajo de gimnasio que él nunca hacía y que ahora abarca por completo su rehabilitación. Los abdominales son una perversa invitación a su vientre y a disfrutar más allá del límite que marca la goma de los bóxer negros que lleva. Las series de flexiones y abdominales a las que somete esos músculos, dan fruto en forma de endiabladas prominencias regulares a lo largo de su tronco hasta la sombra del pecho. Las piernas ahora resultan más estilizadas, quizá por el depilado que antes no se hacía tan a menudo y que justifica con el argumento de que a las fisioterapeutas les resulta más fácil su labor. Alguna seguro que sufre el deseo de ejercer sus masajes por debajo de las minúsculas toallas con las que tapan la intimidad de sus pacientes. De hacerlo apasionadamente con las manos bien lubricadas en aceites esenciales. O con otras partes de sus anatomías. Ahora mismo mi deseo es hacerle eso mismo con los labios. Camino hacia él que me espera plantado de frente. Al llegar beso su boca. Acaricio su cuerpo y me rindo ante él dejándome caer de rodillas, bajando su ropa hasta los tobillos. Besando su parte más rosada, mientras acaricio cuádriceps de acero o gemelos como el hormigón. Después, acompañando esos besos, recorriéndola por completo con ambas manos a la vez. Introduciéndola completa en mi boca.
Aitor me sujeta de las axilas para ponerme de pie y besa con fulgor mi boca, entrando viril en ella, aproximando su húmeda erección a mi vientre. Mi piel recibe ese contacto que abarca desde mi pubis hasta poco más abajo de mis pechos. Es cálido, agradable, siento su dureza y me muevo para provocar un sublime roce entre nuestras pieles. Aitor me agarra de los glúteos y eleva mi peso hasta que encuentro con mis mojados labios la punta de su bárbaro ariete, y me deja caer de golpe en él. La penetración es dura, plena, fantástica. En mitad de la habitación cabalgo al hombre rápido, fogosa, ardiente. Él da pasos hacia la cama y en un momento dado me lanza sobre el colchón. Yo avanzo de rodillas hacia él. Él no quiere eso.
Aitor me ordena, “ de espaldas “. Obedezco. Me giro poniéndome al borde de la cama, elevando mi trasero todo lo que puedo. Él dirige su convexidad hasta meterla en mí. Me penetra. Introduce los dedos de su mano derecha entre mi pelo y da un fuerte tirón de ellos a la vez que empuja duro con las caderas. Hasta el fondo. Ahí se vuelve animal. Hacía tanto… pero aquí está. El animal sexual que a veces era, ha regresado también poderoso. Me embiste tremendamente de principio a fin. Desde la punta hasta golpear fuerte cuerpo con cuerpo. Estira del pelo obligándome a elevar mi cuello, a arquear la espalda. El sonido es salvaje. Los impactos de su cuerpo contra el mío con toda la humedad que genero, suenan fuerte y rebotan contra las paredes. El olor a sexo, a sudor, a lujuria embriaga la estancia en poco tiempo. Me destroza literalmente. No por el brutal ritmo ni por la profundidad de sus embestidas. Tampoco por su diámetro ni por los tirones de pelo. Ni siquiera por los azotes fuertes que me da de vez en cuando, o cuando se le ocurre penetrarme detrás con un dedo al mismo ritmo. O con varios. Me destroza sentirlo de nuevo, completamente fuera de sí, follarme como si llevara meses sin hacerlo y yo fuera la única mujer del mundo. Su final es apoteósico. Yo me quedo quieta sobre la esquina de la cama, con las piernas juntas para oprimir mis pliegues y exponer más la zona sensible. Con la espalda arqueada al máximo y la cabeza hacia atrás. Él sujetándome de ambos glúteos a la vez, tirando fuerte de ellos a la vez que impacta su cuerpo contra mí y en ese instante un grito sordo y una explosión de placer en lo más profundo de mí. Una detrás de otra, cada una acompañada de ese grito. Cada una llenándome más de él, de su placer. De su semen. Yo también me corro. Una vez más, y creo, no lo sé bien, que han sido tres. Caigo rendida sobre la cama.
Yo-. Señor Goikoetxea, tengo que darle el alta. Está usted más que recuperado. Si me folla otra vez así ahora, deberán ingresarme a mí.
Se da por aludido. Lame mi humedad hasta que puedo recuperarme. Me pone otra vez en esa posición y otra vez me sujeta del pelo. Otra vez. Duro.
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La mujer que vendió el mundo. Tercera entrega de Virginia Zugasti.
RandomUna vez más, el mundo se estrella contra Virginia. Esta vez ella, le declara su particular guerra al resto de la humanidad. Esta vez se aliará, formará un ejército invisible para obtener lo que ansía. El proyecto para el que ha nacido y ha dedicado...