CAPÍTULO 26

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ALISSA   

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ALISSA   

"Tú puedes escribirme en la historia con tus amargas, torcidas mentiras, puedes aventarme al fango y, aun así, como el polvo... Me levanto" - Maya Angelou

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Estaban furiosos y se habían desquitado conmigo; tenía el cuerpo lleno de golpes y me costaba respirar, pero aun así no podía dejar de sonreír; la verdad es que había intentado mantener las cosas tranquilas; había obedecido sus órdenes e intenté sonreírles cada vez que se acercaban, sin embargo, nada de eso fue suficiente para evitar que desquitaran su rabia contra mí.

Al parecer, las cosas no estaban saliendo como lo habían planeado y ahora estábamos atascados en la ciudad, sin salida y con los problemas hasta el cuello; no estaba segura de que había sucedido ni cuánto tiempo llevaba recluida en este lugar, pero si estaba segura de una cosa; los hermanos estaban acorralados y tenía que buscar la forma de protegerme, porque igual que un animal enjaulado, ellos iban a atacar ante la menor provocación y yo pagaría las consecuencias.

Durante estos días había intentado distraerlos cada vez que me obligaban a estar junto a ellos; me había sentado en sus piernas y les había permitido tocarme, pero cada vez que notaba que tenían la intención de ir más allá, hacía mi mayor esfuerzo por distraerlos y hasta ahora había dado resultado; sin embargo, no tenía duda de que mi suerte se acabaría pronto.

En este tiempo había aprendido varias cosas; sabía cuál era el camino que tenía que recorrer para llegar a cada habitación a la que me habían llevado; también sabía cuantos guardias tenían custodiando el lugar y la mejor forma de evitarlos; además, recordaba cada detalle del lugar y todas las posibles salidas, así como los escondites, por lo que solo necesitaba una oportunidad para ponerme a salvo, pero tenía que ser el momento correcto y no podía cometer ningún error o las consecuencias serían devastadoras.

Durante estos días también aprendí mucho acerca de los hermanos y presté atención a cada conversación y llamada, después de todo, ellos me veían como a una frágil muñeca incapaz de hacer algo grave y no tenían reparos en hablar de todo delante de mí; en este tiempo también descubrí que Amir disfrutaba mucho viéndome bailar, pero su mirada no era tan lujuriosa como la de su hermano; Amir era mucho más tranquilo y amable, mientras que Ahmad aprovechaba cada oportunidad para tenerme sobre sus piernas y poder tocarme a su gusto lo que verdaderamente me generaba repulsión, pero al menos ninguno de los dos había tratado de tomarme a la fuerza, así que por el momento eso me dejaba pensar con la cabeza fría.

Justo ahora no podía permitirme sucumbir al miedo, no podía sufrir un ataque de ansiedad o ceder al terror que me recorría el cuerpo cada vez que estaba sola; justo ahora lo que necesitaba era ser valiente y mostrarme fuerte; me había empeñado en resistir cada segundo desde que estaba atrapada y tenía que seguir soportando toda esta presión; no podía rendirme, no ahora, así que, aunque me dolía cada pedazo de mi cuerpo, me acomodé sobre la cama e intenté pensar que hacer a continuación.

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