CAPÍTULO 4

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ALISSA

"La música nos conmueve emocionalmente, donde las palabras por sí solas no pueden" - Johnny Depp

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Memoria muscular... si repites una acción demasiadas veces, el cuerpo nunca la olvidará; la memoria muscular es como bailas una obra maestra; es como aprendes una coreografía milenaria y la bailas a la perfección; la memoria muscular es un piloto automático, exige una repetición para construir un puente entre pensar y hacer; eso es lo que un bailarín necesitaba, una increíble y precisa memoria muscular.

Llevaba tres días en la academia y aunque cada parte de mi cuerpo dolía, también me sentía la persona más feliz sobre la tierra; los maestros eran duros y exigentes; les fascinaba dar órdenes y gritar como si la vida se les fuera en ello, pero todo valía la pena siempre que pudiera bailar.

- ¡Siguiente grupo! – ordenó el maestro y me coloqué en posición - Brisé de volée, temps de cuisse, sissonne, sissonne; pas de bourrée, chassé por detrás; pas de bourrée; piqué, piqué, balancé – siguió ordenando mientras nosotros obedecíamos – Soutenu, sissonne doble, relevé, piqué en dehors y terminan – gritó y cuando acabamos comenzó a resaltar todos los errores que continuábamos cometiendo.

Las clases terminaron por la tarde y aunque muchos se habían marchado a descansar, yo no podía hacer lo mismo; sentía que estaba realmente atrasada en comparación a los demás y las audiciones para la presentación del verano serían en un par de días, así que debía esforzarme el triple que los demás para estar al mismo nivel; tenía que practicar una y otra vez, sin descanso; eso es lo único que tenía que hacer.

En el ballet tienes que ser fuerte y resistente, pero lo más importante es la flexibilidad y sin importar cuan flexible seas, nunca es suficiente, así que día a día libras una guerra contigo misma, luchando para llevar tu cuerpo al máximo; te rompes tratando de doblarte; no puedes perder ni un minuto, pero tampoco excederte o el cuerpo se pone en tu contra, aunque con el tiempo encuentras la fórmula adecuada para exigirte al máximo sin romper la máquina perfecta que te ha traído hasta aquí.

Eso es lo que yo pensaba cuando bailaba; no importaba si mi cuerpo dolía o mis músculos se tensaban tanto que no podía continuar, aun así, volvía a ponerme de pie, pero, así como sabía exigirme, también conocía mis propios límites y los respetaba, porque de no hacerlo las consecuencias serían fatales y eso lo tenía muy claro.

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