Un nuevo amanecer.

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Despertar en mitad del sueño.

Tuve que correr
Cuando la vida dijo: "ve"
No hubo manera de pararme
Correr que fue volar
Beber de un solo trago todo el mar
Y no sació mi sed el agua
Tomé el sendero sin saber
Que me alejaba para no volver
Dulce como miel
Probar el roce de su piel
Ella en el suelo, yo en el aire
Dulce pero cruel
Llenó mi mundo de papel
Jamás pensé que llegaría a helarme
Que perdería el calor
Y con el tiempo la razón
En el camino tropecé
Con esa piedra desde la que arranqué
Tomé el sendero sin saber
Que me alejaba para no volver
En el camino encontré
Lo que jamás pensé tener
Tuve que correr
Cuando en el viento pude oír
Que igual que vine habría de marcharme,
Que como vine habría de marcharme.

Antonio Vega.

Madrugada

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Madrugada. Principios de Enero, cumbre del monte Gorbea.

Es el amanecer más frío del último año, más aún aquí, en la cumbre, bajo la enorme y helada cruz de hierro más icónica de todos los montes vascos. La mañana arranca alegre, abrasando el cielo de colores intensos, vivos; rojos, fucsias, violetas y amarillos que bailan crepitando, dejando paso a azules intensos y blancos que anuncian un día de anticiclón. La borrasca más intensa del último lustro, Filomena, terminó anoche de pintar de blanco toda la península junto con media Europa y aunque los fuertes vendavales no han permitido a la nieve fijarse en espeso manto en la desnuda cima, la subida ha sido muy dura, llena de zonas de nieve polvo, con espesores en algunos tramos de más de dos metros.

Gotzon y yo hemos salido aún con un cielo negro y cerrado, desde Pagomakurre, donde no éramos los únicos que pretendían ser los primeros en alcanzar la meta para poder saborear el momento mágico de ver este alba impresionante, magnífico, desde debajo de la cruz. La subida se ha convertido en una auténtica carrera de raquetas y esquís de travesía, de corredores y escaladores que inventaban cada uno su camino sobre la nieve virgen. Hemos alcanzado la meta apenas cuando empezaba el espectáculo de luces del nuevo día, admirando como los destellos coloridos sacaban de los churros de hielo adheridos al metal de la cruz, bailes increíbles de reflejos dorados, que recorrían crepitando las imposibles formas del hielo, talladas por varios días de frío extremo, humedad máxima y vientos intensos y variables de norte y noroeste. Varios centímetros de espesor de cordones de duro hielo, que se retuercen y recuerdan a las estalactitas en forma de racimo de las cuevas de Pozalagua en Carranza, visten el monumento haciéndolo parecer obra de un artista, pero de uno de otro planeta o tal vez de un artista con otro mundo en su cabeza. Y lo harán durante varios días aún.

Observo que apenas hemos llegado, Gotzon saca su teléfono para hacer varias fotos y algún selfie y me ofrezco a sacarle una buena foto, a él entre los serpenteantes churros de hielo blanquecino. Le saco varias, bastante buenas, buscando los diferentes fondos y tonalidades de la luz que hay encendiendo el cielo y capturando su rostro desde prismas diferentes. Está cansado de la ascensión al igual que yo, y su esfuerzo le afecta marcando su suave rostro, haciéndolo más rudo, más salvaje, para mí más bello, más humano. Gotzon se ofrece para sacarme alguna foto a mí, pero rehúso ese detalle. Mi memoria enmarcará este momento mejor que cualquier foto y me centro un instante en disfrutar de la belleza simple y efímera de las vistas. Disfruto del paisaje sublime que es captar en trescientos sesenta grados, prácticamente toda Euskadi bañada de impoluta nieve. La Sierra salvada, los montes de Cantabria, el prepirineo... hasta los montes de Aragón o el roncal en los días más claros con menos evaporación. Muy lejos, la mar, mi mar... Un rayo de felicidad se cuela entre las capas de ropa técnica y me calienta brevemente el corazón. Ion viene a mi mente. Aún dormirá plácidamente en casa, en su cuna, donde se ha quedado con mi amor Aitor. Las dos personas que son mi centro, mi razón, mi motivo para seguir luchando. Pero aquí hace demasiado frío y debemos empezar a bajar antes de que eso pueda suponer un problema. Comemos en apenas unos segundos una barrita energética pasándola con breves tragos de la cantimplora y nos preparamos para emprender la marcha, otra vez.

Gotzon-. ¿ Estás preparada?¿Bajamos?.

Yo-. Sí, deberemos bajar rápido. Vamos justos de tiempo.

Gotzon -. Quiero decirte que estamos a tiempo, no me importa acompañarte para este viaje. ¿ Estás segura de ir sola?.

Yo. - Llevas dos meses sin descansar ni un día. Necesitas librarte de mí, un tiempo.

Gotzon-. No es necesario, mi trabajo contigo es un sueño. Mañanas tranquilas, tardes entretenidas y entrenamientos exigentes. Me sacas a nadar, a escalar, a esquiar o al monte los fines de semana... Además me pagas, y nada mal. Vamos un chollo. No estoy cansado ni necesito descansar de tu compañía.

Yo-. Gracias Gotzon, pero ya está decidido. Iré sola. Todo irá bien.

Gotzon -. De acuerdo. Entonces ¿ bajaremos en race Mode?

Yo- jajaja tú y tus anglicismos. Vale. Me vendrá bien cansarme para poder dormir en el viaje. Ve tú primero y sí, modo a toda hostia jajaja. Y tranquilo, si veo que te alejas te silbo.

El descenso es un gran slalom muy rápido, digno de una carrera de fondo, lo único que lo ralentiza algo, es la increíble afluencia de gente que sube a esta hora y que vienen de todos los puntos del País Vasco, una costumbre arraigada todo el año y más en estas fechas. Ya cerca del coche me doy cuenta de que el parking está lleno y escucho decir a algunos montañeros, que la Ertzaintza ha cerrado ya el acceso desde Artea. Bajando por la estrecha pista forestal nos damos cuenta de que la han cerrado algo tarde tal vez, porque algunos coches aún suben y coinciden con los primeros que empezamos a bajar y como la nieve y el hielo dificultan la conducción y estrechan aún más la pista, se producen pequeños pero molestos embotellamientos. Una vez en Artea comenzamos a circular con normalidad hacia la autopista, y de ahí en apenas cuarenta minutos llegamos a mi casa.

La mujer que vendió el mundo. Tercera entrega de Virginia Zugasti. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora