La evidencia del mal.

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Ahora sí
Parece que ya empiezo a entender
Las cosas importantes aquí
Son las que están detrás de la piel
Y todo lo demás
Empieza donde acaban mis pies
Después de mucho tiempo aprendí
Que hay cosas que es mejor no aprender
El colegio poco me enseñó
Si es por esos libros, nunca aprendo
A coger el cielo con las manos
A reír y a llorar lo que te canto
A coser mi alma rota
A perder el miedo a quedar como un idiota.

A. Cabrales.


Es viernes otra vez y los progresos de Aitor son muy visibles. Ya mantiene conversaciones bastante largas y permanece despierto varias horas seguidas. También ha empezado a comer poco a poco normalmente y se está habituado al horario normal durmiendo más tiempo por las noches. Su movilidad está avanzando también y a ratos le gusta que le pongamos en el suelo de la sala con Ion para jugar con él. Ion se ríe continuamente cuando él está así. Ha preguntado por la obra de la fundación y los progresos le están asombrando. También por su empresa y aunque no le ha gustado demasiado a quien he puesto al frente para sustituirlo mientras él no pueda hacerse cargo, aprueba la gestión. Hemos hablado sobre el accidente y no recuerda apenas nada de ese día,  y menos, desde que salió del pediatra con Ion. Hoy vamos a celebrar una pequeña cena familiar para festejar sus progresos. Vendrán las chicas, Aitana y Susana con las niñas, Ane Cesnero y Míriam, pero sin Raúl, su pareja. Antes, debo hablar con él, ya va siendo hora, y aprovecho que me he tomado la tarde libre, para hablar tranquilamente en la sobremesa. Le saco el tema de Maika preguntándole si recuerda el momento en él que volvió de su coma, estando con Ion en la cama. Él lo recuerda vagamente, pero recuerda mejor cuando estábamos los tres. Le cuento que antes de eso estaba el solo con Ion porque Maika y yo estábamos en la ducha. Él se queda pensativo dándome pie a revelar que esa noche Maika y yo la pasamos juntas aquí, en la casa. No quiero justificarme, pero sí dejo claro que esa noche fue la única mientras él no estaba. Muy despacio, y pensando bien antes de hablar, me hace una pregunta.

Aitor-. ¿Recuerdas nuestro segundo día?, ¿ La segunda cita?. Trajiste a mi casa tu cepillo de dientes y una pequeña bolsa de ropa.

Yo-. Cuando llegué a tu casa te avise que no tenía intención de marcharme pronto de allí y te enseñe mi cepillo de dientes. Yo te dije que estaba segura de que lo que había nacido iba a ser importante para nosotros y que estaba más que dispuesta a demostrártelo. Tú me llevaste al cuarto de baño y me enseñaste un cepillo de dientes nuevo, sin sacar de la caja, que habías puesto al lado del tuyo y me dijiste que tú estabas dispuesto a apostar por nosotros.

Aitor-. Pero te puse una condición.

Yo-. Dijiste que no imaginabas una forma más ridícula y sincera de llegar a conocer a tu futura pareja y que por eso estabas seguro de que aquello era bonito y humano. Dijiste que sabías que funcionaría, pero que solo lo haría si los dos nos mostrábamos tal cuál éramos. Que solo estarías dispuesto a eso, si los dos éramos completamente sinceros en mostrarnos y en conocernos. Sin ambigüedades, sin tapujos, sin tabús, sin secretos, ni mentiras.

Aitor-. Así fue. Poco más tarde me hablaste de Maika. Me dijiste que ya no os acostabais, pero que erais amigas. También dijiste que la querías. Mucho. Y que la atracción que habías sentido por ella, seguías sintiéndola. Yo ya dije lo que pensaba entonces.

Yo-. Dijiste que lo entendías y me hablaste de Susana. Yo te dije que no era lo mismo, que no era el caso. Pero tú dijiste que si en cualquier momento, yo sentía que debía hacer cualquier cosa con ella o con cualquier persona, que estabas seguro de que podrías entender el porqué, y que lo celebraríamos los dos juntos. Prometí actuar igual yo.

Aitor-. Con la condición de saberlo.

Yo-. Te lo estoy contando.

Aitor-. No, me estás informando. Pero sigo pensando igual. Fuiste sincera desde el principio y yo asumí de la misma forma que ese sentimiento está ahí. Acostarte con ella ha sido algo natural. Celebrarlo…. Ahora mismo no puedo, pero lo haremos. Ahora, mi vida, ¿por qué no me besas?.

Beso nuevamente al hombre de mi vida. Sé que él no siente celos por saber que me acosté con Maika mientras estaba ausente, pero creo que en parte siente algo de culpa por no haber estado. Cosa que no es cierta. Puede ser que el sentirme fuera de un contexto íntimo, el no haber tenido sexo durante bastante tiempo, los nervios por la fundación, el estrés por la sobrecarga de trabajo, facilitaran que ocurriera, pero Aitor y yo también sabemos que podría haber ocurrido de cualquier otra forma. Después de charlar un rato más, nos acostamos los tres juntos para descansar antes de la cena.

Susana llega la primera a la casa, a media tarde, para ayudarme con los preparativos, pero ya está casi todo dispuesto, a excepción de bañar a Aitor y a Ion. Lo hacemos juntas. Y resulta gracioso en cierta forma, porque cuando estamos ayudando a Aitor con su baño, sentado en una silla en la ducha, ella le pregunta directamente a ver si su masculinidad ha dado señales de vida también. Aitor lo niega con una sonrisa pícara en la cara, pero en ese instante algo de esa virilidad hace acto de presencia. Susana mira divertida la semierección en el pene de Aitor y jabonándoselo enérgicamente nos insta a que la estrenemos por la noche. Los tres nos tronchamos de risa.

Cuando llegan los demás, antes de la cena, aprovechando que no hace frío salimos un rato a la terraza, todos excepto Ane que aún no ha llegado. Tomamos una cerveza charlando entretenidos mientras las niñas corren por el jardín tratando de atrapar a Iru, que las sigue el juego dejando que le puedan atrapar de vez en cuando. A las ocho llamo a Ane preocupada porque aún no ha venido.

Yo-. Ane, estamos todos esperándote. ¿ Vas a poder venir a cenar?. Te he preparado tu receta favorita para el wok ( suplico).

Ane-. Sí, ya estaba saliendo, tardaré media hora.

Yo-. Ane, si estás con el inspector Arregui…  Sabes que nos encantaría conocerle, pero no quiero presionarte ni a ti ni a él, únicamente que sepáis que si os apetece compartir este rato, él también es bienvenido en esta casa.

Ane-. Enseguida voy. (Susurrando añade;) Se lo preguntaré.

Después de terminar la cerveza, cuando vamos a pasar a la sala, Aitor nos sorprende pidiendo a Susana que le ayude a levantarse de la silla de ruedas. Susana lo mira atónita y feliz. Le coge de un brazo y no sin esfuerzo entre los dos consiguen que Aitor se ponga en pie. Este le pasa el brazo por encima a Susana y empiezan a caminar despacio hacia adentro. Aitana empieza a aplaudir dando ánimos y vitoreando a Aitor y las niñas se suman a la celebración. Justo en ese momento llaman al portero exterior y yo voy a abrir. Es Ane. Acompañada. Cuando llego a la sala, Aitor está ya delante de su silla en la mesa con Susana, a modo de katxaba y yo le pido que aguante un minuto sin sentarse para que Ane también pueda verle de pie, y en cuanto Ane le ve, corre hasta él para abrazarlo y felicitarle por el logro. Después todos nos sentamos tras la presentación de Andoni. No se me ha escapado el detalle de que, a pesar de que se les ve a los dos muy contentos y muy cansados, Ane nos ha presentado a Andoni como su “ compañero en la academia”, pero creo que todos se han dado cuenta de que estos dos, no hace más de media hora estaban haciendo ese deporte que hacen los amantes y que deja huellas físicas y otras en forma de sonrisa tonta. Voy a la cocina a empezar a traer las fuentes de comida y a terminar de cocinar el wok. Ane me acompaña. A solas…

Yo-. Si necesitáis ducharos, tenéis el cuarto azul a vuestra disposición….

Ane-. ( riendo por lo bajo). ¡Qué liada, tía!. Como yo había quedado para esta cena y pensando que no nos íbamos a ver más tarde, hemos quedado en la terraza del Fangaloka en la playa de Aizgorri para tomar una cerveza y se los ha ido la mano.

Yo-.  ¿En la terraza?.

Ane-. Bueno, ahí ha empezado…  lo más intenso ha sido en el parking…

Yo-. Jajaja ¡ ¿Ane, en pleno día metidos en el coche y en el parking de un bar?! .

Ane-. Casi…  en la furgoneta de él. Es más íntimo…

Yo-. Estoy muy contenta por ti. Tiene pinta de ser muy majo. ¡¡Además es muy guapo!!. No lo recordaba así. Ojalá te haga feliz.

Ane-. Jajaja Lo hace, lo hace…

Reímos dándonos un pequeño abrazo de amigas, muy sentido, durante el que ella, me dice que tenemos que hablar, pero eso lo dejamos para después de la cena. Durante la cena, la buena armonía y la más absoluta felicidad, vuelven a inundar la casa. Míriam, que ha venido sin su pareja, porque está de viaje, nos cuenta como le va en su nuevo puesto de coordinadora de tiendas para la marca de textil para la que trabaja. Lleva todas las tiendas del norte del estado, desde Galicia hasta Cataluña, y nos cuenta con su desparpajo habitual, como son las reuniones que organiza con las responsables de las tiendas, haciendo hincapié en las diferencias culturales de cada sitio metiendo un chiste inventado para cada anécdota. Ane y Andoni no dejan de mirarse y sonreírse viviendo el momento que les toca, y haciéndonos felices a todos por saber que se encuentran los dos a gusto en nuestro círculo. Aitana está pendiente de las niñas, hasta que caen derrotadas en el sofá, profundamente dormidas. Y Susana y yo nos encargamos de servir y recoger platos de comida y bebidas, hasta los postres. Ya en la sobremesa, muy rápidamente, fijamos Aitana, Susana y yo una reunión de la fundación, para el domingo, que será la primera a la que asista Aitor desde el accidente. Poco más tarde las chicas se marchan a su casa de Aizerota y entre Ane y yo las ayudamos a llevar a las niñas al coche. También es Ane la que me ayuda a llevar a Aitor a la cama y dejarle cómodo. Después en la sala, Ane y yo hablamos, con Andoni también, pues forma parte de la investigación no oficial.

La mujer que vendió el mundo. Tercera entrega de Virginia Zugasti. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora