𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑

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La visita al Capitolio

thallasa's perspective

Este día había recibido una Carta con el selló presidencial, es decir, el sello del Presidente Snow. Me sorprendí al verlo y me helé en mi lugar al leer el contenido, justo estaba disfrutando de un desayuno con Finnick ese día. Cuando me dio esa fulminante noticia que arruinaría mi vida.

—¿Qué es lo que pasa Thallasa?

—Tengo que ir al Capitolio, mi presencia ha sido requerida ahí, 'alguien' ha comprado tiempo conmigo y él Presidente me ha enviado un contrato firmado estipulando que mientras que paguen, debo de hacer lo que sea que me pidan.

Repitiendo esas palabras en la cabeza, ya me avisaron de esto pero como estuve tan tranquila los primeros años, supuse que nada pasaría ahora.
Por lo que esta noticia me vino como si me hubieran lanzado un cubo de agua helada. Finnick simpatizaba conmigo, habiendo pasado por esto antes que yo y esas visitas al Capitolio eran parte de su agenda. Nunca me contaba nada de ellas y yo simplemente no preguntaba, para no hacerle pasar por un mal rato. Pero bien sabía lo que podría pasar seguramente, además de que no sabía quién era quien compró mi 'compañía'.
Me dijo que eso no lo sabías hasta que llegabas al lugar de destino que tu 'comprador' informaba.

Así que mis planes de un fin de semana tranquilo con Finnick se arruinaron por esto, ya que el tiempo era de 'dos días'. Más tarde llegué a la estación de trenes y me subí al vagón que me indicaron, como cuando hice el trayecto era tarde, llegué casi a la medianoche en el Capitolio. Todas estas luces y altos edificios eran tan familiares ya. Pero añoraba la compañía de Finnick, la cual me traía seguridad y confort.

—Señorita Calder, aquí lo esperara, enseguida viene.—me informó aquel asistente al llegar al hotel y acompañarme a la habitación de hotel.

Lo primero que hice fue inspeccionar los alrededores de la habitación, era simple para ser del estilo del Capitolio. Con un baño y balcón como habitaciones extra. Había una gran cama matrimonial en medio de la habitación—con mesillas de noche y lámparas.—también había un sofá cama a un lado y una televisión en frente. Todo tenía por supuesto, una gama de color rojo, blanca y dorada. Colores que muy bien representaban al Capitolio. Las decoraciones de pared sospechaba que debían de estar hechas de oro macizo, relucían tanto. Había una mesa pequeña al lado de la televisión, con aperitivos, una botella de champán en hielo y otra botella de un licor que no reconocía. Pero no dejaba de preguntarme quién era esta misteriosa persona que compró mi compañía, aunque no tardaría en descubrirlo. Ya que pronto alguien abrió la puerta de la habitación y me alegré de ver a una cara conocida.

—Señor Houston.

—Creo que estamos más allá de eso, llámame Alexander.—dijo quitándose su chaquetón y dejando en el perchero de la entrada.—Ahora seguro que te estarás preguntando porque he comprado yo tu tiempo. Y tengo respuestas a eso, pero primero, ¿has cenado ya?

—Aún no.—respondí.

—Pues pidamos servicio de habitaciones primero antes de contártelo todo.—dijo, yo no me negué y pidió algo por el teléfono que había en la habitación. Al colgar, se sentó en el sofá cama.—Hazte cómoda, como si fuera tu propia casa.

—Claro.

—Empezando, ¿tú sabes lo que hace el Presidente Snow con aquellos vencedores que considera como deseables, no? Eso me ahorraría muchos detalles.—ladee mi cabeza, teniendo una idea pero no todo.—Pues bueno, a la mayoría, vende su compañía a su círculo más cercano del Capitolio. Y durante estas visitas que harán los vencedores al Capitolio, todas son en habitaciones de hotel como estas, en donde pasarán el tiempo por el que haya pagado el comprador. Claro, el vencedor comprado debe de hacer todo lo que le pidan. Sino, habrá consecuencias para él o ella.—me quedé en silencio ante esas palabras, "¿Entonces para qué mierda quiere Alexander Houston mi compañía?" pensé, dándome vuelta la cabeza.—Pero tranquila, yo no te pediré que hagas nada porque no tengo interés en ese tipo de actividades con alguien tan joven para mí como tú.